
Abandonamos la semana preparándonos para la celebración del santo de los enamorados, porque aunque a muchos les pese, san Valentín reúne a su alrededor a miles de personas que encuentran en esta fecha la justificación ideal para confirmar o mostrar a sus respectivas parejas que mantienen la llama del amor como el primer día, si no más. Y así están las cosas en casi todo, es decir, que nos lo dan prácticamente todo hecho y que a lo más que podemos llegar es a estar o no de acuerdo con las decisiones que toman por nosotros. Para muchas personas, san Valentín servirá para el reencuentro, para la recuperación de pasiones y de intenciones; para otras es posible que añoranzas de tiempos mejores, cuando no lágrimas sinceras derramadas por lo que ya no se tiene; tampoco faltarán las que aprovecharán el día para iniciar nuevas relaciones. De lo que estamos convencidos es que pocas serán las que puedan abstraerse de la celebración del santo de los enamorados, quizá porque los medios de comunicación nos encargaremos de que así sea.
En política ocurre casi lo mismo, aunque con la diferencia de que podemos opinar e incluso cambiar el rumbo de las cosas gracias a nuestro voto. Lo peor transcurre durante el período que va de una cita electoral a otra, que es cuando los más desalmados aprovechan el tiempo para hacer y deshacer, para mostrar su verdadera cara y sus intenciones, y para prosperar. Y es que no hemos asistido a época tan propicia para los trepas, para los que sólo buscan de la política un rendimiento inmediato y fácil, que no les exija esfuerzos ni tiempo excesivo. Decía hace nos días el líder del Partido Popular, señor Rajoy, que las mujeres y los hombres de su partido se levantan todos los días a ganarse el pan, a justificarse ante sus votantes entregándose a las tareas de oposición como si lo hicieran desde el gobierno. Y estamos convencidos de que así es, y no sólo porque forme parte de sus programa, sino porque de otra manera no se entendería que con los sueldos que ganan, superiores en cinco o seis veces al del españolito de a pie, y asegurados éstos al menos por el tiempo que dure la legislatura, se dedicaran a perder el tiempo. No obstante, por aquello de dejar las cosas claras ante los representantes de los partidos políticos, la perspectiva que se tiene en la calle de lo que hace la clase política es muy variada, destacando por encima de todas y con bastante diferencia que el rendimiento es escaso y que cualquiera lo podría hacer.
A nivel local, destacamos las incorporaciones a las respectivas presidencia y secretaría del Partido Popular y del Partido Socialista de Jesús Estrella y Micaela Navarro. El primero sustituye a Araceli Guerra, y la segunda a Antonio Cuenca. Suponemos que los dos aportarán la frescura del recién llegado y que para ambos el objetivo es conseguir la Alcaldía de la ciudad. La diferencia entre una y otro es que la señora Navarro no tiene entre sus intenciones inmediatas las de ser candidata a este cargo, o al menos así se ha expresado ante quienes se lo han preguntado. En el caso del señor Estrella, sobre el que sobrevuela la duda de si finalmente se irá de la ciudad en busca de otros horizontes políticos, todo parece indicar que no tiene un objetivo mejor que el de mantenerse en el puesto. Sea como sea, es evidente que comienza una nueva etapa para la ciudad. Para los que están, porque se verán obligados a emplearse más en la consecución de alguna realización propia que llevarse a su expediente; y para los que vienen, porque es posible que su proximidad con la élite del poder político mejore nuestras condiciones actuales y de futuro.
En cuanto al fin de semana como tal, el hecho de que el buen tiempo se mantenga estamos convencidos de que influirá en infinidad de personas, que buscarán otros paisajes y otros lugares para disfrutar de lo que a todas luces necesitábamos. Y es que somos gentes de sol, de salir a la calle, de disfrutar del campo y de expresarnos tal como somos siempre que tenemos oportunidad, y mucho más si se trata de una comida campestre. Nuestra sierra, siempre generosa y humilde, callada y sufridora, volverá a notar el ir y venir de los que gustan de los rincones más originales para plantar sus reales y compartir viandas y cantos. Precisamente a estos y estas, nuestro mensaje debe llegarles claro y fuerte: cuidar la sierra es cuidarnos a nosotros mismos. Todo el mal que le hacemos a la naturaleza acabará pasándonos factura en poco tiempo. Si somos capaces de entender que lo menos que podemos hacer por nuestra sierra es dejarla a los que vienen detrás de nosotros en las mismas condiciones que la hemos encontrado, es posible que hayamos dado un gran paso hacia su conservación.
