lunes, 16 de diciembre de 2013

TREINTA Y UN AÑOS JUNTOS POR LOS MÁS NECESITADOS

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Situados estamos en las fechas más entrañables del año. Estos días es cuando mejor se conoce a sí mismo el ser humano, ya que es cuando más esfuerzos suele hacer a favor de los más necesitados. También es verdad que para que se cumpla esta realidad deben darse infinidad de acontecimientos personales, pero por encima de todos ellos, dependerá de la situación económica en la que se desenvuelva, que nos tememos lo peor, y no menos su disposición personal hacia la solidaridad y la generosidad que muchos de nuestros vecinos y vecinas necesitan para salir del escollo en el que entre unos y otros nos han metido. Es ahora, en días inmensos e intensos de celebraciones y no menos de derroches absurdos, cuando más ojos nos observan ansiosos de ayuda y cuando con menos esfuerzo por nuestra parte podemos hacer más por quienes, en silencio y amparados en el anonimato, lo esperan todo de la solidaridad de sus vecinos.

En nuestro caso, con la inconmensurable ayuda de tanto colectivo y gente desinteresada, lo normal es que la campaña que organizamos anualmente siempre acabe siendo un éxito desde la perspectiva de la cantidad que alimentos, ropa y juguetes que acumulamos. En esta ocasión, a falta aún de la llegada de más alimentos, podemos adelantarles que hemos vuelto, mejor: que han vuelto ustedes a demostrarnos su impagable solidaridad. Su generosidad a nuestra llamada sólo podemos calificarla como de extraordinaria y por ello darles las gracias más sinceras e infinitas. Al mismo tiempo decirles que, a lo largo de los treinta y un años que acumulamos organizando esta cita anual, hemos ido encontrándonos en el camino con personas ejemplares, de gran capacidad cuando de lo que se trata es de echar una mano a quien lo necesita, disposición que aún hoy nos sigue llamando poderosamente la atención por razones obvias.

La realidad de los más necesitados, como viene ocurriendo de un tiempo a esta parte, ha superado con creces los límites que hemos conocido y se ha situado en niveles insoportables. Y nos puede y debe servir como ejemplo el terrible acontecimiento ocurrido en Alcalá de Guadaira, en Sevilla, en donde tres personas han fallecido a causa de una intoxicación alimentaria. Si no hubiéramos conocido detalles, la noticia hubiera quedado en que algún alimento en mal estado compartido por la familia sería el causante y del que debería dar cuenta el fabricante, pero no, porque como ya sabrán, buena parte de la comida que ingerían diariamente provenía de los contenedores y ahí no existe garantía de ningún tipo. Lo que tendríamos que preguntarnos, porque esta familia representa sólo una de las miles y miles de situaciones en las que malviven muchas personas en nuestro país, es que cómo es posible que los responsables del desastre económico que nos ahoga anden sueltos, disfrutando de una situación económica privilegiada luego de haber acumulado fortunas sin que las puedan justificar. ¿En qué país vivimos? ¿Qué clase de Gobierno nos rige que permite situaciones tan violentas como la de Alcalá o las que vemos diariamente a nuestro alrededor?


Alguien puede pensar, cuando observa los documentales que nos hablan del mundo y de la situación de pobreza en la que viven miles de personas en lo que se conoce como el Tercer Mundo, que nosotros no, que España queda aún lejos de situaciones tan dramáticas, pero es evidente que se equivoca. Entre nosotros existen familias enteras que andan sobreviviendo de la limosna de los demás, de ayudas alimentarias y de techos circunstanciales porque la Banca, que debió perder sus sentimientos hace miles de años, no duda en echarlos a la calle en cuanto tiene ocasión. En España, y más concretamente en nuestra ciudad, esta desgracia colectiva también existe y nuestro deber es ponerle remedio. Y esa y no otra es la razón de la convocatoria anual de la campaña, de la que hemos alcanzado ya los treinta y un años. Naturalmente, gracias a personas como ustedes, que son sencillamente formidables. Gracias de corazón.