viernes, 30 de mayo de 2008

NOS VAMOS DE RUTA A... HORNOS DE SEGURA

Esta semana nos vamos de ruta hasta Hornos de Segura, situada en pleno corazón de la Sierra de Segura, lugar donde la naturaleza se nos brinda en todo su esplendor. Sus 118 kilómetros cuadrados acogen a unas 1000 personas y posee, esta localidad, admirables paisajes.

Es el paisaje de Hornos, ante todo, lo que primero habrá de cautivar al viajero y a la viajera que llegue hasta esta antigua población que ostenta el título de villa desde el siglo XIII, cuando se lo otorgara el rey Fernando III después de haber sido conquistada por los caballeros de la Orden de Santiago. Pero su antigüedad no ha de quedar ahí. Debemos remontarnos a tiempos prerromanos, cuando los pueblos que la han cruzado vieran en una altiva roca que culmina un elevado cerro, un inmejorable lugar para defenderse y vigilar el inmenso valle que se extiende a sus pies.

El viajero y la viajera, ya sea desde el mirador de “el Aguilón”, o ya sea desde las “Celadillas”, subiendo para Pontones, podrán presentir la profundidad del valle de Hornos, hoy sumergido en las aguas del pantano del Tranco.

Seguiremos un poco más recreándonos con todo lo que la naturaleza nos ofrece y así, observaremos que todo el término de Hornos está ocupado por un inmenso bosque de pinos que se disputa el horizonte con los olivares que bajan hasta la orilla misma del pantano, bajo cuyas aguas descansan las que en otros tiempos fueron las mejores tierras de regadío de su vega, de las que queda el torreón del señorío de Bujaraiza, que podremos ver emergiendo de las aguas. Pero nuestra mirada habrá de extasiarse con el paisaje de la llamada Garganta de Hornos, donde ascienden los montes Yelmo Grande y Yelmo Chico.

Antes de adentrarnos en la localidad que hoy nos proponemos conocer, podremos acercarnos hasta algunas de sus muchas aldeas, como El Carrascal, la Venta, Guadabraz, Cañada Morales o la Capellanía.

Y ya, sin más demora, entraremos en el núcleo úrbano de Hornos. Podremos hacerlo a través de la “Puerta de la Villa “, excavada en la roca, o por la llamada “Puerta Nueva”.

Enseguida nos fijaremos en su urbanismo medieval como el que puede apreciarse paseando por las angostas callejas del barrio del Parchel, de disposición ligeramente circular o contemplando su viejo castillo, que se levanta en la parte más alta de la población y consta de un conjunto defensivo que incorpora una magnífica torre del homenaje y restos de torreones y murallas. Indicarles, asimismo, que este no es el único castillo del término, aunque sí el más importante. Al sur de la población, en una isleta del pantano del Tranco, que ya hemos nombrado con anterioridad, unas veces cubierto por las aguas, otras visible, se conserva el pequeño castillo de Bujaraiza, con su torre del homenaje y su patio de armas.

Volviendo a Hornos, seguiremos nuestro paseo visitando la iglesia de la Asunción. Exteriormente, en el lado derecho, se sitúa la torre, a la que se accede desde fuera por una escalera de caracol, dotada de gárgolas en la cornisa. De su interior se extrajo una vasija ornamental de casi dos metros de altura, en forma de ánfora, coloreada en azul y oro y que está expuesta en las vitrinas del Museo Arqueológico Nacional.

Les recomendamos no dejar de visitar la fuente de la “Alcoba Vieja”, ni las piscinas naturales del río Hornos, ni tampoco deben dejar de probar la cocina típica de la localidad que les va a ofrecer, para su degustación, la centenaria cocina serrana, cuyo ingrediente principal es el cerdo. Soliciten en cualquier bar, mesón o restaurante el chorizo, lomo, costilla o solomillo de orza, o las morcillas y longanizas, para seguir con el “ajo de matanza”. Curiosas son también las tradicionales migas, que tienen de peculiaridad que son cocidas en un caldo de carne con tomate. Singular es también el ajo de habichuelas morunas, el ajo de calabaza, los andrajos con liebre y, para concluir, el membrillo frito.

En cuanto a sus ferias y fiestas, pueden acercarse hasta Hornos a mediados de agosto para participar en ellas. Asimismo, muy celebrada en la localidad es la fiesta dedicada a san Antón, en enero, con el encendido de numerosas hogueras, donde cantar, bailar, asar productos de la matanza del cerdo y beber la cuerva, bebida típica de vino, azúcar y frutas, se convierte en algo fundamental.

Próximamente, en junio, celebran los hornilleros y las hornilleras, que así es como se llaman, una romería en el paraje conocido como “el Control”, dedicada a la virgen de Fátima.

Y sólo nos queda ya despedirnos de nuestros/as oyentes y esperarles la próxima semana para seguir acercándonos hasta los pueblos vecinos. Feliz semana.