Como ocurre con los eventos en
general, una vez celebrados llega el momento del análisis, del planteamiento de
cómo se han hecho las cosas y las valoraciones propias de los responsables, que
a su vez están obligados a presentar la memoria de su trabajo ante sus
superiores, porque la figura del superior es inevitable. Es el caso de Fitur,
la feria internacional del turismo convocada en la capital de España y en la
que Andújar estuvo presente. De acuerdo con el programa previsto y aprobado, se
han cubierto las expectativas y se han cumplido a rajatabla los compromisos
adquiridos. A partir de ahora, por tanto, se inicia un período en el que los
profesionales del sector presentes en el recinto de IFEMA de Madrid que han
recibido información sobre nuestro patrimonio turístico, muevan ficha.
Consecuentemente, nos encontramos en un momento de complicada objetividad,
puesto que, al tratarse de un negocio puro y duro, las empresas que se encargan
de llevar y traer visitantes se mueven por circuitos casi siempre alejados de
la complacencia del cliente en favor del rendimiento económico que pueden
obtener de su trabajo.
Sabemos que de Andújar hablaron nuestros representantes en Fitur de forma y manera que hemos conseguido calar en las personas que buscan paisajes alejados de los tópicos, especialmente lejos de las playas y próximos a
Aprovechando los discursos que escuchamos de voces autorizadas que nos llegan desde la política y las empresas del sector, corroboramos sus afirmaciones cuando aseguran que nuestras posibilidades turísticas son muy importantes. Como habrán escuchado en infinidad de ocasiones, tenemos una situación geográfica excepcional que por el momento no hemos sido capaces de aprovechar, y no solo desde la perspectiva del turismo de interior, porque tampoco hemos avanzado en el sector industrial. Y como de promesas de mejoras inmediatas que harían de nuestra ciudad objetivo de primer orden para que las empresas vinieran a nosotros por cientos, sabemos muchísimo, es lógico que mantengamos intactas nuestras ilusiones sobre lo que económicamente nos puede proporcionar el turismo que busca tranquilidad, paisajes, flora y fauna para atiborrarse. Y si se trata de degustar nuestra cocina, si presumimos de convivir con cocineras y cocineros excepcionales, y no duden que lo hacemos, es porque estamos convencidos de que están muy por encima de la media.
Enfrentarse al reto de la obtención de este objetivo creemos que no sería un esfuerzo en balde. Eso sí, si no se está convencido, si no se tienen las ideas claras o si las aptitudes técnicas no están a la altura de las circunstancias, perderemos el tiempo y el dinero. Por el momento, demostrado ha quedado que somos capaces de organizar eventos de gran atractivo popular que han sido premiados con el apoyo de quienes los disfrutaron y con escasa demanda de dinero público y privado. Al menos tenemos extraordinarias referencias dentro y fuera de nuestras fronteras. Y eso puede ser un primer paso.
