viernes, 10 de junio de 2011

LOS CICLISTAS SIGUEN SIENDO OBJETIVO DE TODOS

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Desde la semana pasada venimos dedicándole tiempo e imaginación con la intención de hacerles llegar a ciclistas y usuarios en general de las vías urbanas e interurbanas, nuestra preocupación por la evolución de la accidentalidad que protagonizan especialmente los ciclistas. Evidentemente, ni de lejos hemos conseguido apoyos en cantidad suficiente como para tener capacidad de reconducir las peligrosas actitudes de quienes se olvidan con excesiva facilidad de que las bicicletas siguen siendo unos vehículos que estorban, que desagradan y que entorpecen gravemente la circulación. Esa es la opinión generalizada de quienes observan a estos usuarios desde el volante de un automóvil y, por las mismas, hacen todo lo posible por evitarlos cuanto antes, lo que contribuye a que a veces sean adelantados, tanto en ciudad como en carretera, en condiciones muy peligrosas. Por si sirve de algo, nosotros seguimos insistiendo en que tanto uno como otro, es decir, el conductor de un vehículo a motor y el ciclista, tienen los mismos derechos y obligaciones cuando ponen en marcha sus respectivos medios de transporte.

Y precisamente el buen tiempo, que es lo que tendremos este fin de semana y parece que a partir de mañana la extraña será la lluvia, y no como ahora que es la norma, lo lógico y contrastado es que sean muchos los usuarios de estos vehículos de dos ruedas los que se echen a la calle, especialmente a la carretera y más concretamente a dos que tienen muy a mano, o sea, la de la Cadena y la del Santuario. La coincidencia de esta última con el ascenso y descenso que otros tantos cientos de usuarios con vehículos a motor, entorpecerá enormemente el paso de unos y de otros, pero con la diferencia de que unos lo harán en situación de peligro permanente y otros no tanto; los de las bicicletas, porque su vehículo es lento, sobre todo si asciende; los de los coches, porque además de que sus vehículos son rápidos, porque sus conductores no tienen como norma respetar los derechos de los primeros. La consecuencia inmediata que se deriva del inevitable enfrentamiento es peligro. Y, claro, tienen todas las de perder los primeros, ya que en caso de caída o de atropello su única defensa en su propio cuerpo.

Si a una situación por sí mismo compleja y delicada le sumamos el que no son pocos los usuarios de vehículos a motor que sencillamente no aceptan a los ciclistas ni en la carretera ni en la ciudad, se deduce que mientras se mantengan uno detrás de otro a la espera de adelantarles, se masca la tragedia, como diría el castizo. Nosotros, echando mano del lema que la Dirección General de Tráfico ha sacado a la calle con el fin de poner un poco de orden en donde tanto caos se detecta, estamos convencidos de que si todos nos respetamos, es decir, ciclistas y automovilistas, hay sitio para todos. Por otra parte, cuando uno de los dos ni entiende ni quiere entender que los derechos de unos y de otros son inalienables, enseguida aparecen los malos modos, los bocinazos cuando no las peligrosas maniobras que a veces resultan fatales.

Estamos convencidos de que cuanto antes pongamos a cada cual en el lugar que le corresponde, cuanto antes nos dejemos de creer que lo sabemos todo, mejor para las dos partes. Además, que cuando se viaja por placer, cuando las prisas no están justificadas, lo mejor para la estabilidad mental es disfrutar del camino y no hacerlo airado y tenso. Repetimos que el buen tiempo contribuye al aumento de estos usuarios en la ciudad y en la carretera, y que desde el automóvil se debe contar con ellos. Lo que particularmente nos gustaría es que las autoridad con responsabilidad en este importante asunto participara activamente colocando a lo largo de las carreteras habitualmente transitadas por los ciclistas unos paneles informativos que avisaran de su presencia. Si de lo que se trata es de prevenir antes que curar, creemos sinceramente se estamos perdiendo el tiempo.