lunes, 19 de febrero de 2018

SE VENDEN Y SE COMPRAN VOTOS

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Las convocatorias firmadas por los mayores y desarrolladas en la práctica totalidad del país este fin de semana, nos da una idea más que real del nivel de preocupación y rechazo existente entre los jubilados y los pensionistas en general. De hecho, ha sido la primera convocada en todo el país y en todas las capitales de provincia y en pueblos de la importancia demográfica del nuestro, y todas ellas pueden presumir de haber colocado el cartel de “no hay más sitio en donde meternos”. Otra cosa, naturalmente, será la valoración y el posterior resultado que el Gobierno dé a esta masiva manifestación de cabreo nacional, porque ya sabemos que cuando no quieren darse por enterados, lo disimulan a la perfección porque no tienen por costumbre atender las demandas ciudadanas. Luego sí, cuando nuestro voto les sea imprescindible para mantenerse en el poder, entonces sí que nos mostrarán su mejor cara, nos atiborrarán de mensajes de buenas nuevas, de tiempos de vacas gordas y lo que el votante necesite con tal de que los escojamos de entre la enorme oferta de partidos y opciones que nos llegarán. Hay algo, no obstante, que creemos conviene recordar a quienes no suelen mostrarse especialmente receptivos con los que les llegan en forma de queja desde la calle, y es que en las concentraciones de este fin de semana hemos podido escuchar repetidamente una llamada al Gobierno y al Partido Popular muy concreta: “No contéis con nuestro voto en las próximas elecciones”. Dicho así podía pasar desapercibido, pero la realidad es bien distinta, porque recordemos que los jubilados y las personas que cobran una pensión son nada menos que aproximadamente diez millones de personas, o lo que es lo mismo, diez millones de votos. Tirar por la borda semejante patrimonio por un partido político sería como tirarse por un balcón y no creemos que haya alguno dispuesto a cometer tan craso error.

En la calle hemos aprendido que el voto tiene mucha más importancia de lo que creíamos y asumido, por tanto, que a lo largo de los años de llevamos de democracia, en muchas de las convocatorias los hemos regalado a quien quizá no lo merecía. Afortunadamente, si ahora recuperamos el sentido común, lo de darnos pisto y presumir de tener en nuestro poder un arma tan infalible como es el voto y con él poder quitar y poner políticos, la verdad es que es muy probable que iniciemos un camino hacia nuevas metas en las que el control sobre las decisiones que hasta ahora han tomado en nuestro nombre y sin consultarnos les sea un poco más complicado.