La próxima semana llega una de
las celebraciones más compartidas en nuestra ciudad. La semana santa, además de representar un
encuentro cristiano en la calle con nuestras imágenes más representativas,
supone el reencuentro con las cientos de personas que andan en la diáspora por
infinidad de lugares de dentro y fuera de nuestras fronteras, y que esperan la
llegada de estos días para volver a casa, unos para recuperar viejas
tradiciones, otros para ponerse debajo
de uno de los pasos que recorrerán nuestras calles y la mayoría para llevarse
la fuerza que la familia les proporciona y que tanto necesitan allí donde
residen. Sea como sea, lo primero que deseamos es que la meteorología permita a
cofradías y hermandades procesionar a sus patronos, que no para otra cosa
trabajan a lo largo del año. Por supuesto, tendremos novedades de gran
importancia en la mayoría de ellas gracias al esfuerzo y desvelos de sus
cofrades, que dedican algo más que su tiempo en mejorar el paso, la vestimenta
o el ornato general de la comitiva. Nuestra ciudad hace años que cuenta entre
las citas preferidas de quienes buscan lugares en donde poder vivir con
intensidad y devoción la semana de pasión, y es un hecho que está obteniendo,
paso a paso, entrega a entrega, un gran prestigio que la coloca entre las que
son más seguidas y mejor valoradas.
Un año más, por tanto,
volveremos a compartir con nuestra gente una cita que saca a la calle a la
práctica totalidad de la ciudad y que reclama para ella y sus objetivos más
atención de las Administraciones implicadas en su desarrollo, especialmente del
Ayuntamiento, del que esperan los apoyos institucionales básicos que les
permitan la consolidación de sus sueños. Como ocurre con otras convocatorias,
la organización de la semana santa depende directamente de la agrupación de
cofradías, que a su vez demanda la participación de los estamentos que
participan en su desarrollo y control con el objetivo de conseguir el esplendor
y la exaltación de sus principios cristianos. Naturalmente, el esfuerzo es ímprobo
y las dificultades enormes, y la necesidad de la participación de todos se hace
imprescindible sabiendo que los apartados economía, tiempo de dedicación y
organización demandan algo más que imaginación para poder salir a la calle con
todos los honores y como en general se espera de todas las cofradías.
Ahora, el tiempo es quien toma
el control del inmediato futuro de la semana santa en nuestras calles y quien
se encargará de que todo salga bien. Evidentemente, no sería la primera vez ni
tampoco la última que, con todo preparado, con los pasos a las puertas de la
parroquia de residencia, se han quedado con las ganas de procesionar a sus
patrones. De hecho, nadie como los cofrades entran y salen estos días de los
portales de internet donde se informa de la evolución meteorológica en busca de
la ilusión que les suponen los avisos de que todo va a ir bien. Un año es un
período excesivamente extenso como para no entender la ilusión y las ganas de
todos ellos por ver en la calle, entre los suyos, a sus cofradías y sus
imágenes luciendo con todo esplendor y belleza. Ojalá los astros despejen los
cielos y nos ayuden a abrir las puertas de nuestros templos para compartir
ilusión y admiración con nuestra gente, con nuestros esforzados e
incondicionales cofrades. La radio, como siempre, estará a su lado para
proyectar la buena nueva al mundo.