viernes, 27 de mayo de 2011

LA SIERRA PIDE AYUDA Y EXIGE MÁS CUIDADOS


La romería chica de la semana pasada consolida la extrema gravedad en la que se encuentra el parque natural. Cada convocatoria de este tipo, a la que acuden miles de personas dispuestas a disfrutar de un día festivo, supone un nuevo revés para la fauna y la flora del magnífico recinto. Como era de esperar, el maltrato recibido ha dañado gravemente algunos de los rincones del parque debido a los excesos de quienes los eligieron para ubicar sus reales y usarlo como punto de referencia y encuentro para familiares y amigos. Justo cuando la sierra comenzaba a asumir el daño que le supuso el paso de los miles de romeros que recorrieron el camino viejo la pasada romería, otros tantos se han encargado de devolverle con creces la suciedad que ya había sido retirada y recargarlo de basura. Es verdad que la romería chica tiene más ligazón con el Lugar Nuevo y que es en ese punto donde más personas nos encontramos, pero no por tratarse de un recinto cerrado al paso de personas y vehículos, y que sólo se puede acceder con permiso y controladamente, lo han tenido en cuenta quienes lo eligieron para disfrutar del día. Al contrario, como si del paso de una marabunta se tratara, así lo dejamos cuando levantamos el campamento.

Como hemos dicho en otras ocasiones, poco se puede hacer desde un medio de comunicación que no sea lo que hacemos, es decir, recordar a los visitantes que, como invitados que somos, debemos portarnos educadamente durante nuestra estancia, evitando deshacernos de lo que nos sobra en donde mejor y más cómodo nos viene, y usando los contenedores colocados al efecto con el objetivo de no dañar el ecosistema, porque de lo que debemos convencernos cuanto antes es de que le infringimos un castigo desproporcionado e injusto a una zona ya de por sí muy maltratada, al tiempo que dejamos constancia de un preocupante desconocimiento sobre el medio ambiente. Dará igual que los dirigentes del parque se encarguen de hacernos llegar su preocupación por las consecuencias que se derivan de tan masiva asistencia, o que sean cientos los carteles que nos avisen de cómo debemos comportarnos durante nuestra visita, porque la realidad supera con creces a la ficción y lo que vemos, por desagradable e incomprensible, deberíamos de evitarlo aunque fuera sólo por la mala imagen que ofrecemos a quienes nos observan.

Afortunadamente, a partir de ahora se inicia un período de relativa calma que sólo se verá alterado los fines de semana por la llegada de más visitantes de los habituales, pero éstos, por lo que conocemos de ellos, responden a un perfil radicalmente diferente y su paso por el parque natural casi ni se notará debido precisamente al extremo cuidado que muestran a lo largo y ancho del camino. No será así, por el contrario, en el entorno de la real basílica de la patrona, en donde nos encontraremos con los mismos de siempre, es decir, con los prestos al abuso, con los que no cuidan ni su lenguaje ni su actitud y que andan convencidos de que lo que es de España es de los españoles. Y punto. No obstante, deberíamos de hacer uso de nuestro inalienable derecho y no permitir que se den casos de este tipo en donde tanta pasión y amor mariano podemos observar a cada paso, en donde tanta inversión se ha hecho para conseguir mejorar el entorno y en donde tantas ilusiones se han puesto para aupar a la patrona de la diócesis y de la ciudad a lugares de mayor proyección popular.

A todo esto, conviene decirles que no se trata de una posición personal desde la que pretendamos obtener algún beneficio. Al contrario, reclamamos para nuestro parque natural no sólo más atención administrativa, sino de todos los que lo eligen para conocerlo y disfrutarlo. Debemos concienciarnos de la importancia medioambiental que posee el parque natural para todos nosotros, incluidos por supuesto la flora y la fauna autóctona del recinto, y mostrar siempre nuestra mejor cara. Sólo con esta actitud podremos seguir disfrutándolo.