jueves, 28 de septiembre de 2017

LA SANGRÍA NO SE DETIENE

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Las circunstancias nos obligan a plantear, por enésima vez, el problema de los malos tratos. Al día de hoy, concretamente hasta las diez de la mañana, que es cuando grabamos este comentario, treinta y siete han sido las mujeres asesinadas por sus compañeros sentimentales o maridos. De ellas, solo dieciséis habían denunciado su situación; el resto, suponemos que todavía esperaba el cambio del insostenible período que llevaba soportando amenazas, golpes y faltas de respeto, porque ni tan siquiera se habían planteado acudir a la comisaría o cuartel más cercano a relatar su caso. Terrible error, pero comprensible si tenemos en cuenta en qué situación se encuentra el mundo de la mujer en relación con la realidad del día después. El caso más sangrante es, quizá, el de la chica de Cartagena, de solo 20 años, que fue apuñalada por su novio. De acuerdo con el relato que hemos conocido, la pareja había roto sin el consentimiento del chico, que nunca aceptó la situación y durante un tiempo estuvo insistiéndole para volver a reanudar su relación. Ella, que ya había sufrido sus malos tratos verbales y físicos, se negó rotundamente a recuperar nada. En uno de esos desencuentros, en el que es nuevamente violentada por el joven, decide acudir al cuartel de la Guardia Civil de su ciudad y presentar la correspondiente denuncia. Lo que ni ella ni nadie de su entorno esperaban es que, mientras tanto, mientras ella relataba al agente su calvario, el chico compraba una escalera y se dirigía con ella al domicilio de la que había sido su compañera sentimental. Escaló hasta la entrada, se coló en la vivienda y esperó a que llegara. Una vez frente a ella, sencillamente la cosió a puñaladas. No le dio la oportunidad de defenderse. Se ensañó con ella y la mató en el acto. A partir de este momento el relato entra de lleno en el propio trabajo policial para luego que sea un juez quien se encargue de imponer la pena que crea más justa.

Como hemos dicho, este es el ejemplo que mejor nos aproxima a la realidad de la mujer maltratada. La pregunta o el planteamiento que nos hacemos es el mismo de siempre, porque hasta ahora no hemos tenido oportunidad de analizar nada novedoso que emane de  organismo autorizado para ello. Desde el Gobierno, concretamente desde el Ministerio del Interior, registramos informaciones de urgencia que evidencian sus buenas intenciones al tiempo que su incapacidad para controlar un fenómeno social que arrastra una historia de sangre vergonzosa. Lo negativo de esta evidente falta de efectividad de las diferentes medidas o acciones que aseguran han tomado y que están en funcionamiento, es que se siguen matando a mujeres con una facilidad que por sí misma debía hacer saltar todas las alarmas. Por el momento, y manteniendo el pasmoso ritmo de trabajo que conocemos desde hace años, los sucesivos Gobiernos se han dedicado, por encima de cualquier otra intervención técnica, a intentar convencernos de que legislando y creando brigadas concretas de policías y guardias civiles la masacre se va a evitar. Sin embargo, la realidad deja claro que la deriva hacia un mayor número de mujeres asesinadas es un hecho que se confirma anualmente. En estos momentos, como hemos dicho, son treinta y siete mujeres las asesinadas, lo que viene a decirnos que son tres más con respecto al mismo período del año pasado. Aunque todo lo tengamos en contra y los que pueden y deben acabar con esta lacra, que nadie pierda el norte y asuma que nuestro papel es fundamental para ayudar a quien lo necesite.