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Justo ayer estrenábamos mes. Y no uno
cualquiera, porque abril desde siempre ha tenido entre nosotros connotaciones
romeras de gran trascendencia para el alma y el cuerpo de quienes viven con
intensidad y pasión los acontecimientos que se desarrollan con la Virgen de la Cabeza y su romería como
excusa. Por lo tanto, al tiempo que disfrutamos del mes de la primavera,
también lo haremos con los actos que, formando parte del pórtico de romería,
tendrán lugar a lo largo de estos días. Así, carteles, pregones, citas
culturales, peregrinaciones y otros eventos nos servirán de plataforma
excepcional para aliviar desencuentros y animar nuestra fe alrededor de la Virgen de la Cabeza , impulsora
inconmensurable de nuestros deseos más íntimos y no menos de nuestras
necesidades, escasos como estamos de las realizaciones y las ayudas del hombre.
Y como la situación del país no es precisamente boyante y mucho menos la
nuestra, también el encuentro de este año con María Santísima, por mucho que se
empeñen en colorearlo y adornarlo de sofisticados mensajes, volverá a ser
popularmente reivindicativo, el rosario de peticiones y demandas superará con
creces cualquier otra cita y nos volveremos a encontrar sin respuesta a tanta
necesidad.
Es ahora cuando de verdad se nota la
presión social en la que nos desenvolvemos, cuando a lo lejos percibimos que no
participamos de la misma manera de lo que es de todos sencillamente porque las
diferencias económicas se encargan de clasificarnos como pudientes o no. Así las
cosas, quizás sea el momento de aceptar que no siempre se justifica el gasto
como billete imprescindible para la diversión y el disfrute, y sea entonces
cuando de verdad vivamos con intensidad y apasionamiento lo que en otras citas
haya supuesto solo cantos, palmas y jolgorio. El ser humano, en su complejidad
absoluta, es capaz de responder con sorprendente firmeza a situaciones que no
ha vivido antes y que, por las circunstancias que la vida le ha propuesto y la
situación económica impuesto, es capaz de superar gracias a su fuerza interior.
Y de este tipo de gentes es de lo que
más necesitados estamos, de personas capaces de
recomponerse ante la adversidad y plantarle cara a los malos tiempos
basándose en sus convicciones. De otra forma no se entiende que entre nosotros
se produzca anualmente, justo al llegar abril, la especie de mutación colectiva
que tanto llama la atención en el exterior y que nos permite aparecer ante el
mundo con nuestras obligaciones terminadas y convencidos de que nuestras posibilidades
son infinitas. Ella, que tanto y tan bien nos conoce, es la responsable del
milagro y la que nos infunde la paz que nos permite reconocernos incluso en
situaciones de complejidad excesiva que por el momento nos daña en lo más
íntimo.
La romería ya ha sido convocada y a
partir de este momento es como si se desatara el nudo de la alegría que tanto
esperábamos y seamos invitados formalmente a disipar malos pensamientos y
olvidar que el mundo se ha complicado exageradamente y que nosotros, lo
queramos o no, formamos parte de él, y precisamente de la parte más débil,
porque es en nosotros sobre quienes de manera terrible ha caído la peor parte.
Y por eso es fundamental que nos unamos a la fiesta, porque eludiremos las
penas con la Virgen
como excusa y eso no siempre lo sabremos agradecer como merece. Y justo ahora.
En abril.