Las convocatorias firmadas por
los mayores y desarrolladas en la práctica totalidad del país este fin de
semana, nos da una idea más que real del nivel de preocupación y rechazo
existente entre los jubilados y los pensionistas en general. De hecho, ha sido
la primera convocada en todo el país y en todas las capitales de provincia y en
pueblos de la importancia demográfica del nuestro, y todas ellas pueden
presumir de haber colocado el cartel de “no hay más sitio en donde meternos”.
Otra cosa, naturalmente, será la valoración y el posterior resultado que el
Gobierno dé a esta masiva manifestación de cabreo nacional, porque ya sabemos
que cuando no quieren darse por enterados, lo disimulan a la perfección porque
no tienen por costumbre atender las demandas ciudadanas. Luego sí, cuando
nuestro voto les sea imprescindible para mantenerse en el poder, entonces sí
que nos mostrarán su mejor cara, nos atiborrarán de mensajes de buenas nuevas,
de tiempos de vacas gordas y lo que el votante necesite con tal de que los
escojamos de entre la enorme oferta de partidos y opciones que nos llegarán.
Hay algo, no obstante, que creemos conviene recordar a quienes no suelen
mostrarse especialmente receptivos con los que les llegan en forma de queja
desde la calle, y es que en las concentraciones de este fin de semana hemos
podido escuchar repetidamente una llamada al Gobierno y al Partido Popular muy
concreta: “No contéis con nuestro voto en las próximas elecciones”. Dicho así
podía pasar desapercibido, pero la realidad es bien distinta, porque recordemos
que los jubilados y las personas que cobran una pensión son nada menos que
aproximadamente diez millones de personas, o lo que es lo mismo, diez millones
de votos. Tirar por la borda semejante patrimonio por un partido político sería
como tirarse por un balcón y no creemos que haya alguno dispuesto a cometer tan
craso error.
En la calle hemos aprendido
que el voto tiene mucha más importancia de lo que creíamos y asumido, por
tanto, que a lo largo de los años de llevamos de democracia, en muchas de las
convocatorias los hemos regalado a quien quizá no lo merecía. Afortunadamente,
si ahora recuperamos el sentido común, lo de darnos pisto y presumir de tener
en nuestro poder un arma tan infalible como es el voto y con él poder quitar y
poner políticos, la verdad es que es muy probable que iniciemos un camino hacia
nuevas metas en las que el control sobre las decisiones que hasta ahora han
tomado en nuestro nombre y sin consultarnos les sea un poco más complicado.