miércoles, 17 de enero de 2018

CATALUÑA EMPOBRECE POR DÍAS

Imprimir

Desgraciadamente, se mantiene el insistente goteo de salida de empresas del territorio catalán y por el momento nadie se atreve a  confirmar una fecha que, ligada o no al proceso que vive esta comunidad, sirva como referencia para detener esta sangría. Evidentemente, la incertidumbre política en la que actualmente se desenvuelve y la inestabilidad social implantada por la situación de cientos de empresas perdiendo trabajadores casi a diario. Por el momento, más de tres mil han decidido cambiar su sede social y empresarial fuera de este territorio. Las últimas, Mitsubishi, Panasonic, la cadena de restaurantes Pastificio y el grupo hotelero Gargallo. Panasonic concretamente emplea a 150 personas en la fábrica que tiene en Cornellá de Llobregat y ahora desarrollará su proyecto empresarial en Alcobendas. En el caso de Mitsubishi Electric, una de las empresas líderes mundiales del sector electrónico, su decisión ha sido la de salir de Sant Cugat del Vallés para trasladarse a San Fernando de Henares, en Madrid. En el caso de Pastificio, su traslado ha sido a Pozuelo de Alarcón, también en Madrid.  Estas son las empresas más destacadas cuyos cambios de sede hemos podido leer en el Boletín Oficial del Registro Mercantil, pero hay una treintena más de menor tamaño que han optado también por irse a la Comunidad de Madrid, como la empresa de transportes Expediciones Montcada, la firma de refrigeración Epta Iberia, la financiera Mercury Capital o la empresa de aparatología médico-estética Becomedical Aesthetic.

Sumadas las empresas que han decidido el cambio de sus sedes sociales, la realidad es que Cataluña acabará recibiendo una enorme factura económica de la que, suponemos, darán cuenta y asumirán su responsabilidad los dirigentes políticos que han propiciado la situación por la que discurre el día a día de esa comunidad. De hecho, las empresas, conscientes de la importancia que tiene la estabilidad social para la marcha de sus negocios, ni siquiera esperan al desarrollo de los acontecimientos más inmediatos, como es el caso de la formación del Parlament y la consiguiente distribución de responsabilidades entre los grupos y las personas que han resultado elegidas para los respectivos cargos. El hecho de que aún se mantenga la incertidumbre del sí o el no a la investidura de Puigdemont como presidente de la Generalitat de forma no presencial y de que finalmente el partido que mayor votos ha obtenido, en este caso Ciudadanos, pase directamente a la oposición sin ningún cargo de responsabilidad en el gobierno, es evidente que añade más preocupación a la sociedad catalana. Por el momento, los letrados del Parlamento, que son los que están autorizados para permitir o no el desarrollo de los plenos y su régimen interior, han dicho que no es posible la investidura de Puigdemont si no es presencial. Las razones que esgrimen son demoledoras: se trata de un pleno en el que la exposición de los argumentos de los candidatos a presidir el Parlament debe debatirse en la cámara y de ninguna forma desde el exterior. No obstante, en la línea habitual con la que se toman los independentistas todo lo que tiene que ver con la legalidad y especialmente con los mandatos de las leyes españolas que no reconocen, lo primero que han declarado es que los razonamientos de los letrados no son vinculantes.


Mientras tanto, comprobamos que Cataluña empobrece a diario, que las empresas siguen saliendo de su territorio también a diario y que muchas de ellas no volverán nunca a ubicarse allí. El hecho de que los independistas estén más preocupados por el desarrollo de su petición de una república catalana y no atiendan las llamadas urgentes de las empresas reclamando estabilidad y futuro para sus programas nos da una idea muy aproximada y real de quiénes son estos individuos y cuáles sus prioridades. Por lo que vemos, el futuro de los millones de trabajadores sigue en el aire y los vientos que corren no son nada halagüeños para ellos.