
Desgraciadamente, las predicciones más agoreras que hemos compartido con ustedes en el programa de esta emisora “Motor en directo”, que emitimos los domingos de diez y media a doce de la mañana, según las cuales, insistimos en que nuestra ciudad está muy por encima de la media en cuanto a la accidentalidad que registra a lo largo del año con respecto a su densidad demográfica, ayer se cumplieron los pronósticos y fallecía un joven conductor de una motocicleta, por el momento los usuarios que más posibilidades tienen que sufrir un accidente de estas características, ya que su actitud al volante de sus vehículos, el mal uso que hacen en general de ellos, el no tener por costumbre usar el casco y no atender las normas de tráfico, invierten cualquier teoría de sensibilización y control policial que pudiera crearse en favor de las funestas consecuencias a las que asistimos preocupados. La vida de cientos de jóvenes está en manos del azar y la suerte, porque lo evidente es que ellos y ellas no están por la labor de reconducir su actitud y participar de la circulación urbana como está establecido, y, por otra parte, los responsables municipales hacen bien poco por implantar criterios de obligado cumplimiento.
Con este desgraciado accidente como recurso, aunque sin entrar en detalles que sólo le añadirían un injustificado morbo, la realidad del tráfico en nuestra ciudad exige de todos, de usuarios y de la autoridad competente, que interpreten su papel como les ha sido asignado a cada cual y que no intenten añadir nada de su cosecha. Para los responsables municipales, el texto que deben aprenderse de memoria para poder interpretar su papel como exige el guión, está perfectamente detallado y no admite dudas ni posiciones técnicas de nadie, lo que les obliga a exigir su cumplimiento a todos los que hagan uso de vehículos en la ciudad. Así, aunque sea denunciando al infractor de forma reiterada y contundente, deben informarle de que la señalización está para cumplirla y respetarla, volcándose especialmente en quienes han dado suficientes muestras de no estar en disposición de atender sus mensajes, como podía ser el caso de una gran mayoría de usuarios de ciclomotores, que no tienen por costumbre saber de paradas obligatorias, de cesiones de paso, de direcciones prohibidas, de acerados, de velocidades excesivas, de trucajes en los vehículos o de insufribles ruidos.
La escasa importancia que desde la Concejalía correspondiente se da a la circulación, o al menos eso es lo que percibimos nosotros, contribuye de manera muy peligrosa a la consolidación de las infracciones que podemos ver de manera reiterada en cualquiera de nuestras calles, ya que el que más y el que menos hace y deshace lo que le viene en gana, y actúa así con total permisividad y generando un alto nivel de peligrosidad a su paso. Y calificamos como de escasa la dedicación que el Ayuntamiento tiene para con el tráfico, basándonos en que los actuales gobernantes han tenido cinco años para poder decidir, con la prudencia que demanda el seguimiento de la circulación en la totalidad de nuestra ciudad, qué hacer para controlarla y reducir el altísimo nivel de peligrosidad en la que normalmente se desenvuelve. Esa obligación, ineludible por demás e incluso anunciada en el programa electoral del partido en el poder, debió haber formado parte desde el primer día de uno de los primeros objetivos a conseguir. Sin embargo, si contabilizamos y valoramos la colocación de un semáforo, un par de espejos cóncavos a la salida de algunas de nuestras calles, no más de diez señales y el repintado de algunos pasos de peatones, comprobaremos el menosprecio con el que se ha atendido un problema de tanta trascendencia social y que es lo mínimo que puede servirse en un convite en el que el riesgo de sufrir un accidente por parte de cualquiera de nosotros cubre toda la mesa.
De nuevo, por tanto, nos encontramos ante un accidente incomprensible, que pudo y debió evitarse y que le ha arrebatado la vida a un joven de sólo diecisiete años. Si éste finalmente nos sirve a todas y todos para recuperar el sentido común y participar del tráfico ciudadano con mejores formas y más cautela, quizá tengamos que agradecerle la exagerada aportación que ha hecho para esta causa, pero mucho nos tememos que todo seguirá igual y que no tardaremos en asistir a otros accidentes de parecidas o peores consecuencias. Sin intención, pero con contundencia, volvemos a reclamar de la autoridad competente su participación activa en el control de los usuarios que se exceden cuando circulan por nuestras calles. Sobre éstos debe caer toda la fuerza de la ley, obligándoles de esta forma a pasar de transgresores a ejemplo a seguir por quienes practican la misma conducción que ellos. No podemos ni debemos dejar exclusivamente en manos del conductor o la conductora la responsabilidad de que no ocurra un accidente cuando tantas deficiencias se acumulan a lo largo y ancho de nuestras calles, plazas y avenidas.. La autoridad municipal tiene mucho que decir y hacer en este asunto.