miércoles, 3 de abril de 2013

EL GUADALQUIVIR DISCURRE DESCONTROLADO

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Que recordemos, este año la lluvia está siendo especialmente dañina para nuestros campos. Y no solo en nuestras tierras, porque con que echemos una ojeada por el resto del país nos bastará para comprobar que somos unos más en la desgracia. Ocurre, no obstante, que lo del Guadalquivir y sus embestidas ha dejado de ser un caso aislado del que todos hablan y nadie hace nada para convertirse en un serio problema de gran calado social y no menos importancia económica. Sin embargo, ya ven ustedes: siguen sin mover ficha a favor de la solución a este sempiterno y anunciado problema. A lo más que llegan los responsables es a menospreciar las situaciones que viven los vecinos afectados, sobre los que suelen recaer, por si necesitaban algo más que llevarse a las espaldas, supuestos intereses políticos desestabilizadores que en realidad no tienen otra intención que la de ralentizar lo que son sus ineludibles obligaciones de acabar con un asunto que no tiene buena pinta y que no tardará en volver a darnos un disgusto cualquier días de éstos.

De hecho, en contadas ocasiones hemos tenido oportunidad de observar los arcos del puente viejo cegados por el alto nivel del agua que pasa por ellos y desde luego ni mucho menos lo que en esta ocasión está durando. Los poblados próximos al río, cuyos moradores debían ser tenidos en cuenta por parte de la autoridad competente por encima de cualquier otra necesidad, si no han sido inundados a estas alturas es que tienen el agua a punto de superar el nivel que hasta ahora lo mantiene a raya. La vecindad de La Quintería, Los Villares, Arroyo Escobar y El Sotillo han decidido mantener la vigilancia de día y de noche con el fin de eludir el innegable peligro que supone que el agua del río llegue hasta sus viviendas, porque lo de los campos lo tienen asumido y a estas alturas los dan por perdidos.

Y aunque la situación sea desesperada, el peligro real y las consecuencias ya pueden cuantificarse económicamente, los que debían compartir las preocupaciones y los justificados temores de estas personas se mantienen en sus despachos, muy alejados de cualquier peligro y, además, mostrando una frialdad injustificable cuando de valorar la situación se trata. En el caso del presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir la verdad es que este hombre tuvo muy mala suerte, por no decir desconocimiento, ya que supondría menospreciar sus conocimientos de la cuenca, cuando se decidió interpretar desde su perspectiva o atalaya las razones de las sucesivas subidas de las aguas a su paso por nuestro término municipal. Y todo porque además de acudir a la cita condicionado desde Madrid y Sevilla, al llegar hasta nuestra ciudad no le faltó información sesgada de la realidad que solo le sirvió, por cierto, para abundar más en el ridículo que firmó antes de irse. Y lo peor de todo esto es que se trata del máximo responsable y que sus decisiones son determinantes para el futuro de muchos de nuestros vecinos.

La situación actual es que el río discurre por nuestras tierras descontrolado, desbocado como caballo salvaje y por el momento nadie se ha atrevido a valorar objetivamente las consecuencias que podrían derivarse de semejante cauce y la fuerza que lleva. Por lo tanto, una vez más nos encontramos en situación de riesgo real y abandonados por las Administraciones con responsabilidad en este asunto. O sea, como siempre, porque esta es nuestra realidad y la confirmación de que la ineptitud y la desidia, si no la ausencia de sentimientos, de quienes están obligados por los cargos que han ostentado y ostentan a atajar de una vez y para siempre lo que tanto nos daña y el sufrimiento y la inseguridad que supone para los afectados semejante disparate. Y si de algo estamos convencidos es de que este tipo de inhibiciones e interesadas posturas personales y políticas se acaban pagando. El tiempo lo dirá. Solo hay que esperar.