martes, 19 de diciembre de 2017

JAÉN MERECE MUCHO MÁS

Imprimir

Por fin, parece que Jaén se ha puesto de acuerdo y ha salido a la calle para hacer visible la endémica falta de atención que padece la provincia por parte de la clase política. La pancarta que pudimos ver por las calles de la capital reclamaba que “Jaén merece más”, que es lo mismo que decir que estamos hartos de que no se nos tenga en cuenta en las grandes decisiones del Estado en lo referente a la industrialización y el equipamiento que justificadamente demanda nuestra provincia. Por supuesto, fácil no ha sido sacar a la calle a tan ingente cantidad de personas unidas por un objetivo común, porque no crean ustedes que las cosas son siempre tan sencillas como dan a entender, ya que a lo largo de los días previos a la cita reivindicativa no han faltado los mensajes directos y subliminales que anunciaban el fracaso, que preguntaban para qué salir a la calle o que no serviría de nada. En realidad, el resultado de la manifestación es algo que queda por ver y del que, en caso de obtener alguna respuesta positiva, pasará tanto tiempo que hasta es posible que se nos olvide. Sin embargo, solo cuando la ciudadanía se une por una causa común es cuando no solo puede conseguir lo que exige de las Administraciones, sino que demuestra una madurez política y social muy recomendable. Por lo tanto, a partir de ahora la pelota está en el tejado de la clase política que tiene sus raíces y que consigue su sueldo de los votos obtenidos de los habitantes de esta provincia. Deben ser ellas y ellos los que, por fin, muestren sus verdaderas posibilidades en el seno de sus respectivos partidos y los que deberán darnos cuenta de sus pesquisas. Eso de salir a primeros de semana para Madrid o Sevilla, perderse, aseguran, en el maremágnum de citas, intervenciones, votos y apariciones en los estrados y perderlos de vista hasta el fin de semana y que, mientras tanto, las escasísimas infraestructuras del Estado y de la Junta se caigan a pedazos sin que hagan nada para al menos contenerlo, sinceramente no puede seguir así.

Dará lo mismo que metamos el dedo acusador en el apartado industrialización o mejora general de las comunicaciones, porque la realidad, por abrumadora y contundente, elimina cualquier atisbo de conformismo. Ya está bien, ya ha llegado el momento de que nos armemos de valor, les perdamos el miedo a los agoreros y nos decidamos por algo tan elemental como que nos mejoren el futuro, si es que tenemos. Nosotros, los ciudadanos, generalmente cumplimos nuestro compromiso con la política que nos dirige y controla aportando regularmente nuestros votos y enviando a nuestros hombres y mujeres allá donde, reunidos unos y otros, se supone que trabajan por mejorarnos la vida y, sobre todo, repartiendo equitativamente el dinero de todos. De la manera que hasta ahora lo han hecho es evidente que no funciona, que se han ido aumentando las diferencias entre territorios y que se mantienen los peligrosos desplazamientos de personas desde el Sur hasta el Norte del país como si estuviéramos en los años 60. Es más, ahora con la crisis catalana, seguro que volverán a sacarnos la poca sangre que nos queda para entregársela a quienes, poseedores de más del cincuenta por ciento de las industrias del país, necesitan más y más para desarrollar lo que anuncian como peculiaridades inviolables. Mientras, a nuestro territorio sencillamente se le ignora: no tenemos AVE ni se le espera por mucho que, aprovechando alguna cita electoral, por aquí venga un ministro a inaugurar dos o tres centímetros de la que dicen que se construye por la zona de Linares; nuestras grandes vías de comunicación, especialmente la A4 y A44, inservibles; las secundarias, peor; las industrias que vienen hasta nosotros, las de siempre, la de servicios y grandes superficies para acabar con el pequeño comercio… ¿Para qué seguir?

Los responsables primeros de todo este desajuste territorial y la penosa situación económica en la que se encuentra nuestra provincia somos nosotros; los segundos, la clase política que elegimos, incapaz de presentar batalla en los foros adecuados e ir un poco más lejos de presumir de sol, fiestas y aceite de oliva. Un viejo proverbio asegura que cuando un alguien te falla la primera vez, la culpa es suya; la segunda es tuya. Pues ya saben, a tomar buena nota y a darnos importancia, aunque solo sea cuando tengamos que votar.