Imprimir
Con el año recién estrenado, los
planteamientos, sin embargo, siguen siendo los mismos del pasado, puesto que
las necesidades han aumentado sustancialmente y se mantienen las mismas
demandas sociales, de entre las que destaca por encima de cualquier otra el
empleo. Las ofertas no llegan, las dificultades aumentan y las posibilidades de
encontrar un puesto de trabajo, al menos en nuestro país, son definitivamente
nulas. Por el momento los jóvenes con carreras universitarias ligadas a las
nuevas tecnologías, además de la sanidad, son los únicos que han encontrado un
lugar en donde poder desarrollar sus conocimientos, aunque, eso sí, han tenido
que salir de España. Alemania y Reino Unido son los dos países que más demanda
de empleo generan en toda la Unión Europea
y hasta allí se han dirigido quienes, ante la perspectiva de seguir siendo unos
mantenidos por sus familias y las escasísimas posibilidades de encontrar empleo
en sus especialidades, han aceptado trasladarse a unos Estados desconocidos de
la gran mayoría que, afortunadamente y por las noticias que tenemos, los
reciben de buena gana.
Los tiempos en los que los españoles
acudían sobre todo a Alemania y Suiza en busca del trabajo que aquí no
encontraban, casi todos con escasos estudios y desconocimiento absoluto del
idioma, ha dejado paso a otros especializados, universitarios, con amplios
conocimientos de idiomas y con muchas más posibilidades de ser respetados entre
la clase obrera. Sin embargo, aunque el cambio representa un avance social de
gran importancia, la realidad es que volvemos a ser emigrantes, a enfrentarnos
con lo desconocido, a buscarnos la comida alejados de nuestras familias y
raíces. Y nosotros lo entendemos como un fracaso político del que deberían
rendir cuentas los responsables, al tiempo que obligarlos a que reparen lo que
han roto en el menor tiempo posible. Eso de que entre nosotros cualquier
petimetre de tres al cuarto, indocumentado para más señas y ansioso de poder
para llevarse todo lo que pueda antes de ser eliminado de la listas electorales
de su partido, influya para que cambien las condiciones de entendimiento de
todo un país, nos parece un abuso de la confianza que sus votantes han prestado
a su organización política de la que deberían dar cuentas públicas y, mejor,
largarse con viento fresco en busca de otro lugar del que obtener rendimiento
económico sin que para ello sea necesario hacer daño a los demás.
Es lo mismo que el asunto de la
corrupción, ya sea el Gürtel o los ERES de la Junta de Andalucía, de los que todos los
implicados salen indemnes. En contra de la opinión de jueces y leyes, en la
calle se piensa que no existe mejor sentencia que la que obligue a estos
sinvergüenzas a devolver lo que se han llevado; y si no, que sigan en la
cárcel. Pero no es así; al contrario, disfrutan de libertad total, muestran
unas posibilidades económicas que no se ajustan a las de un desempleado y están libres, sin
embargo, porque han pagado una fianza millonaria, que, por cierto, nadie sabe de dónde ha salido. Es lo que en
la calle se conoce como justicia de ricos y de pobres, es decir, que no todos
somos iguales ante la Ley ,
por mucho que el rey quiera convencernos de lo contrario.
Este año que estrenamos tiene que acabar con infinidad de pleitos por
esta causa, porque debemos recordar que aún se completan sumarios de casos en
los que están imputados políticos a los
que la lotería les ha tocado varias veces, o disponían de millones de euros
para dilapidar sin tener que justificarlos, o se han enriquecido firmando
contratos del agua que beben sus vecinos y de la basura que les recogen, o se
han largado de la entidad bancaria que dirigían con indemnizaciones
vergonzosas… Lo malo de todo esto, como seguro ustedes saben, es que la verdad,
la que debía salir a flote y dejar en evidencia a estos canallas de guante
blanco, con el tiempo acaba por cansarse y se va. Esto es: cuanto más tiempo
transcurra entre el inicio del sumario y la sentencia final, mejor para el
delincuente.