En política ocurre casi lo mismo, aunque con la diferencia de que podemos opinar e incluso cambiar el rumbo de las cosas gracias a nuestro voto. Lo peor transcurre durante el período que va de una cita electoral a otra, que es cuando los más desalmados aprovechan el tiempo para hacer y deshacer, para mostrar su verdadera cara y sus intenciones, y para prosperar. Y es que no hemos asistido a época tan propicia para los trepas, para los que sólo buscan de la política un rendimiento inmediato y fácil, que no les exija esfuerzos ni tiempo excesivo. Decía hace nos días el líder del Partido Popular, señor Rajoy, que las mujeres y los hombres de su partido se levantan todos los días a ganarse el pan, a justificarse ante sus votantes entregándose a las tareas de oposición como si lo hicieran desde el gobierno. Y estamos convencidos de que así es, y no sólo porque forme parte de sus programa, sino porque de otra manera no se entendería que con los sueldos que ganan, superiores en cinco o seis veces al del españolito de a pie, y asegurados éstos al menos por el tiempo que dure la legislatura, se dedicaran a perder el tiempo. No obstante, por aquello de dejar las cosas claras ante los representantes de los partidos políticos, la perspectiva que se tiene en la calle de lo que hace la clase política es muy variada, destacando por encima de todas y con bastante diferencia que el rendimiento es escaso y que cualquiera lo podría hacer.
A nivel local, destacamos las incorporaciones a las respectivas presidencia y secretaría del Partido Popular y del Partido Socialista de Jesús Estrella y Micaela Navarro. El primero sustituye a Araceli Guerra, y la segunda a Antonio Cuenca. Suponemos que los dos aportarán la frescura del recién llegado y que para ambos el objetivo es conseguir la Alcaldía de la ciudad. La diferencia entre una y otro es que la señora Navarro no tiene entre sus intenciones inmediatas las de ser candidata a este cargo, o al menos así se ha expresado ante quienes se lo han preguntado. En el caso del señor Estrella, sobre el que sobrevuela la duda de si finalmente se irá de la ciudad en busca de otros horizontes políticos, todo parece indicar que no tiene un objetivo mejor que el de mantenerse en el puesto. Sea como sea, es evidente que comienza una nueva etapa para la ciudad. Para los que están, porque se verán obligados a emplearse más en la consecución de alguna realización propia que llevarse a su expediente; y para los que vienen, porque es posible que su proximidad con la élite del poder político mejore nuestras condiciones actuales y de futuro.
En cuanto al fin de semana como tal, el hecho de que el buen tiempo se mantenga estamos convencidos de que influirá en infinidad de personas, que buscarán otros paisajes y otros lugares para disfrutar de lo que a todas luces necesitábamos. Y es que somos gentes de sol, de salir a la calle, de disfrutar del campo y de expresarnos tal como somos siempre que tenemos oportunidad, y mucho más si se trata de una comida campestre. Nuestra sierra, siempre generosa y humilde, callada y sufridora, volverá a notar el ir y venir de los que gustan de los rincones más originales para plantar sus reales y compartir viandas y cantos. Precisamente a estos y estas, nuestro mensaje debe llegarles claro y fuerte: cuidar la sierra es cuidarnos a nosotros mismos. Todo el mal que le hacemos a la naturaleza acabará pasándonos factura en poco tiempo. Si somos capaces de entender que lo menos que podemos hacer por nuestra sierra es dejarla a los que vienen detrás de nosotros en las mismas condiciones que la hemos encontrado, es posible que hayamos dado un gran paso hacia su conservación.