viernes, 26 de enero de 2018

EL VOTO, MAGNÍFICO REVULSIVO

Imprimir

Como presagiaban las noticias que hemos ido conociendo a lo largo del año pasado, nuestra provincia ha registrado nada menos que veintisiete personas fallecidas en accidentes de tráfico, la mayoría de los cuales lo fueron por velocidad inadecuada y distracciones, o sea, lo que todos conocemos y que muy pocos aceptamos como limitaciones. Sin embargo, son los principales factores causantes de la mayoría de los accidentes con víctimas o heridos graves. En total veintiséis accidentes de los que, además de los fallecidos, se contabilizaron cuarenta y cinco heridos graves. Estos números representan un aumento del 35 % del número de fallecidos y del 36,6 % en el número de accidentes mortales, porcentaje que debería alertar a los responsables de Tráfico en la provincia para que, a su vez, hagan lo propio con las Administraciones con responsabilidad en las carreteras exigiéndoles inversiones para mejorar la red vial en general y la secundaria en particular, que es donde, como todos los años, se producen más accidentes. Destacar también que de las personas fallecidas en accidente, nueve de ellas no hacían uso del cinturón de seguridad. En el análisis que han realizado los técnicos de la Jefatura de Tráfico de Jaén vemos que, efectivamente, las carreteras secundarias registraron un 81 % de los fallecidos, nada menos que veintidós de las veintisiete contabilizadas. La mayoría de ellas por salida de la vía y colisiones entre vehículos. En la autovía han sido cinco los muertos y todos por la misma causa: salida de la vía. Por cerrar un poco más el círculo, veintidós fueron hombres, y las edades oscilaron entre los 25 y los 34 años, con 9 fallecidos, seguido de los que están entre los 45 y los 54 años, con seis.

En cuanto al trabajo que desarrolla a lo largo del ejercicio la Guardia Civil, los resultados que hemos conocido ahora nos sitúan ante un panorama preocupante, ya que de las 2.535 pruebas realizadas para comprobar el consumo de drogas, un poco más del 30 % de ellas resultaron positivas, concretamente 775. En los de alcoholemia, sin embargo, los números fueron más llevaderos, puesto que se realizaron 80.120 controles y positivo dieron 952, apenas poco más del 1 %. Eso sí, todos ellos estuvieron involucrados en un accidente, es decir, que no fueron detectados en los habituales controles aleatorios que realizan los agentes de Tráfico. Sea como sea, es evidente que la carretera sigue marcando las distancias con los usuarios y que no deja pasar la oportunidad de recordarnos que el que la hace, la paga. El hecho de que las distracciones y los excesos de confianza formen parte del comportamiento de la mayoría de los conductores y que estos dos compartidos defectos sean la causa directa de que los accidentes aumenten por día, cuando menos extraña que entre todos no le hayamos puesto remedio. Primero, el conductor; segundo, el Estado. El que conduce porque es quien tiene la inexcusable obligación de atender las exigencias de la vía, asumiendo la señalización como algo a respetar sí o sí; el segundo, porque es su responsabilidad el mantenimiento de las carreteras y no es necesario que echemos más leña al fuego repitiendo lo mismo de siempre. Es más, ¿cómo es posible que se nos diga que las vías secundarias son las que más accidentes registran a lo largo del año y no hagan nada por remediarlo? ¿Será porque no son competencia directa del Gobierno central y sí de las autonomías? De ser sí, ¿por qué la Nacional IV, especialmente a su paso por nuestra provincia, se encuentra en estado tan calamitoso? Lo negativo y lo extraño de todo esto es que se ríen de nosotros, en nuestras mismas narices, y aún no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en reclamar unidos. Cuanto antes nos demos importancia, cuanto antes asumamos la enorme capacidad que tenemos para quitar y poner gobiernos, antes conseguiremos ser escuchados. Mientras, lo mismo de siempre, algún que otro parche, anuncios de que por fin se mejorará la carretera y poco más.


Que la red vial que une la provincia está en un estado tan peligroso como lamentable lo sabe hasta el más despistado; que no quieren hacer nada por solventarlo, también. Quizá sería interesante darle importancia al voto que depositamos en las urnas cuando nos citan a los colegios electorales; quizá. Desde luego, como revulsivo no conocemos otro mejor.