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La verdad es que no queríamos
incorporar el tema de hoy a nuestra carpeta de trabajo, pero las circunstancias
y muy especialmente el giro que ha tomado este tema en las redes sociales, en
donde por cierto suelen gravitar algunas personas poco recomendables y en
donde, gracias al anonimato, sobran los que quieren hacer daño a lo instituido
y a sus gestores, les planteamos a ustedes cómo entienden las decisiones que
han tomado, luego de la reunión mantenida por la Federación de Peñas Romeras,
sobre determinados comportamientos y por concretas personas o colectivos. Lo
primero que queremos dejar claro es que nuestra opinión, desde el primer día
que conocimos en qué condiciones discurrían las relaciones entre carreteros y
cofradía, es que ninguna de las carretas debía ser autorizada por la
organización para hacer el recorrido por el camino viejo en las mismas
condiciones que las que sí lo estaban. De ninguna de las maneras es lógico y,
debido precisamente al descontrol existente, en el que pocos son los que
aceptan el liderazgo o las decisiones de los que sí tienen responsabilidad en
el desarrollo de la caravana, que personas que no conocen lo intrínseco del
trabajo de la Federación y ni tan siquiera las razones que llevan a miles de
romeros y peregrinos a los pies de la patrona, se unan en itinerario tan
hermoso y mariano sin aceptar, por las buenas o por las malas, las condiciones
mínimas que se exigen para un acto en el que la meta debe ser la exaltación de
lo que se adora y el profundo respeto que nos merecen tradiciones con tanta
historia tras de sí.
Dicho esto, que nadie
espere que estemos de acuerdo con los que proclaman el derecho de expresión
contemplado en las leyes, y más cuando es esgrimido con el único objetivo de
hacer el camino a su aire, es decir, sin acatar lo que por unanimidad se
decidió en la asamblea previa que se convoca días antes de la cita romera. Es
en este punto donde nos encontramos con el primer escollo, ya que el hecho de
no estar federados, y por tanto no conocer el articulado del reglamento en
vigor, no son pocos los que entienden que nada ni nadie puede ponerle límites a
lo que entienden son sus inalienables derechos. Y se equivocan, evidentemente,
puesto que la Federación de peñas tiene entre sus cometidos el de organizar la peregrinación al santuario
y lo que esto supone, porque recordemos que no solo se trata de que camine una
carreta detrás de la otra, sino velar por la seguridad de todos, de que se
cumplan los tiempos, de que todos a una levanten el campamentos que se organiza
en el Lugar Nuevo y de cumplir el horario de llegada al santuario. A todo esto
debemos añadir que si de verdad se quiere aupar a nuestra romería a la
categoría de fiesta internacional, para lo que se ha trabajado y se trabaja con
interés, se quiere ofrecer una imagen alejada de la juerga y se quiere
transmitir al mundo el amor que aseguran tenemos a la Virgen de la Cabeza, ¿de
verdad que el problema ahora es que algunos no aceptan imposiciones de nadie y
tienen previsto hacer el camino como les venga en gana, especialmente en el
apartado música? Está claro que el asunto se nos ha ido de las manos y que
entre todos se debía buscar una salida para tanto desatino, aunque nos tememos
que no será fácil. Eso sí, si se aplica también en esta romería lo “que quien
la hace, la paga”, ya sabemos lo que
ocurrirá. Los que están frontalmente en contra de la limitación de sus
preferencias musicales, que por sí mismo nos parece una mayúscula y absurda
aberración y no menos una insuficiencia intelectual, tienen a su disposición a
la organización, que es quien legalmente puede responsabilizarse del desarrollo
de la caravana y que para ello está avalada por la unanimidad de quienes
presentaron y votaron las propuestas. Dicho esto, quizá no sean pocos los que
han escogido erróneamente el lugar en donde expresarse públicamente. De ser
así, nada mejor que buscar entre las ofertas que sean más apetecibles. En el
caso que no ocupa, no se innova; se acaba con la tradición.