miércoles, 14 de marzo de 2018

PRECARIEDAD ABSOLUTA EN EL MERCADO DE TRABAJO

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A estas alturas de la crisis y luego de ir conociendo de cerca las consecuencias de ésta en el mercado de trabajo, los que creen que un contrato indefinido es igual a un puesto de trabajo estable y duradero en el tiempo se equivocan. Y más en nuestro caso, que poseemos el vergonzoso título de ser el país en donde existe más temporalidad en el mercado de trabajo. Y no solo en este tipo de contratos-basura, sino que en los que conocemos como indefinidos y que, en principio,  parecen los más seguros, nada menos que la mitad de los que se firman ni siquiera alcanzan el año. Y todo porque para las empresas lo de menos es el contrato indefinido y sí la fórmula de despido tan barata como la existente. Es más, desde hace unos años la firma de contratos fijos es creciente y se firman más que de los temporales. Así, nos estamos aproximando imparablemente al nivel registrado de este tipo de contratos que se contabilizó en 2007, el año del inicio de la crisis. Dicho esto, lo evidente es que, aunque se han dado importantes avances en la consolidación de algunos puestos de trabajo, el hecho de que aumenten significativamente los indefinidos de ninguna de la maneras podemos pensar que se estabiliza el mercado. Algunos ejemplos: de los trabajadores que han firmado un contrato indefinido, un 40 % no alcanza el año, y, de este mismo porcentaje, seis de cada diez son despedidos.

Los detalles de esta realidad laboral y económica son analizados permanentemente por grupos de economistas y, de entre sus análisis, vemos que no se decantan por ninguna porque insisten en que deben ser estudiadas con rigurosidad ante las turbulencias de un mercado de trabajo que hace años perdió la esperanza de consolidación que tanto bien supondría para la estabilidad laboral del trabajador y la propia continuidad de la empresa. Por supuesto, nos avisan de que las conclusiones a las que han llegado en sus investigaciones ponen en duda la imperiosa necesidad de que existan diferencias entre contratación temporal e indefinida. Estos profesionales participan de la idea del contrato único y también de un castigo, que sería conocido como un bonus-malus en las cotizaciones a la Seguridad Social, para las empresas que abusen de la contratación temporal. Dicho esto, queda claro que se confirma la fuerza del empleo precario, especialmente por su inestabilidad, en la salida de la crisis. De hecho, el año pasado se firmaron nada menos que más de veintiún millones de este tipo de contratos, lo que supuso batir por segundo año consecutivo el récord de contratación. Mientras, los indefinidos fueron un poco más de dos millones. Por si fuera poco, sepan ustedes que los contratos temporales en nuestro país son cada vez más cortos, ya que uno de cada cuatro duran menos de una semana. El empleo a tiempo parcial por no haber encontrado uno a jornada completa, lo que se conoce como subempleo, ha descendido, pero sigue alto respecto a la situación previa a la crisis.

Que los datos y el trabajo de los economistas confirmen que la estabilidad laboral tampoco la proporcionan los contratos indefinidos es justo la guinda que le faltaba al pastel para convencernos de que la más o menos soterrada batalla que han capitalizado el Gobierno y los empresarios consolida unas relaciones laborales prácticamente inexistentes que hace que el mercado de trabajo se encuentre bajo mínimos y, lo que es peor, que no se vislumbren atisbos de mejora de ningún tipo. Por el momento, a falta de que la clase política se conciencie de la realidad laboral en la que el país se desenvuelve, el futuro no se presenta nada halagüeño.