Hoy comienza en realidad la cuesta de enero, que es
cuando echamos en falta las habituales citas entre familiares y amigos
alrededor de la Navidad ,
fin de año o Reyes. El saber popular anuncia que la escalaremos con relativa
facilidad, porque lo que queda de año será una gran cuesta que sí que supondrá
para nosotros una verdadera y empinada pendiente, tanto que sus proporciones se
anuncian descomunales, con el amargo y tenebroso añadido de que serán muchos
los que nos quedemos sin trabajo a la mitad del camino. Por nuestra parte, en
los primeros días del año ya hemos anunciado que el día a día se complicará
enormemente y que queda por caer alguna torre que otra que hace unos meses
sería impensable. La crisis económica es de tal calibre, de tal tamaño, que
hace tiempo que se nos fue de las manos, especialmente a nosotros, que somos
los que de verdad la padecemos. En el recuento de los acontecimientos que hemos
ido conociendo sobre la marcha, destacar el masivo cierre de pequeñas y
medianas empresas, justo las que mantienen en nómina a la mayoría de
trabajadores en todo el país, que es lo mismo que decir que la clase media
española está desapareciendo imparablemente.
Por otra parte, leyendo y releyendo las opiniones e informes de los organismos mundiales y europeos que se dedican al control de las economías de los países, nos llama la atención el que hayan coincidido en el análisis de nuestro país y aseguren que, por ejemplo, las políticas de recortes que hasta ahora ha tomado nuestro Gobierno han sido contraproducentes. Concretamente, el Fondo Monetario Internacional ha ido más lejos y se ha referido a España como un mal ejemplo de las medidas que desdela
Unión Europea se les ha exigido, ya que éstas nos están
llevando al caos y la ruina. Incluso va más lejos y asume su propio error
cuando afirma que en su momento no tuvo en cuenta las consecuencias que se
derivarían de las exigentes decisiones que debió de tomar el Ejecutivo con
respecto a los recortes sociales que ahora nos empobrecen. O sea, a buenas
horas, mangas verdes. Ahora que estamos en situación de quiebra, que nos hemos
quedado bajo mínimos en sanidad, en educación, en empleo, en derechos sociales
y con las calles llenas de indigentes sin techo, vienen los listos, los
inquisidores, y nos dicen todo lo contrario. Y no solo a nosotros, porque
recordemos que Irlanda, Grecia y Portugal no pasan precisamente por sus mejores
momentos. Así, cuando escuchábamos que una política económica que no promoviera
las políticas de crecimiento no tenía futuro, es ahora cuando las entendemos,
que es cuando muy probablemente no exista vuelta atrás. ¿Y ahora qué?
¿Ahora quién está capacitado para resolver en poco tiempo el desaguisado en el
que nos han metido? ¿Quién está realmente preparado para relanzarnos como un
país con futuro?
Por otra parte, leyendo y releyendo las opiniones e informes de los organismos mundiales y europeos que se dedican al control de las economías de los países, nos llama la atención el que hayan coincidido en el análisis de nuestro país y aseguren que, por ejemplo, las políticas de recortes que hasta ahora ha tomado nuestro Gobierno han sido contraproducentes. Concretamente, el Fondo Monetario Internacional ha ido más lejos y se ha referido a España como un mal ejemplo de las medidas que desde
Evidentemente, preguntas sin respuesta que confirman, lo quieran o no, que la ciudadanía no ha sido responsable de la crisis. Y lo peor es que siguen atacando al mundo del trabajo de forma salvaje; y si no, tomen nota de los casi treinta mil trabajadores de la banca que irán a la calle antes del verano en toda España, los cientos de sanitarios que perderán su empleo de toda la vida, los empleados de Iberia, los miles de profesores que no tienen educandos a los que aportarles su experiencia, y no digamos nada del trabajador sin más, ya sea de la empresa Roca o de los astilleros del Ferrol. España no ha conocido nunca huelgas ni manifestaciones de empleados de postín, que es como conocemos a los jueces, abogados, secretarios judiciales, médicos… Es decir, que las opiniones de los que calificamos en su momento de agoreros y gafes resultan ser ciertas y a final de año superaremos con creces los seis millones de parados.
En nuestro caso, como medio de comunicación realista y comprometido, nos limitamos a reflejar la actualidad. No añadimos ni quitamos. Entre otras cosas, porque no creemos que haga falta.
