Despedir un año no es nada
sencillo, especialmente para quienes nos dedicamos diariamente a su análisis y
seguimiento de todo lo que acontece en su territorio, y no menos de sus logros
y necesidades, precisamente el apartado que más nos importa y sobre el que
cargamos la práctica totalidad de nuestros esfuerzos. El que se nos va no ha
sido nada fácil en lo que respecta la consecución de objetivos, pero es cierto
que sí se han registrado algunos que, cuando estén terminados y en uso,
ampliarán, sobre todo de cara al exterior, nuestras posibilidades como capital
de la campiña norte que somos. Con todo, sabiendo que la próxima cita de las
elecciones municipales la tenemos en el horizonte, porque serán en junio del
2019, los partidos políticos que tengan previsto concurrir a ellas deberán
presentar sus credenciales en tiempo y forma y esperar a que la ciudadanía
cuente con ellos como idóneos para la consecución de sus respectivos objetivos.
Si aceptamos como confirmado el axioma que asegura que las elecciones de la
siguiente cita electoral comienzan justo cuando acaba la última, da la
impresión de que algunos de los convocados para junio del 19 están dejando
pasar oportunidades de presentarse ante la ciudad como valedores de sus
derechos. Las razones no las conocemos, pero sí las consecuencias, porque lo de
tirar de partido aprovechando sus siglas sin antes haber sembrado y abonado
adecuadamente el terreno, no solo supone una osada y peligrosa decisión, sino
que puede acarrearle un verdadero y serio disgusto justo en el momento que más
necesita del apoyo unánime de sus posibles votantes. En política, como saben
muy bien quienes andan en ella, todo anda despacio menos las necesidades
diarias de una ciudad, realidad que da pie a que el ciudadano se desespere
esperando la realización de las promesas que le hicieron en campaña electoral,
muchas de las cuales ni siquiera se cumplen a lo largo de la legislatura, y no
siempre porque ha sido imposible su consecución y sí porque sencillamente eran
mentiras usadas con premeditación y alevosía, y consolidar el dicho que asegura
que en política todo vale.
Antes de seguir, dejar claro
que no tenemos intención que vaya más allá de poner en antecedentes a quienes
tengan a bien acudir a la cita electoral próxima en busca de apoyo popular para
su causa y reivindicaciones, porque luego vienen las lamentaciones y el pudo
ser y no fue. Por el momento, comprobamos que los de siempre se han dedicado a
no estar de acuerdo en nada con lo que los otros deciden, posición política que
no sirve para nada que tengan relación con el ciudadano y la mejora de su
pueblo. Si acaso, les sirve exclusivamente a quienes deciden no apoyar las
políticas generales que aprueban los que tienen responsabilidad de gobierno,
porque de esta forma tan original evitan el trabajo paralelo que demanda
cualquier negación, es decir, que si no están de acuerdo, por ejemplo, con el presupuesto, por otra parte
absolutamente legítimo, que presenten uno alternativo y que no opten por lo de
siempre, es decir, rechazar la totalidad. Aunque ciertamente no dejen de ser
percepciones muy personales, expresarlas no tienen más objetivo que el de
iniciar cuanto antes el debate político que demanda una ciudad que no acaba de
correr carrerilla y conseguir los objetivos que le propusieron los diferentes
gobiernos municipales que la han dirigido hasta ahora. Es más, si desde estas
organizaciones políticas se insiste en que ellos son imprescindibles para la consecución
del estado de bienestar al que aspiramos, que lo demuestren, porque lo que sí
sabemos es que nosotros sí que lo somos, porque sin nuestro voto no son
nada.