Iniciamos la andadura del mes de noviembre con la misma desgana y apatía quedejamos octubre. Es evidente que nuestra ciudad necesita con urgencia una buenadosis de optimismo y no menos un replanteamiento de las voluntades políticasalcanzables, porque de las inalcanzables hace años que tenemos las alforjasllenas y, por otra parte, no podemos esperar más: ha llegado el momento de parar la máquina de las mentiras que pusieron en marcha y de la que han obtenido importantes prebendas personales y políticas. Y es ahora cuando debemos preocuparnos de nosotros mismos, ya que estos días, por ejemplo, comenzarán a venir por aquí mujeres y hombres de la política nacional y autonómica cantando las alabanzas de sus respectivos partidos políticos, unos, y renegando de éstos, otros, con los presupuestos del Estado en una mano y los de la Junta de Andalucía en otra. La tarea de las partes enfrentadas, por mucho que nosotros no queramos reconocerlo, está definida desde el principio, es decir, que mientras los que ostentan el poder y, por tanto, están obligados a confeccionar los presupuestos queconsumirán el Estado y la autonomía los defienden justificando las diferentes partidas de inversiones, los de enfrente se limitan a presentar en el Congreso y en el Parlamento sendas enmiendas a la totalidad. Lo lógico sería que, paralelamente, dieran a conocer su propio presupuesto, pero como resulta que esto les obligaría a dedicarle muchas horas de trabajo y, además, no obtendrían el rendimiento político que consiguen rechazándolos completos y a partir de ahí patearse el país criticando las cuentas, pues ni siquiera se los leen.
En nuestro caso, con la ciudad como justificación y sueño, mucho nos tememos que por enésima vez escucharemos el mismo mensaje, es decir, que nos volverán a prometer desde la Junta de Andalucía lo mismo de hace unos años, o sea: el trasvase de agua desde el Encinarejo hasta el poblado del santuario, la finalización de las obras de la estación de autobuses, el último empujón al Cercado del Ciprés y el futuro centro de discapacitados psíquicos. Es posible que este año añadan alguna intervención novedosa, o que nos carguen a nuestro particular presupuesto el arreglo de la autovía de Andalucía, pero no creemos que vaya más allá de lo que les hemos dicho. Resumiendo: más de lomismo. En cuanto a lo que desde el Ayuntamiento se tiene previsto para el ejercicio que comenzará en sólo dos meses, como aún no se ha ejecutado ningún plan de actuación del anterior, suponemos que volverán a ser también los del año pasado y del anterior. No obstante, lo mejor que podían hacer las mujeres y los hombres del equipo de gobierno era pagar a los acreedores locales las deudas que mantiene con ellos desde hace más de cinco años. No piden nada más que lo que es suyo. Luego, con total seguridad, ellos mismos se encargarían de recuperar el optimismo de una ciudadanía apocada y arruinada por obra y gracia de una política municipal desastrosa.
A todo esto, la ciudad que nos prometieron los que en las diferentes etapas de nuestra particular historia la rigieron, sigue siendo una leyenda, un sueño por el momento inalcanzable. Nos parece injusto que después de tantos años de inquietudes frustradas, de necesidades colectivas insatisfechas, aún se mantenga el mismo mensaje estándar, frío, cínico y calculador, vacío de contenido y vergonzosamente repetitivo. Si usamos el cansino mensaje de la clase política local y el de las personas que tienen a bien visitarnos, Andújar es una ciudad con un futuro prometedor que basado fundamentalmente en su ubicación geográfica, en la proximidad con la nacional IV, en su parque natural Sierra de Andújar, en su monumentalidad, en su romería, en su gastronomía y en el museo de coches clásicos de los hermanos Del Val. ¿Entonces? ¿Puede alguien explicarnos cómo es posible quela provincia entera progrese y nosotros ni siquiera mantengamos los logrosconseguidos años atrás? ¿Cómo es posible que se pregone en ferias y fiestas, y especialmente allí donde de por medio haya una copa de vino español y canapés de los buenos, que somos lo mejor de lo mejor, y luego estos discursos no tengan continuidad en la práctica, en el día a día de la ciudad? Sinceramente, no acabamos de creernos que con tanta mentira acumulada en el particular expediente de la clase política que nos representa, sigamos callando a la espera de no sabemos qué milagro por realizar. Miren, en esto sí que estamos de acuerdo: en que sólo un milagro nos salvaría del desastre que han preparado para nosotros.