De la cotidiana correspondencia que tienen ustedes la amabilidad de remitirnos en cualquiera de sus formas habituales, es decir, por correo electrónico o postal, queremos hoy detenernos en una que, por su dramatismo y la injusticia que supone, creemos que conviene que ustedes la conozcan. Nos llega firmada por un ciudadano de Andújar que nos dice que es uno de los agraciados o desgraciados, según se mire y ahora verán por qué, al que el Ayuntamiento le otorgó una vivienda de autoconstrucción en Vegas de Triana, uno de nuestros poblados. Naturalmente, primero alegría entre la familia, que nos dice que fue enorme por la trascendencia que suponía poseer por fin algo que necesitaban desde hacía mucho tiempo, porque actualmente viven en régimen de alquiler. Sin embargo, siempre según nos relata en su carta este ciudadano, después del lógico alboroto familiar, había que rellenar documentos y acudir a las entidades bancarias en busca de préstamos con los que poder atender las exigencias propias del constructor.
El Ayuntamiento les hace saber que tienen un tiempo concreto para la construcción de estas viviendas, concretamente debían estar terminadas para finales de 2007 o, como mucho, principios de 2008. El que hasta el momento no se hayan podido cumplir estos plazos se debe, según nuestro comunicante, a la falta de liquidez de las arcas municipales, que intervienen directamente en la negativa de los proveedores habituales a servirles cualquier material si antes no hay dinero de por medio. ¡Pero ni un saco de yeso, que ya es decir! Lógicamente, los agraciados con esta vivienda municipal a realizar en régimen de autoconstrucción viven ahora en continua vigilia, a la espera de encontrar una solución para su problema, cosa harto complicada, por cierto. Mientras tanto, ahí les tenemos, haciendo frente al pago del préstamo, pagando el alquiler del piso en el que siguen viviendo y sin ver la casa terminada ni desde lejos. A todo esto, por si le faltaba algo a la situación en la que vive nuestro comunicante y su familia, nos dice que debido a la crisis de la construcción, se ha quedado sin trabajo. Evidentemente, nos dice, es a nuestro alcalde a quien tiene que agradecerle que el dinero que la Junta de Andalucía le envía para el pago de los materiales de estas viviendas, y que le hubiera permitido disfrutar ya de su casa, se los gaste en fiestas y pantuflas.
Sabemos muy poco de construcción y no mucho más de personas, pero teniendo en cuenta la experiencia que hemos acumulado a lo largo de estos años de cómo se las gasta el equipo de gobierno, todo indica que el mal momento por el que pasan estas personas no es precisamente para presumir de él. Una vez más comprobamos la gran capacidad que tienen para tapar agujeros económicos quitando con gran rapidez y audacia dinero de partidas aprobadas para acudir a otras que no admiten demoras. Lo de menos para nuestros representantes municipales, parece, es la situación de desamparo en la que quedan los que tenían derecho a recibir las cantidades pactadas y en el tiempo previsto. Está claro que no se ha tenido en cuenta la realidad de unas personas que viven en absoluta precariedad económica. A cambio, eso sí, eso no podía faltar, han acudido con cohetes, tambores y trompetas, allá donde había que acompañar a algún santo patrón, o acumular cien millones de las antiguas pesetas para que a la romería de este año no le faltara una flor que llevarse a la boca.
No tratamos de generalizar ni de intencionadamente extender este caso a la totalidad de la población, pero no nos negarán que del dinero público, del dinero de todos, no se hace un buen uso. El ejemplo lo tienen ustedes en la infinidad de empresas que observan al Ayuntamiento como referencia obligada a la hora de establecer pautas económicas que les permitan la continuidad de sus negocios. Lo de nuestro comunicante es sin duda una consecuencia directa de lo que les contamos, ya que aquí sí que se hace realidad lo de la pescadilla que se muerde la cola, es decir, que estas personas no pueden continuar la obra que comenzaron en su día con toda la ilusión del mundo, sencillamente porque el dinero expresamente dedicado a estas construcciones se usa para otras necesidades. Y como la credibilidad monetaria de este gobierno municipal es nula "de facto", lo normal es que no haya empresas que les fíen ni una teja para tapar goteras. Nosotros así lo entendimos en su día y en estas seguimos.