lunes, 15 de enero de 2018

¿COBARDÍA, MENTIRA O RENDICIÓN?

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Conforme se desembrolla la crisis catalana, la aparición de nuevos frentes en los que han metido la mano en el dinero público los dirigentes de la Generalitat van sucediéndose de forma pausada, pero imparable. Por otra parte, la situación en  la que se encuentran los encausados por el golpe dado al Estado declarando la independencia unilateralmente, no mejora del todo. Los jueces que dirigen el sumario no acaban de creerse, y hacen bien, los argumentos que esgrimen algunos de ellos, sobre todo los que podíamos definir como cabecillas de la rebelión, que ahora se desdicen de sus actuaciones los días previos a la convocatoria del referéndum y los posteriores asegurando que nunca se declaró la república catalana ni nada parecido, que todo fue una parodia de la que, por cierto, renuncian sin ambages. Tal es el momento, la situación en la que viven desde su encarcelamiento, que algunos de ellos han  jurado una y mil veces que no volverán a participar en revueltas o asonadas que tengan como objetivo la independencia. Es más, la que fuera presidenta del Parlament, señora Forcadell, ya ha dicho no a su partido y a quienes la han propuesto para ocupar el mismo cargo, aduciendo que está encausada y que no conviene a la entidad que la presida alguien que tiene asuntos pendientes con la Justicia. Tampoco han faltado los que, una vez puestos en libertad, han renunciado a sus actas de parlamentarios alegando asuntos familiares a los que deben atender. El mismísimo Artur Mas, de un gran peso político en la Generalitat y no menos en su propio partido, ha hecho lo propio y ha cogido el atajo que le saca de la actividad política por el mismo asunto, aunque suponemos que los cinco millones de euros que le exigen los tribunales también habrán sido determinantes a la hora de tomar su decisión.

Naturalmente, aunque ya sabemos que los catalanes no son muy aficionados al refranero español, por casualidad o no  parece que han echado mano de uno de ellos y han optado por una retirada a tiempo aceptando aquello de que cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar… De otra forma no se entiende el cambio tan drástico registrado en las declaraciones de todos ellos, incluido Oriol Junqueras, uno de sus líderes más significados en toda esta crisis. Ahora renuncian a la unilateralidad sin condiciones previas y le añaden que son gentes de buenas familias, de convicciones cristianas, socialmente muy arraigadas y que están dispuestas a interpretar las leyes como corresponde y desde luego que no volverán a las andadas. Lo que no alcanzamos a interpretar correctamente es si se trata de una estrategia para salir de prisión y luego hacer lo que les venga en gana, como ha ocurrido con algunos de los excarcelados, de una puesta en escena perfectamente ambientada o de un acto de sinceridad colectivo. Evidentemente, el hecho de que Puigdemont ande huido por tierras belgas no ayuda precisamente a que la situación se normalice, y más si tenemos en cuenta las intenciones que tienen  sus compañeros de partido, de que sea investido telemáticamente. Esto sí que es rizar el rizo, que un puesto político tan importante y relevante sea ocupado por alguien que se encuentra a miles de kilómetros. Afortunadamente, el resto de partidos políticos no están por la labor y se prevé otra nueva crisis. Y todo porque este hombre, consciente del mal que le había hecho a su pueblo y de las consecuencias legales que se le vendrían encima, eligió salir por pies en cuanto tuvo oportunidad para hacerlo. Y ahí está, apoyado por sus fieles seguidores, que ven en él al salvador de la patria y la persona que les devolverá la honorabilidad que dicen han perdido. Desde fuera, que es desde donde mejor su suelen ver las cosas, todo apunta a que finalmente será detenido y tendrá que someterse a la Justicia como cualquier hijo de vecino que saca los pies del tiesto. Y si no, al tiempo.