
El pasado miércoles, día 2, hizo exactamente un año, que comenzamos a familiarizarnos con el nombre con el que conoceríamos a lo que siempre hemos llamado Llanos del Sotillo. El equipo de gobierno municipal, a poco más de un mes de las elecciones municipales, en un acto del mismo corte de Eurocópter y sus helicópteros “Tigre”, o de la presentación del futuro aparcamiento de la corredera de Capuchinos, se rodeó de las fuerzas vivas de la ciudad para comunicarles que lo que hasta hoy había sido una zona agrícola de escaso valor pasaba a ser industrial gracias únicamente a su gestión, que no por cierto a su celeridad, porque lo pudo hacer tres años antes, y el camino que ahora estamos andando ya estaría recorrido. Lo bautizaron como Innovandújar y lo lanzaron a los cuatro vientos como la panacea de todos nuestros endémicos males. Así, de un día para otro, que así fue como nos lo presentó la coordinadora del acto, estos terrenos antes sembrados de cerezos, manzanos y alguna que otra hortaliza, dejarían paso a hombres y máquinas para convertirlo en Innovandújar, un parque tecnológico de alto nivel, dotado de todo tipo de adelantos técnicos y capaz de surtir de puestos de trabajo a media España.
Justo cuando los hombres y mujeres del gobierno municipal comprobaron que los asistentes no se creían lo que escuchan sus oídos y veían sus ojos, que la expectación había alcanzado su máximo nivel, nuestra primera autoridad asumió el protagonismo y avisó de lo que se nos venía encima: suelo industrial preparado para la llegada de más de quinientas empresas, un bulevar central de gran porte y presencia, zonas comerciales en donde ubicar grandes superficies, estructuras hoteleras, línea de ferrocarril, un palacio de congresos y exposiciones, un pabellón municipal de deportes y pistas deportivas a manos llenas; un carril bici en todo su perímetro, apeaderos en la zona del ferrocarril, 80.000 metros cuadrados de equipamientos, subestación eléctrica de 80 megavatios de potencia, un centro de investigación y formación tecnológica (para cuya realización se ofreció en ese mismo instante la Cámara de Comercio de nuestra ciudad), cuatro puntos limpios... En fin, que como escuchan, los Llanos del Sotillo, en poco más de un año, no los reconocería nadie.
Hoy, la realidad es por sí misma argumento demoledor más que suficiente, ya que después de un año sólo han sido capaces de mover unos cuantos metros cúbicos de tierra, y eso desde hace unos días. Sin embargo, en realidad detenidos nunca han estado, porque nuestra primera autoridad siempre los ha mantenido reservados para sus grandes momentos, para cuando ha querido atraer la atención mediática y de la ciudadanía, como ocurrió justo dos días antes de las pasadas elecciones municipales, cuando acudió hasta allí con una excavadora y sus habituales palmeros, y junto a las banderolas colocadas hacía un año, aseguró que las obras del futuro parque tecnológico habían comenzado. Luego, como era de esperar, todo quedó como estaba hasta hace poco más de una semana, que es cuando de verdad parece que se ha puesto en marcha esta obra, y gracias al dinero aportado por los propietarios de los terrenos. A todo esto, conociendo que estos terrenos ya habían sido elegidos por los anteriores gobernantes para la creación de un polígono industrial, que, por cierto, no contó su compra con el voto de quienes hoy gobiernan, lo menos que puede y debe iniciar inmediatamente un equipo de gobierno con ganas de hacer algo por su ciudad, es el cambio que permitiría que este suelo agrícola pasara a industrial y de esta forma poner en valor un espacio estratégico que revitalizaría a nuestra ciudad. Lo hizo, es verdad, pero tres años después, lo que ha sido determinante para que hoy estemos en una situación complicada y hayamos perdido infinidad de oportunidades de que hasta aquí vengan empresarios con ganas de invertir y, lo que es peor, que algunas de las empresas que ya estaban establecidas entre nosotros, por si pocos eran nuestros males, decidieran cambiar de aires ante la manifiesta incompetencia de nuestros representantes políticos. A las conocidas como Codetran, Tecniagua, Brhitis Petroleum, Mercatur y otras, únanle ustedes serias dudas sobre el sí o el no de Orio, la empresa panificadora que fue anunciada por el equipo de gobierno como otro logro de su gran gestión, y lo que acabamos de conocer, que nos ha dejado realmente preocupados, y es que el Grupo Fersa, una empresa de Andújar por los cuatro costados, ante la pasividad municipal, ha decidido que la construcción de su hotel ambulante, presentado en Fitur el año pasado y que fue noticia en infinidad de medios de comunicación nacionales e internacionales, se hará en Arjonilla. La celeridad de este Ayuntamiento a la hora del proporcionar los diez mil metros cuadrados que necesita Fersa para fabricar este hotel sobre ruedas, ha sido determinante. Los empleos directos que demandará superará los treinta.
Evidentemente, como maniobra política, lo de Innovandújar les ha dado a nuestros actuales gobernantes un rendimiento que podemos calificar de extraordinario. Otra cosa es lo que ha aportado a la ciudad, que también debía ser tenido en cuenta a la hora de las valoraciones. Había que conocer, por ejemplo, la factura del vídeo realizado en tres dimensiones y con la última tecnología virtual, y el ágape que fue ofrecido por el Ayuntamiento a los asistentes al acto, para firmar conclusiones más exactas. Pero hasta aquí podemos llegar, porque todo lo que tiene relación con el dinero que puede gastarse el gobierno municipal sin necesidad de pasar por el pleno para su control y autorización, es un tema tabú y ahí no podemos entrar. Al menos, nos queda la esperanza de que algún día es posible que sepamos en qué se invierte nuestro dinero.