Como algunos de ustedes, especialmente los vecinos y vecinas de Colón y de Vistillas, hace tiempo que intentamos descifrar las razones que han llevado al equipo de gobierno al abandono definitivo del recinto del parque de Colón y del paseo de las Vistillas en general, y muy especialmente de su equipamiento y mobiliario urbano. En el primero de los casos, es vergonzoso comprobar que, finalmente, lo que nuestras autoridades han decidido como destino final de estos hermosos jardines, históricos por demás, es que sean un aparcamiento. Es cierto que nosotros hemos participado de esta idea, entre otras razones porque estamos convencidos de la necesidad de un espacio próximo al centro de la ciudad y las sedes de las diferentes Administraciones públicas en donde dejar el vehículo, pero en ningún caso con las formas, ya que en todo momento debe interesar su potencial como espacio público de gran proyección municipal y no la parcelación que se pretende, dando de esta forma prioridad a los coches en detrimento del desarrollo de actos públicos o privados.
En el segundo de los casos, el parque de las Vistillas, con un extenso historial ligado al devenir de la ciudad, con espacios de gran belleza y con un paisaje único, especialmente a la hora del ocaso, nos encontramos con una situación mucho peor, ya que el escaso material del que dispone la ciudadanía para su descanso y contemplación, ha ido dejando paso a un desmantelamiento selectivo que, de no darse prisa, en poco tiempo acabará siendo un erial. El parque infantil allí instalado, inservible por peligroso y porque no se ajusta a las exigencias de la autoridad competente; la iluminación, que soportan unas conseguidas columnas de obra de doble brazo y unas tulipas no menos interesantes, sencillamente inexistente en muchas de ellas; unas por apedreadas y otras por falta de lámparas que le den sentido y razón a su existencia. La exuberante vegetación que pulula salvaje por todo el recinto, los excrementos de animales racionales e irracionales, la basura que se acumula por todo el lugar, propia de bodas y banquetes populares, la suciedad de muros, bancos y fuentes, la impresionante proliferación de pintadas que allí se da y el deterioro general de los elementos que lo caracterizan, vienen avisando hace tiempo del derrumbe de un lugar por el que la ciudad entera debía plantearse seriamente si estas son formas de tratar el patrimonio de todas y todos por parte de nuestros munícipes.
Y tratando de encontrar referencias que nos permitieran descifrar las razones del por qué de la dejadez municipal con este espacio, las encontramos en el pasado pleno municipal. Y es que nuestro alcalde calificó públicamente como el primer y más importante parque público del centro de nuestra ciudad al de san Eufrasio, y todo lo demás viene rodado. Ahora entendemos la política que se ha seguido desde el primer día de su toma de posesión, hace ahora casi cinco años, y también la falta de vigilancia, limpieza e inversiones que arrastra desde entonces. Lo que nos extraña es lo del centro de la ciudad, porque las Vistillas y Colón están mucho más cerca de éste que la plaza del Historiador Terrones, y, por ejemplo, de las sedes de Hacienda, Juzgados y Ayuntamiento, además de mayor proximidad con el conjunto monumental de esta parte de la ciudad, destacando la casa de cultura, el edificio de la torre, las iglesias de santa María la Mayor, san Miguel y san Bartolomé, y el mercado de abastos. Y, desde luego, mucho más cerca de lo que en su día, si es que llega de una vez, será el centro comercial abierto. Además, por si necesitan más argumentos, mientras el parque de san Eufrasio no cuenta con aparcamientos suficientes ni siquiera para los residentes, las zonas próximas a Vistillas y Colón soportan actualmente el mayor número de vehículos aparcados de toda la ciudad.
Parecerá increíble, señoras y señores, pero todo indica a la existencia de una propuesta previa, silenciosa, tramada con malas artes e imparable en su desarrollo, que pretende acabar con este espacio público al que cientos de personas acuden diariamente en busca de paz y paisaje. Descabellada la idea o no tanto, a lo mejor de lo que se trata es de querer cambiar este suelo de propiedad pública a urbanizable y dedicarlo a la construcción de viviendas de lujo. Todo es posible.