
Las lluvias, como les decíamos a ustedes la semana pasada, han dejado a su paso a infinidad de personas y ciudades en estado de ruina. La respuesta de las Administraciones, al menos de cara a la opinión pública, ha sido inmediata y se anuncian ayudas económicas que servirán para recuperar en parte los patrimonios perdidos, aunque nunca del todo y menos el padecimiento al que han sido sometidas las personas que han vivido directamente la tragedia Una rápida visita a algunas de estas ciudades nos ha permitido aproximarnos a los intensos momentos vividos por los vecinos y la angustia por no saber qué ocurriría durante y después de las lluvias; sus testimonios confirman lo que las imágenes televisivas nos transmitieron en su día y nos han situado en la preocupante realidad en la que viven. Aunque ahora se recuperen del horror compartido, lo que no han conocido aún son las razones responsables de tanta desgracia, por absurdas e incongruentes. Todos coinciden, eso sí, en que el olvido administrativo, el menosprecio con que tratan los arroyos y los cauces que rodean a sus ciudades (sobre los que se depositan todo tipo de basuras), ha sido determinante para las importantes consecuencias que se han derivado y que tanto dolor les ha proporcionado. Si con tiempo se hubiera actuado en la canalización de estos arroyos y se hubiera ajustado al agua que pasa por ellos en época de lluvias, si se hubiera mantenido un nivel de limpieza adecuado y si entre todos hubieran cuidado lo que es también de todos, como es el trayecto que siguen los arroyos a lo largo y ancho del perímetro de sus ciudades, desde luego que otras hubieran sido las consecuencias. Lo preocupante, y así lo denunciaron los entrevistados, es que el problema lo conocen todos, Administración y vecinos, y también su solución. ¿Entonces? ¿Qué papel juegan en todo esto los representantes locales, es decir, los gobiernos municipales? ¿Acaso es que una ciudad entera debe pagar la incompetencia de quienes, ante una evidencia tan peligrosa, ceden a las presiones o exigencias de los partidos que los sustentan y guardan silencio?
Por otra parte, tampoco han faltado a la cita los municipios que vieron cómo se anegaban sus calles debido al olvido, imperdonable se mire como se mire, de no tener limpios los imbornales o sumideros instalados en las calles con el fin de asumir el agua de lluvia que les llegue. En nuestra ciudad, que para este detalle no hace falta que nos desplacemos a ninguna otra, tenemos ejemplos más que de sobra que confirman la inhibición de la Concejalía correspondiente en un tema que puede llegar a ser determinante en caso de que sobre nuestra ciudad descargue una de las tormentas que lo han hecho, por ejemplo, sobre Torreblascopedro o Linares. En una de ellas, que está a disposición de quienes la quieran ver, ¡hasta ha crecido un pequeño jardín, que al día de hoy se mantiene vigoroso!
El propio sistema de limpieza de la ciudad, que cuenta con una distribución absurda, por cuanto algunos de los profesionales tienen prohibida, o al menos eso nos han dicho, la limpieza de las aceras o el asfalto, pero no las dos a la vez, o que las hojas caídas de los árboles no les corresponde a ellos su recogida, y de ahí que con sus barredores eólicos las conduzcan hasta el césped de los jardines, no sólo dan una muy mala imagen de nosotros, sino que, finalmente, la ciudad está sucia. El responsable municipal debía darse una vuelta por la estación de autobuses, puerta de entrada y salida de la cuidad; o el recién inaugurado parque de san Eufrasio, más conocido cuando llueve como la "nueva lagunilla"; o las Vistillas, vergüenza de un equipo de gobierno que la abandonó casi desde el día de la toma de posesión… Seguro que ante espectáculo tan bochornoso, actuaría de inmediato.
Las desgracias, además de no venir solas, pueden preverse, y así debió ser en el caso que nos ocupa. La experiencia asegura que cuando un ayuntamiento se propone llevar a cabo la mejora de su municipio, lo consigue. Por lo tanto, si en algunas ciudades han vuelto a vivir el horror de hace unos años, se ha debido a que la clase política que gestiona el municipio no hizo los deberes ni en tiempo ni en forma.