miércoles, 9 de enero de 2013

NUESTRAS NECESIDADES SIGUEN ESPERANDO SOLUCIÓN

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Con el año recién estrenado, los planteamientos, sin embargo, siguen siendo los mismos del pasado, puesto que las necesidades han aumentado sustancialmente y se mantienen las mismas demandas sociales, de entre las que destaca por encima de cualquier otra el empleo. Las ofertas no llegan, las dificultades aumentan y las posibilidades de encontrar un puesto de trabajo, al menos en nuestro país, son definitivamente nulas. Por el momento los jóvenes con carreras universitarias ligadas a las nuevas tecnologías, además de la sanidad, son los únicos que han encontrado un lugar en donde poder desarrollar sus conocimientos, aunque, eso sí, han tenido que salir de España. Alemania y Reino Unido son los dos países que más demanda de empleo generan en toda la Unión Europea y hasta allí se han dirigido quienes, ante la perspectiva de seguir siendo unos mantenidos por sus familias y las escasísimas posibilidades de encontrar empleo en sus especialidades, han aceptado trasladarse a unos Estados desconocidos de la gran mayoría que, afortunadamente y por las noticias que tenemos, los reciben de buena gana.


Los tiempos en los que los españoles acudían sobre todo a Alemania y Suiza en busca del trabajo que aquí no encontraban, casi todos con escasos estudios y desconocimiento absoluto del idioma, ha dejado paso a otros especializados, universitarios, con amplios conocimientos de idiomas y con muchas más posibilidades de ser respetados entre la clase obrera. Sin embargo, aunque el cambio representa un avance social de gran importancia, la realidad es que volvemos a ser emigrantes, a enfrentarnos con lo desconocido, a buscarnos la comida alejados de nuestras familias y raíces. Y nosotros lo entendemos como un fracaso político del que deberían rendir cuentas los responsables, al tiempo que obligarlos a que reparen lo que han roto en el menor tiempo posible. Eso de que entre nosotros cualquier petimetre de tres al cuarto, indocumentado para más señas y ansioso de poder para llevarse todo lo que pueda antes de ser eliminado de la listas electorales de su partido, influya para que cambien las condiciones de entendimiento de todo un país, nos parece un abuso de la confianza que sus votantes han prestado a su organización política de la que deberían dar cuentas públicas y, mejor, largarse con viento fresco en busca de otro lugar del que obtener rendimiento económico sin que para ello sea necesario hacer daño a los demás.

Es lo mismo que el asunto de la corrupción, ya sea el Gürtel o los ERES de la Junta de Andalucía, de los que todos los implicados salen indemnes. En contra de la opinión de jueces y leyes, en la calle se piensa que no existe mejor sentencia que la que obligue a estos sinvergüenzas a devolver lo que se han llevado; y si no, que sigan en la cárcel. Pero no es así; al contrario, disfrutan de libertad total, muestran unas posibilidades económicas que no se ajustan a las  de un desempleado y están libres, sin embargo, porque han pagado una fianza millonaria, que, por cierto,  nadie sabe de dónde ha salido. Es lo que en la calle se conoce como justicia de ricos y de pobres, es decir, que no todos somos iguales ante la Ley, por mucho que el rey quiera convencernos de lo contrario.

Este año que estrenamos tiene que acabar con infinidad de pleitos por esta causa, porque debemos recordar que aún se completan sumarios de casos en los que están imputados  políticos a los que la lotería les ha tocado varias veces, o disponían de millones de euros para dilapidar sin tener que justificarlos, o se han enriquecido firmando contratos del agua que beben sus vecinos y de la basura que les recogen, o se han largado de la entidad bancaria que dirigían con indemnizaciones vergonzosas… Lo malo de todo esto, como seguro ustedes saben, es que la verdad, la que debía salir a flote y dejar en evidencia a estos canallas de guante blanco, con el tiempo acaba por cansarse y se va. Esto es: cuanto más tiempo transcurra entre el inicio del sumario y la sentencia final, mejor para el delincuente.