Decíamos hace unos días que
los partidos políticos, sus representantes, deberían elegir nuevas fórmulas
desde las que captar el voto de los ciudadanos, sobre todo porque una y mil
veces han comprobado que lo de la crítica
porque sí, la mentira o las denuncias sin recorrido no les han resultado
efectivas. Es más, les proponíamos unirse al proyecto de la mayoría y desde ahí
conseguir la adopción de algunas de sus propuestas sin que necesariamente se
entienda en la calle o se perciba como una pérdida ideológica irrecuperable. Al
contrario, lo de todos a una, lo de la unión hace la fuerza, acabaría ganando
terreno a los enfrentamientos vacíos a los que asistimos y no menos a las
denuncias falsas que leemos. El hecho de que cuestionemos lo que ha sido la
política en general entre nosotros no tiene otra razón de que en realidad no ha
servido de nada y que siempre es un buen momento para cambiar comportamientos y
actitudes, y más cuando comprobamos que la ciudad por la que deciden luchar
mantiene buena parte de sus exigencias intactas. Quizá seamos excesivamente
ingenuos, pero ¿no sería mejor que todos se pusieran a remar en la misma
dirección? ¿Ustedes creen que, de haber sido así, hoy tendríamos los mismos
servicios que ahora? Por lo tanto, ¿por qué pierden el tiempo de manera tan absurda?
Nuestra ciudad, lo quieran o
no, debe atendida en sus demandas, debe recuperar su orgullo y perder de vista
para siempre, por ejemplo, las inundaciones que sufren nuestras vecinas y vecinos,
que arrastran años de vergüenza y esfuerzo que debían evitar quienes, mire
usted por dónde, precisamente les prometieron soluciones inmediatas, o apoyar a
quienes exijan una aproximación entre Andújar y la capital a través de una vía
de comunicación adecuada al número de vehículos que la usan a diario. Lo de
menos es quién lo propone; lo que importa es que se trabaje a favor de su
consecución. La dinámica que actualmente se sigue por parte del actual gobierno
municipal, de ir dotando de servicios a los diferentes barrios de la ciudad,
del arreglo integral de sus calles y del equipamiento básico que demanda una
ciudad de casi 40.000 habitantes, si hubiera sido compartido seguro que no solo
sería más tangible su realización para los ciudadanos, sino más rentable para
los decididos a participar en su consecución. Sin embargo, ya ven, están tan
convencidos de que la crítica deben mantenerla por ser fórmula idónea de
aproximación al ciudadano, y que si la hacen acompañar de mentiras, la cosa
puede alcanzar cotas de apoyo electoral impensables, que ahí los tenemos,
prestos a firmar su propio descalabro político.
Naturalmente, legitimados
estamos para desarrollar nuestra particular concepción de la realidad en la que
nos desenvolvemos, con muchos de los empresarios de toda la vida no atravesando
sus mejores momentos, con un comercio que no acaba de despegar, con
equipamientos mínimos que no llegan ni a empujones… Y menos mal que la cordura
se ha impuesto en el Ayuntamiento y las decisiones se toman compartidas y en
ningún caso porque yo quiero, porque de otra forma nadie daría un euro por
nosotros. El disparate se desterró y lo que se decide ahora antes pasa por el
filtro del sentido común, lo que en momento tan especial como el que
compartimos con el resto del mundo, estabiliza pasiones y, de paso, la
economía. Y eso, no lo duden, no tiene precio.