Nosotros, erre que erre, seguimos utilizando este espacio los viernes como una plataforma idónea desde la que dirigirnos a los usuarios de las dos ruedas, especialmente de las bicicletas. A los de las motos, sobre todo a los que han decidido que la carretera del santuario les ofrece los elementos imprescindibles para lucirse en las curvas y en las frenadas, recordadles que la Guardia Civil de Tráfico, alertada de esta deferencia, suele recorrerla en varias ocasiones los fines de semana y, consecuentemente, no son pocos los que caen en el error de volver a casa con una sustanciosa denuncia en el bolsillo. Aunque la norma es que los moteros, ellos y ellas, tienen más conocimientos y práctica que nosotros, porque desde hace años no usamos la motocicleta para nuestros desplazamientos, la realidad es que el firme de esta vía es desigual, la presencia de gravilla en los laterales es manifiesta y las curvas excesivas en número y en peligro como para desarrollar velocidades excesivas. De hecho, las limitaciones que nos encontramos a lo largo del recorrido son para todos los usuarios, sin excepciones por el tipo de vehículo o de ocupantes.
En cuanto al importante papel que juegan los ciclistas, fundamentalmente porque son los que corren más peligro durante el recorrido, ya sea la carretera de la Cadena o de la Virgen, que son las más transitadas, conviene recordarles que ellos y ellas también tienen unas obligaciones muy concretas que cumplir y que, por lo que vemos, no todos las aceptan. Nosotros creemos prioritaria la vestimenta, que ha sido precisamente destacada por Tráfico como obligatoria, porque permiten ser vistos desde lejos o con tiempo para que el conductor que coincida con ellos pueda maniobrar antes de la aproximación. Luego, una vez la luz natural deja paso a la oscuridad, el equipo óptico también es obligatorio, y ellos saben muy bien que no sólo se lo exigen, sino que les puede salvar la vida. Una luz blanca delante y una roja detrás deben ser encendidas justo en el momento en el que ellos mismos asuman que aumentan las posibilidades de ser atropellados. Luego, las concreciones que Tráfico les exige a la hora de circular solos o en grupo, y también ellas y ellos deben aceptar, sobre todo cuando descienden, las limitaciones de velocidad que se encuentren al paso.
Este fin de semana, con buen tiempo asegurado, estamos convencidos que el santuario de la patrona será elegido por muchos de estos deportistas, que no tendría en realidad mayor importancia si no fuera porque cientos serán también los que, con sus vehículos a motor de todo tipo y tamaño, harán lo propio. La experiencia nos dice que sobrepasar a un ciclista en una carretera de las características de la que nos ocupa supone un riesgo mientras se desarrolla la maniobra y la misma experiencia nos dice también que son muy pocos los que respetan los legítimos derechos de quienes ascienden o descienden al santuario en bicicleta. No son pocos los que observan a estos esforzados del pedal como estorbos y no pierden tiempo en sobrepasarlos, maniobra que hacen invariablemente generando mucho peligro. Aceptamos el nerviosismo del conductor del coche y entendemos que un ciclista te obliga a frenar y continuar detrás de él hasta encontrar la oportunidad de sobrepasarlo, pero eso es lo que hay.
A todo esto, echamos de menos, y lo hemos dicho en infinidad de ocasiones, unos carteles que adviertan a los usuarios de vehículos a motor de la presencia de ciclistas en esta vía. Así, en todos los cruces en los que se puedan incorporar automovilistas, prevenirles con tiempo estamos convencidos de que evitaría situaciones que, cuando menos, alteran el sistema nervioso de muchos de ellos. Por lo tanto, al final del comentario, conviene recordar a unos y otros que la mejor decisión que pueden adoptar es armarse de paciencia cuando se las tengan que ver unos y otros, y respetarse mutuamente. Feliz fin de semana.