lunes, 17 de enero de 2011

LA PRÓXIMA CITA ELECTORAL, A SÓLO CUATRO MESES



Los movimientos que se perciben en la calle con respecto a los futuros planteamientos que conoceremos de parte de los diferentes partidos políticos que se presentarán en las próximas elecciones municipales, aunque por parte de algunas organizaciones son más que evidentes, no lo es menos que aún no han comenzado a presentar en sociedad lo que en ellos denominan como políticas activas desde las que atender la demanda de la sociedad a la que anhelan representar. Es cierto que suenan a vacío, que son frases que han dejado de interesar al ciudadano, quizá por conocidas o porque realmente en la práctica no sirven de nada, o más aún, ya que lo que para él es realmente importante es la industrialización a la que tantas veces nuestros políticos echan mano, porque en este asunto coinciden con los gobernantes en que es la única forma conocida de poder ofertar empleo a una ciudadanía que los pierde imparablemente. Sin embargo, en una ciudad como la nuestra, que ha perdido más de cinco mil empleos, no creemos que sea sencillo convencerla de que aún existen esperanzas tangibles de cambiar la que parece una imparable dirección hacia el precipicio. Y más si éstas le llegan procedentes de quienes han asistido en directo a esta ruina y no han hecho nada por cuando menos suavizarla.

Por los que nos cuentan en la calle, esta campaña electoral que finalizará el 22 de mayo, no va a ser sencilla. Primero, porque existen más electores que nunca prestos a la abstención que a votar a favor de quienes han tenido años para convencerles e ilusionarles y sólo se han dedicado a prosperar política y económicamente; segundo, porque el hecho de que acudan a la convocatoria más organizaciones políticas de las conocidas, que ya saben que entre nosotros suelen ser cuatro (andalucistas, populares, socialistas e Izquierda Unida) y nos hablen desde, parecer ser, siete púlpitos claramente diferenciados, y desde todos ellos menospreciando a sus contrincantes y haciéndoles responsables de todo lo malo que nos pasa, estamos convencidos de que no va a ser bueno ni siquiera para ellos. Hace años que necesitamos de algo más que palabras para motivarnos, independientemente desde dónde nos llegue el mensaje. Las necesidades del ciudadano han descendido a límites insospechados con respecto a sólo un par de años y por el momento no se atisba horizonte de bonanza económica que le sirva para seguir adelante en su particular búsqueda del estado del bienestar.

Desde luego, si se mantienen los mismos postulados, las mismas personas y las mismas bases para convencer al electorado, que en esta cita electoral sabemos que está particularmente dañado en donde más le duele, por supuesto que la inviabilidad de algunos programas es posible que acabe representando, incluso, la muerte política del candidato. Y lo mismo ocurrirá si los pasos que se den no corresponden a las posibilidades de la organización política que se represente, porque debemos recordar que, a la hora de prometer, no suelen escatimar esfuerzos ni entregas, y eso también se paga. Y especialmente entre nosotros, que conocemos, no sólo a quienes nos engañaron vilmente, sino a personas que nos defraudaron por incapaces, elatos y egocéntricos. Por lo tanto, y siempre desde nuestra perspectiva, creemos que esta convocatoria electoral debiera dar un salto cualitativo en cuanto a conocer en profundidad lo que Andújar necesita y que se dejen de promesas por sí mismas irrealizables, que acaban dañando la dignidad de las personas.

Sea el que sea el partido que lo protagonice, el mensaje debe llegar a la ciudad limpio, apoyado en una contrastada honestidad personal y política del candidato, y exento de adornos utópicos que sólo sirven para sacar votos a sangre, aunque sin sudor ni lágrimas. Andújar, como conocen muy bien todas las organizaciones políticas entre nosotros representadas, no podría aguantar otra legislatura basada exclusivamente en la envoltura exterior con la que nos la han vendido. Que hagan lo que les parezca mejor, que busquen a los candidatos más preparados, que añadan apoyos políticos y económicos donde sea, y que dejen de menospreciarse en público. De mantener esta absurda política, abundarían en el por otra parte habitual menosprecio al que somos habitualmente sometidos desde hace años.