Comprometiendo públicamente nuestros escasos
conocimientos sobre Psicología, aunque apoyándonos en los no menos escasos que
acumulamos sobre Sociedad, nos atrevemos hoy a darle forma a un fenómeno social
de gran envergadura que raro es el día que no nos aporta noticias escandalosas
con menores como protagonistas. Las informaciones que exponen a los niños a los
focos de la actualidad se han convertido en normales y casi diarias, y en todas
ellas comprobamos lo fácil que les resulta a los depredadores sexuales
aproximarse a ellas y ellos y obtener lo que les piden, que casi siempre son
fotos o videos de corte erótico. Lo primero que se nos ocurre es proponernos
entender la situación, porque eso de que a una niña que se hizo mujer hace dos
semanas o un menor que conoció sus apetencias sexuales el mes pasado, alguien
desconocido, a través de internet o el teléfono, al que se le presupone un gran
poder de convicción y, aprovechándose de él, les convenza para que se
fotografíen o se hagan videos caseros en posturas o situaciones comprometidas y
repletas de sexo explícito, sinceramente, deducir que algo llevamos mal en nuestra relación con los menores y que es
urgente taponar las pérdidas de agua del barco en el que no encontramos todos
navegando en busca de un objetivo común. Los pederastas, que gustan de que les
llamemos enfermos, como a los violadores y a todos aquellos que quebrantan las leyes haciendo daño a sus
semejantes, han dejado de ser unos desconocidos para convertirse en primeras
figuras de la locura que protagonizamos en una sociedad cada vez más enferma a
la que le cuesta un esfuerzo enorme enderezar el rumbo y convivir sin
sobresaltos. Naturalmente, en un comentario con este contenido, dejar a un lado
a la familia, a los tutores, padres, abuelos o tíos responsables de la crianza
de niñas y niños, sería un error imperdonable y desde luego que quedaría cojo
de alguna de las patas que lo sostienen. Según los especialistas, lo de
colocarle a los menores un ordenador en sus respectivos cuartos alegando que de
esta forma tienen más intimidad para el estudio, es sencillamente una falacia
como una catedral que en el seno familiar, no obstante, se abona a diario y
que, sin embargo, está abriendo par en par la puertas a un mundo desconocido y
muy peligroso incluso habiéndose preparado convenientemente a la persona que
accede por primera vez. Naturalmente, si se trata de un menor se multiplican
las consecuencias que devienen de semejante decisión familiar y muestra una
peligrosa despreocupación por la formación de uno o varios de sus integrantes.
Siguiendo la línea marcada por los profesionales que trabajan este campo,
eliminar el privilegio que representa que los escolares dispongan de un
ordenador exclusivo para, arguyen, ampliar sus conocimientos, debe ser una decisión urgente que implantar
en el seno familiar. El hecho de que sea un ordenador compartido por todos los
componentes, además, condiciona el acceso, puesto que tendrán que utilizarlo en
un lugar en el que nunca deben faltar los tutores legales y con tiempo
restringido para que pueda ser usado por todas y todos. Por supuesto, si lo del
ordenador personal es algo consolidado en su casa, fácil no será recuperar el
orden y el control que demanda este extraordinaria y al mismo tiempo peligrosa
arma, pero tendrán que planteárselo con urgencia si quieren evitar las funestas
consecuencias que sabemos se derivan del mal uso que hacemos de ellos. Ahora
que estamos a las puertas de qué regalar, piensen antes de decidirse si la
mejor opción es equipar a sus hijas o hijos con un ordenador y colocárselo en
sus habitaciones. Y no se trata de que atiendan esta reflexión porque sí y sí
que acudan a los profesionales que se dedican a estas materias y que sean ellas
o ellos los que les asesoren con más objetividad.