
El accidente ocurrido en nuestra ciudad el pasado lunes, en el que falleció un joven, nos obliga a la reflexión y a compartir con ustedes nuestra preocupación por el estado actual del tráfico en Andújar. Así, que la circulación en nuestra ciudad es un caos, lo sabemos todos. Que tengan intención nuestros políticos de solucionar los puntuales repuntes que surgen a lo largo del día, y muy especialmente en el horario escolar, es otra cosa, aunque muestras más que suficientes vienen dando del escaso interés que tienen al menos en paliar esta urgente necesidad. Sin embargo, el problema es real y abordarlo cuanto antes nos parece la solución más inteligente. Cuando les dijimos a ustedes que el cambio de la circulación que había decidido la Concejalía del área, y que conduciría todo el tráfico proveniente de las calles Quintería, Los Hornos y Civiles, por Juego de Pelotas, plaza de la Constitución y, a partir de ahí, plaza de España, Argentina y Feria, éstas para comunicarse con Doce de Agosto o los jardines de Colón, según les convenga a los conductores, supondría un problema de alto nivel y mucho peligro para todos los implicados, creemos evidente que no exageramos, ya que si los peatones han comprobado cómo han perdido seguridad en la zona peatonal más usada de toda la ciudad, también los usuarios de vehículos sufren lo suyo por la presión a que son sometidos cuando conducen por este trayecto por la proliferación de personas que les aparecen por todos lados, el número de paso de peatones y la confluencia de vehículos que se dan cita en tan pocos metros cuadrados. Dijimos lo mismo que ahora cuando el equipo de gobierno se planteó seriamente la viabilidad de un aparcamiento subterráneo en la plaza de España, y es que entendemos que el tránsito de vehículos por el centro de las ciudades hace años que fue abandonado por la mayoría de los ayuntamientos y que, en ningún caso, independientemente del peligro real que correrían los edificios próximos a este futuro aparcamiento, el hecho de que la entrada y salida de vehículos se hiciera obligatoriamente por las calles que rodean esta zona, todas estrechas, todas con acerados para una sola persona y con la proximidad de dos centros escolares, parque infantil y zona de recreo, además del un centro de mayores, debía ser aprobado por unanimidad de todas las fuerzas políticas representadas en el Pleno municipal, aunque lo ideal hubiera sido que ni siquiera se hubiera propuesto.
Algo parecido ocurrirá cuando esté acabada la construcción del aparcamiento aprobado por el equipo de gobierno, y que lo promociona una empresa privada, en la calle Juan Robledo, ya que obligará a los usuarios a entrar y salir de él por el único lugar disponible, es decir, por una calle, estrecha donde las haya, de escasa visibilidad y con problemas de accesibilidad al propio aparcamiento. De hecho, parece que la propiedad de este futuro espacio en donde poder aparcar se ha planteado seriamente en varias ocasiones la viabilidad de éste, y de ahí que a estas alturas, después de más de dos años, hayan iniciado las obras hace sólo unos días. Existe otra posibilidad, es verdad, y es que los coches accedieran por la calle Doce de Agosto y salieran por Isidoro Miñón, pero es que, además de mantener los mismos problemas, obligaría a nuestros munícipes a autorizar el paso de vehículos por Doce de Agosto y por ahora han dado suficientes muestras de no estar dispuestos a tomar esta decisión. Eso sí, serán los ciudadanos de a pie quienes padecerán con toda intensidad la puesta en servicio de este aparcamiento, ya que el espacio del que antes disponían, por tratarse de calles semipeatonales, lo perderán en favor del ir y venir de todo tipo de vehículos.
Hace unos días, y a modo de ejemplo, el diálogo que un policía local mantenía con unos ciudadanos denunciados y con su coche sobre la grúa municipal, nos puede situar con realismo ante el divorcio que existe entre los políticos y este funcionario y que, inevitablemente, acaba sufriendo el ciudadano. Según la perspectiva de éste, el problema de Andújar es que había muchos coches y pocos aparcamientos, dando muestras de unos conocimientos sobre el tema que, con todo, no convencieron a los damnificados. Lo preocupante de la situación, con ser por sí misma pintoresca y canalla, es el interés que puso el funcionario público en ceder gratuitamente la responsabilidad del momento a los políticos, a los que calificó de incompetentes y poco sensibles con los problemas de circulación y aparcamiento que sufre la ciudad. Es verdad que desde hace cinco años no controlamos ninguna decisión municipal relacionada con este asunto en nuestra ciudad, al menos no trascendente, y que este parón ha contribuido a la proliferación de problemas en la fluidez de la circulación, pero de ahí a unirse en la crítica a los denunciados creemos que no es bueno para la imagen de ciudad que debemos dar, especialmente quienes tienen responsabilidad directa en el asunto y que han tenido oportunidad de mostrar su disconformidad en los foros adecuados y no en la calle como unos ciudadanos más. Por otra parte, la conclusión a la que llega el agente es por sí misma innecesaria, ya que, teniendo en cuenta que el parque automovilístico ha aumentado sensiblemente durante estos años, lo lógico es que la influencia que tiene sobre la dificultad de la circulación este aumento haya sido decisiva para lo que sufrimos hoy. O sea, que el agente de la autoridad no iba descaminado en el enjuiciamiento de la situación, pero debió guardarse su opinión en beneficio de sus superiores, a los que dejó en muy mal lugar innecesariamente.