jueves, 10 de enero de 2013

DEMASIADAS DECISIONES Y POCAS EXPLICACIONES

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De acuerdo con el calendario que todos los gobiernos, es decir, los locales, provinciales, autonómicos y nacionales, han hecho llegar a la calle, por el momento nada ni nadie anuncia que este nuevo año venga, como suele ser costumbre en los recién nacidos, con el pan debajo del brazo. Al contrario, lo que conocemos de estos proyectos nos sitúa de nuevo ante un rosario de recortes económicos que, faltaría más, nos dificultará la vida un poco más. Será porque no entendemos de política y menos a quienes la controlan, y de ahí que sigamos empecinados en que ni son formas ni es aceptable que sea la ciudadanía la única que soporte la crisis económica que padece España. Eso de que la banca haya fracasado en su afán de hacer dinero a toda costa, de que el gran capital haya perdido importantes sumas  porque no hizo bien sus deberes y que sus errores debamos pagarlos nosotros, cuando  menos es inaceptable. ¡Y menos mal que el presidente del Gobierno, señor Rajoy, dijo en su momento que habían distribuido equitativamente el pago de la crisis, porque de otra forma ni se nos ocurre pensar qué hubiera sido de nosotros!

La pérdida de puestos de trabajo, que es precisamente la razón de que nuestra economía vaya cada vez peor, no da indicios de que se haya detenido ni de que vaya a hacerlo en poco tiempo, que es lo mismo que decíamos el pasado martes. Es más, si aceptamos las opiniones de especialistas avalados por su experiencia y premios mundiales, el panorama empeora según entramos en detalles, y desde luego que lo de lo de la salida del túnel es por el momento un ilusionado espejismo. De poco o nada ha servido la reforma laboral que no haya sido para que más trabajadores pierdan su empleo y que, además, se vayan a casa con menos prestaciones sociales y menos dinero por su despido. Y lo mismo ha ocurrido con la Sanidad, que se ha controlado a favor de un ahorro neto sustancial y, por contra, vemos que lo que sí ha resultado es la pérdida de servicios y el copago de otros.

Por lo que hemos visto y sufrido en lo que va de esta penosa crisis, aún nos espera un largo camino que recorrer que, por las decisiones que intuimos serán tomadas a lo largo de este año, nos perjudicará aún más. Entendemos, por lo tanto, que sería bueno que desde las altas esferas sociales, políticas y económicas de nuestro país se hicieran gestos de comprensión hacia quienes, sin comérselo ni bebérselo, se están comiendo el marrón de la recuperación del estado de bienestar que supuestamente disfrutábamos. Precisamente los que han perdido sus hogares, los que han perdido su dinero engañados por la banca, los que han dejado de tener futuro desde el momento que se quedaron sin empleo, los que solo han podido llegar hasta las puertas de los estudios superiores por falta de medios económicos, son los que no interpretan correctamente las consecuencias de la nefasta situación económica de nuestro país y a los que con más urgencia se les debería detallar cuál es su futuro, especialmente si es que de verdad lo tienen.

Así, mientras la ciudadanía sigue sin saber en qué se ha equivocado para llegar a tan penosa situación, la clase política trabaja sin descanso para evitar que hasta clase tan poderosa les llegue la crisis que ellos mismos han organizado. Vergüenza debería de darles permitiendo que muchos de ellos, luego de haber dejado la política activa, mantengan en nómina, con cargo al presupuesto general del Estado, un coche y su correspondiente conductor, dos secretarias y una oficina en lugar privilegiado de la ciudad en donde residen. Pero no, lo conveniente es que la ciudadanía conozca poco o nada de estos entresijos mientras ellos y ellas cobran dos o tres sueldos oficiales y disfruten injustamente de una costosa servidumbre.