El
tema de la corrupción en nuestro país es realmente preocupante. No
pasa un día en el que no conozcamos un nuevo caso que añadir a los
cientos que se acumulan en juzgados y las prisiones, además de en la
memoria de parte la ciudadanía, aunque ésta, que debe andar en el
despiste y en la indolencia, parece no querer saber quiénes
protagonizan el descarado robo que han venido haciendo
sistemáticamente del dinero de todos, porque recordemos que los
millones de euros de los defraudadores, las mordidas que se han
procurado a lo largo de los años en los que han estado al frente de
las instituciones, son nuestros, nos pertenecen, y con ellos se han
podido y debido desarrollar cientos de proyectos que debían
beneficiar directamente a quienes están más necesitados, y
recuerden que son millones los que andan pidiendo ayuda para
subsistir. Mientras los interesados en manchar de lodo a toda la
clase política insisten sobre todo en los ERE de Andalucía, que
tienen tela y que anuncian que aún tienen cuerda para rato en los
juzgados, la realidad es que nuestra tierra es un mínimo ejemplo de
lo que ocurre en Valencia, en donde parte de sus representantes
políticos, especialmente los ligados al Partido Popular, están más
untados que las tostadas.
Ahora,
entre los veintitantos detenidos y puestos a disposición judicial
nos encontramos con nada menos que un exalcalde y expresidente de la
Diputación de Valencia, el señor Rus, que hasta ahora ha sido el
único máximo representante de un ayuntamiento, concretamente el de
Xátiva, que, entre sus vehículos, poseía un Ferrari. A lo largo de
los años que estuvo al frente de las instituciones, todo indica que
parte de su dedicación no fue otra que la de derivar dinero público
y redirigirlo hacia paraísos fiscales para luego devolverlo limpio,
es decir, pasar de negro a blanco como si nada. Visto lo visto, echar
mano de los expedientes abiertos y cargos electos que tuvieron que
dejar por las acusaciones judiciales y los escándalos que firmaron,
asegurar que esa hermosa tierra ha estado en manos de auténticos
saqueadores no es ninguna aseveración que no podamos justificar.
Desde su máxima autoridad, el señor Camps, que aún está por
contrastar su verdadera responsabilidad en los casos que tiene
abiertos y que por ahora disfruta de absoluta libertad, hasta
compañeros del alma como el presidente de la Diputación de
Castellón, señor Fabra, y ahora el de Valencia, que se dice pronto,
pero que en realidad se trata de los primeros espadas de un partido
que ha dirigido el país a lo largo de muchos de los años de la
democracia. A todo esto, por si le faltaba algo al asunto de la
corrupción valenciana, la excaldesa de Valencia, la señora Barberá,
anda estos días bajo de lupa de la Fiscalía.
Los
casos de corrupción, repetimos, aparecen casi a diario y casi todos
los partidos se ven reflejados en ella. Cierto que los populares
llevan ventaja al resto y que casi con toda seguridad llegarán a la
meta los primeros, pero debemos ser coherentes y reconocer que no
faltan casos firmados por Convergencia o por PSOE, entre otros. Sobre
los recién llegados, habrá que darles un margen de confianza y
cargos de responsabilidad en los que se mueva dinero público para
tener la certeza de si meten la mano donde no deben o se mantienen al
margen. Sobre todo, por saber de su insistente denuncia sobre los
corruptos cuando algún día les llegue, si es que es así, porque
por el momento solo son conjeturas. El tiempo, que es un juez
infalible, colocará a cada cual en el sitio que le corresponda.