viernes, 17 de febrero de 2012

LA IMPORTANCIA DE CONOCER NUESTRO COCHE

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El hágaselo usted mismo, que es una decisión que casi siempre nos suele salir más cara que si contratáramos a un profesional, cuando de lo que tratamos es de revisar nuestro vehículo, debemos tener en cuenta una serie de puntos sin los cuales atados y bien atados no debíamos poner las manos encima de una máquina compleja donde las haya y exigente por demás. Como saben ustedes, un automóvil es un gran mecano compuesto por entre cuatro y cinco mil piezas, dependiendo del modelo y el tamaño, y todas deben ensamblar con tolerancia cero. Con esto queremos decir que cualquier operación que realicemos puede acabar ocasionándonos un serio disgusto, y no siempre económico, porque no exageramos si afirmamos que nos puede ir la vida en ello. De hecho, existen elementos que deben ser intocables por manos como las nuestras, desconocedoras de la mayoría de los componentes y que demandan la atención del profesional.

En otras ocasiones hemos tocado este asunto y hemos dejado claro que el usuario de un vehículo tiene la obligación de levantar de vez en cuanto el capó y comprobar el estado general del motor, aunque siendo consciente en todo momento de que ir más allá y meter la mano en piezas que no conoce, puede acabar en avería costosa. Es el caso, por ejemplo, de los aceites, tanto del motor o el cambio, o los líquidos de frenos y servodirección, que conviene no perderlos de vista por razones obvias: en el caso de los aceites, porque la vida del motor depende de que mantengamos el nivel que exige el fabricante en todo momento; y si se trata de los frenos y la dirección, las mismas razones justifican este cuidado. Por lo tanto, si sabemos comprobar los niveles de ambos y contamos con aceite o líquido de reserva de la misma composición, añadirle hasta conseguir el nivel no parece que sea una operación compleja, aunque sí delicada. Conviene recordar, porque sabemos es una operación desconocida, que mientras cambiamos el aceite del motor cuando hemos recorrido los kilómetros previstos, el líquido de frenos solemos mantenerlo hasta el mismo día en que cambiamos de vehículo. Sin embargo, el fabricante aconseja renovarlo cada dos años, que es lo mismo que debemos hacer con el anticongelante, del que recordamos interviene no solo en evitar la congelación del agua del radiador, sino en eliminar la posibilidad de que ésta hierba. Es decir, que es importante y fundamental tanto en invierno como en verano.

Por supuesto, el inflado de los neumáticos, que debe ir mucho más lejos de las operaciones habituales que seguimos, ya que para algunos de nosotros, con solo comprobar el nivel de aire que tienen es suficiente, pero se debe ir más lejos y conocer las propiedades y exigencias de éstos, porque algunas marcas aconsejan más o menos cantidad de aire en invierno o verano, o incluso tienen en cuenta la velocidad a la que circularemos, o si la carga es completa o no. Luego, aunque parezca que no tiene mayor trascendencia, es imprescindible inflar o desinflar los neumáticos cuando el vehículo ha estado en reposo o no haya circulado más de tres kilómetros, porque es la única manera que tenemos obtener una información fiable del aire que tienen. Naturalmente, el equipo óptico también puede ser revisado y reparado por nosotros, pero con condiciones, porque aunque aparenta ser una operación sencilla, puede complicarse en el momento en que no sigamos los pasos que nos marca el fabricante. Y así podíamos seguir pasando por las gomas del limpiaparabrisas, o el líquido del lavaparabrisas, o la comprobación de ir equipados con los triángulos obligatorios para caso de avería, el chaleco o los chalecos que nos exigen para salir a la calzada en carretera, etc.

Por lo tanto, como poder podemos, aunque estamos convencidos de que en todos los casos la mejor decisión es acudir a un profesional de la mecánica para que nos diagnostique el estado del coche y repare lo que no funcione correctamente. Estos profesionales aportan la fiabilidad que nosotros no tenemos y, además, nos garantizan la intervención. Como es bien sabido, a veces lo supuestamente barato suele salir caro.