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Los datos sobre violencia contra la mujer no acaban
de precisarse como debieran, ya que no siempre las cifras de mujeres asesinadas
coinciden entre los organismos que las controlan, no sabemos si por interés
político, que tampoco es de extrañar si tenemos en cuenta que no son
precisamente datos de los que se pueda presumir, o porque trabajan por
separado. No obstante, sabemos que las mujeres víctimas de la violencia
machista acumularon 128.543 denuncias el año pasado, cantidad que viene a ser
un cuatro por ciento menos que el ejercicio anterior, y a lo que unimos un
detalle significativo, ya que un doce por ciento de ellas decidió retirar la
denuncia en el último momento. Concretamente,
más de quince mil fueron las eliminadas de las comisarías y los juzgados, lo
que representa un aumento de menos de uno por ciento.
Así las cosas, se puede contrastar que durante el
año pasado, de manera consecutiva, se redujo el número de las denuncias. La
lectura que se puede hacer de estos números es que lo más probable es que tenga
su razón de ser en la crisis económica que padecemos, sencillamente porque al
mismo tiempo que empeoran las condiciones de convivencia de las mujeres crece
el temor de no tener posibilidades de emplearse o de salir del domicilio
familiar con seguridad, y de ahí que se reduzcan las condiciones para que las
víctimas de violencia machista acudan a la justicia. La dependencia económica
de las mujeres, que aumenta con una situación de crisis como la actual, es
evidente que paralelamente incrementa el miedo a la denuncia y a la separación.
Y es que la incertidumbre sobre su futuro y el de sus hijos, y el sentimiento
de culpa le presionan seriamente para que no se atrevan a denunciar. Por lo
tanto, y esto es lo peor, es que con la llegada de la precariedad, la violencia
de género vuelve al ámbito doméstico.
Desde las instituciones se asegura que los recortes
en las prestaciones sociales no han afectado aún a las medidas para erradicar
la violencia machista, aunque no se sabe por cuánto tiempo se podrán seguir
manteniendo. Lo cierto es que los mensajes sobre los recortes llegan a las
víctimas y el miedo a la falta de una red asistencial provoca que denuncien
menos porque se sienten menos seguras. En el caso de Andalucía y Cataluña,
donde las ayudas y el seguimiento general de las mujeres maltratadas parece más
controlado, se sabe por los estudios
realizados que las mujeres apoyadas por los servicios asistenciales son mucho
menos propensas a retirar las denuncias.
Por el momento, las Audiencias Provinciales fueron
los juzgados más severos en la condena de los agresores. Tomen nota de estos
datos: del total de sentencias, que fue de un setenta y siete por ciento, acabaron
imponiéndose un setenta y cinco por ciento en los juzgados especializados en
violencia de género y el cincuenta por ciento de los juzgados de lo penal. Por
otra parte, hay que tener en cuenta que no son pocas las veces que el derecho
de las mujeres maltratadas a no declarar provoca la mayoría de las absoluciones
de los acusados que se han registrado. Y todo se debe a que de las mujeres que
denunciaron el año pasado, nada menos que un cincuenta y cinco por ciento, mantenía
la relación con su agresor, lo que explica que guarde silencio ante el juez.
Finalmente, un dato: de las mujeres asesinadas en lo que va de año, solo tres
de ellas habían denunciado a sus agresores.