miércoles, 7 de marzo de 2018

POR RESUMIR, MUY DESAGRADABLE

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Está claro que lo que nosotros expresemos en los comentarios diarios tendrá una importancia relativa para ustedes. Si lo hace un significativo representante de la Administración central, desde luego que no caerá en saco roto. De hecho, ahí tienen ustedes las críticas que ha recibido el gobernador del Banco de España, del que se conoce que gana un sueldo mensual que supera los 180.000 euros y que, suponemos que azuzado por sus jefes, o sea, el Partido Popular, se ha atrevido a decir que los jubilados tienen en sus viviendas un valor añadido que les permite vivir de su pírrica pensión con holgura y sin preocupaciones importantes. Por supuesto, no ha tardado en decir que sus palabras se han sacado de contexto, etc., etc. Las cosas que se dicen en público lo lógico es que antes las   sopesen, las valoren e intuyan cómo les caerá a la ciudadanía, y precisamente por eso no entendemos cómo este destacado funcionario metido a político se atreve a decir semejantes tonterías. Es más, según su opinión, los sacrificios que los ahora jubilados han tenido que hacer para pagar la hipoteca para así vivir con relativa tranquilidad el resto de sus días, a lo que por cierto tienen todo el derecho del mundo, les obliga a guardar silencio, a no quejarse de las malas intenciones del Gobierno. Y todo porque sus viviendas, ahora exentas de vérselas con los bancos, les proporcionan seguridad y algo de tranquilidad, y por eso, según este hombre de incondicional disciplina de partido, debían de pagar impuestos que graven sus alegrías. Si pasamos página y nos vamos en busca de otro representante de los destacados por las chorradas que suele decir cuando le viene en gana o gusta de salir en los medios de comunicación, la diputada del Partido Popular por Málaga, Celia Villalobos, vicepresidenta del Congreso para más detalles, que ha sido cazada en infinidad de ocasiones o bien durmiendo en el sillón o jugando con su tablet mientras se discutían los presupuestos del Estado, comprobamos que sus barbaridades no tienen límites ni son desmentidas por sus compañeros de partido. Eso de asegurar que en España los jubilados deberían trabajar hasta los ochenta años como ella tiene previsto hacer o que los jóvenes, con dos euros ahorrados al mes, cuando alcancen la edad de jubilación ya tienen un fondo de pensiones para vivir holgadamente, no solo marca diferencias con el resto de ciudadanos, incluidos los que anden mermados en sus facultades psíquicas, sino que cabrea a la totalidad. De hecho, este tipo de obscenidades orales  solo ella es capaz de pronunciarlas y no dimitir al día siguiente. Y de su partido no digamos, porque como mínimo debía obligarle a callar para evitar que les reste votos en las ya inminentes elecciones del 2020, si es que no se convocan antes.

En situaciones de tanta precariedad social y política, de tanta crispación ciudadana, de tanta justificada necesidad económica entre los jubilados y pensionistas, la mesura debe marcar distancias y comportamientos. Y es que si en estos días las calles se llenan casi a diario de manifestaciones reclamando justicia para pensiones y sueldos de funcionarios policiales, le añadimos declaraciones de esta guisa, que muestran un desconocimiento preocupante de cómo les va la vida a los ciudadanos, que se incrementen las ganas de reventarlo todo, de echar abajo lo establecido, es lo menos que pueden esperar los que, encima, sin pudor, se atreven a decirnos que su mayor precaución es que vivamos mejor, no bien, sino a todo tren. A nosotros nos parece que no estaría de más sentirnos preocupados viendo el bajísimo nivel que muestran los políticos que nos gobiernan. Y, lo que es peor, su falta de sensibilidad para interpretar correctamente las penalidades que pasan millones de ciudadanos. En resumen, muy desagradable.