miércoles, 2 de mayo de 2018

ÉXITO SIN PALIATIVOS DE LA ROMERÍA 2018

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Cuando le preguntaron al castizo qué le había parecido la Alhambra, no dudó en contestar “como todas las alhambras, aunque, eso sí, la arbolea…”. Si la pregunta la relacionamos con nuestra romería, seguro que nos contestarán que como todas, aunque con la diferencia que aporta la celebración en sí misma. Y así ha sido, una romería más que, como viene siendo habitual, ha sido utilizada por algunos para menospreciar el trabajo de los demás, para ridiculizar actuaciones, para asegurar que si ellos hubieran estado al frente de la organización… Hasta en esto la romería de este año se parece a las anteriores, quizá porque aún no hemos conseguido asumir que nadie es imprescindible y aceptar que los momentos se viven con la intensidad propia que exigen sus condiciones, que comparten miles de personas, que otras miles se ponen a disposición de quienes la disfrutan para cuidar de su seguridad, que otros cientos atienden a detalles aparentemente insignificantes que permiten el desarrollo sin problemas de la convocatoria, que se invierten miles y miles de euros de dinero público, que se inquietan miles y miles de corazones y almas deseosas de ponerse a los pies de la patrona y que es fundamental que, por separado y en grupo, todos aportemos lo mejor de nosotros para conseguir el éxito del conjunto. Y es que un acontecimiento de tanta importancia turística, de tanta trascendencia religiosa y social, demanda una entrega sincera de todos en favor de su continuidad y su ensalzamiento colectivo. Que aparecen errores de bulto importantes, que se podían evitar o que pueden mejorarse, pues naturalmente. Pero entrar a saco en las redes sociales y despreciar a todo lo que se menea porque sí no solo muestra unas decididas ganas de echar abajo el conjunto, sino asomarse al mundo como salvador dispuesto a responsabilizarse de la confección, el desarrollo y el éxito del evento. Quizá sea cierto lo que Álvaro de la Iglesia decía de la modestia, que era exclusiva de burros y que ya no se llevaba, y nosotros no lo sabíamos y de ahí que nos extrañen actitudes tan desproporcionadas y absurdas. Por lo que nos toca y porque estamos legitimados como el que más a dar nuestra opinión, la romería de 2018 ha finalizado con éxito. Que se han detectado errores que deben evitarse en beneficio de un mejor desarrollo, pues sí, pero sin que por ello deban rodar cabezas apoyando lo que los interesados nos venden a través de mensajes envenenados expuestos a la opinión pública. Los que estén convencidos de que todo es mejorable, que se pongan a trabajar al lado de quienes tienen la responsabilidad delegada y que eviten en lo posible crear grupos de presión que, lo quieran o no, acabarán dañando lo que tanto aseguran que aman.

A las personas que este tipo de desencuentros les queden lejos, que sepan que la mayoría de los asistentes, de la organización y de los patrocinadores están satisfechos del evidente éxito conseguido. Que sigan confiando en quienes su objetivo no es otro que el de engrandecer la celebración y que huyan de quienes todo lo ven gris y aseguran que ellos lo harían mejor. Es posible que no todos seamos capaces de entender que existen cauces legales desde los que trabajar desde dentro en favor de una mejora general de la romería al tiempo que se evita hacerlo desde las orillas, que es justo donde se rompen los sueños. Que cuesta, naturalmente. Pero si de verdad se quiere ayudar, nadie entenderá que no sea aceptando de buena gana las exigencias que los estatutos imponen y que fueron aceptados por la mayoría. Lo demás, esfuerzos baldíos que acabarán en la papelera de los corazones de la gente buena.