
La prevista llegada de los más de ocho millones de euros procedentes del Estado y de la Junta de Andalucía, en su totalidad destinados a obras municipales con proyectos aprobados por los respectivos gobiernos, han generado en nuestra ciudad algún que otro enfrentamiento entre nuestros representantes políticos. Unos, porque han querido dejar claro que este dinero llega a los ayuntamientos gracias al gobierno socialista; otros, que no sirve de nada y que sólo tapará la vergüenza que representa la crisis económica que vivimos. Sólo tres partidos coincidieron en que la totalidad de este dinero se quede en la ciudad, entre los constructores y las empresas que los surten de materiales, porque el Partido Popular no dejó del todo claras sus intenciones. De hecho, entre los empresarios del sector existen justificadas dudas sobre el destino final que se les dará a estos millones de euros, ya que la cantidad más importante irá destinada al arreglo de calles y, que sepamos, ninguna empresa de la ciudad se dedica a esta tarea. Según ellos, algunas actuaciones ya están adjudicadas y sólo de las obras del colector y la renovación de las Vistillas es posible que obtengan trabajo para unos meses, pero tampoco tienen completa seguridad, porque el nivel de esoterismo con el que se ha llevado el desarrollo de los proyectos, para los que no han sido tenidos en cuenta, le añaden dudas que en ningún momento debieron generarse en beneficio de unas decisiones tomadas sin presiones ni amiguismos.
El desarrollo del pleno en el que se discutió el destino de este dinero creemos, como ya hemos dicho, que ha servido a algunos empresarios del sector para deducir que no será fácil acceder a la obtención de los proyectos que se propongan para su realización. Y es que cuando de lo que se trata es de distribuir en la ciudad el dinero que viene precisamente para ser destinado a generar empleo, lo que menos se espera es que los partidos políticos lo utilicen para menospreciarse entre sí con el único y egoísta objetivo de sacar tajada electoral para cuando toque. Quedó evidenciado que la ciudad les preocupa, sí, pero para sus intereses, y que las personas que aquí vivimos ni siquiera alcanzamos para ellos la categoría de números. Si en una situación económica de tanto calado como la actual no son capaces de ponerse de acuerdo, sólo porque tienen dudas sobre la intención de voto que pudiera generar entre la ciudadanía el apoyo del gobierno socialista, lo menos que resulta es una actitud ruin y miserable procedente de quienes están obligados a posponer sus intereses en beneficio de sus conciudadanos.
Y más cuando el tiempo ha demostrado la manifiesta incapacidad que poseen para atraer empresas a los polígonos industriales que aún tienen capacidad para ello. Y no nos referimos a los llanos del Sotillo, que ni de lejos lo imaginamos urbanizado y dispuesto para la recepción de industrias, sino al Ave María, que, aunque nos han dicho en varias ocasiones, especialmente por parte del por entonces concejal de Desarrollo Local, señor Salas, porque el actual guarda un significativo silencio, que varias empresas hacían cola a la espera de les fuera asignada una parcela para instalarse, un ejemplo de esta política vacía de contenido y falsedades, lo firmaba Orio, una panadera que iba a surtir a media Andalucía de bollos y dulces, de la que hoy nadie dice nada, pero, eso sí, fue aprovechada mediáticamente para engañar a la ciudad.
Con un expediente como el que firma nuestra clase política, pedirnos que les creamos es un esfuerzo demasiado importante que no estamos dispuestos a plantearnos. Por el momento, a lo más que han llegado ha sido a llevarse y traerse carteles y romerías allá donde se celebra algún evento importante, y presentarlo como si de una fiesta flamenca se tratara. Ahora lo que toca es Fitur y para vivirlo con intensidad se preparan. Lo de inventarse un futuro que evite la emigración, que genere riqueza, que amplíe los horizontes de la ciudadanía, lo dejan para más adelante, cuando ya no sea posible, si es que no lo hemos alcanzado ya. No obstante, cuidado con lo que decimos, no sea que nuestra primera autoridad detenga su vertiginosa actividad, es decir, que deje de acudir a presentaciones varias y saraos, y salgamos perdiendo.