viernes, 20 de junio de 2008

DESPUÉS DE TRES AÑOS, LA CALLE CORTA SIGUE COMO ESTABA



Nosotros, por la parte de responsabilidad que nos toca, hemos incorporado en infinidad de ocasiones el asunto de la calle Corta a nuestros comentarios y programación general. Y lo hemos hecho porque los vecinos así nos lo han pedido unas veces, y otras porque desde el primer momento entendimos que la decisión municipal era un parche para acallar bocas y conciencias, pero que en el fondo era más de lo mismo, ya que, como preveíamos, los vehículos siguen circulando por ella como si no existieran señales que expresamente lo prohíban. Por otra parte, el hecho de que desde la Concejalía de Tráfico se haya ido a trancas y barrancas, y siempre a remolque de lo que la opinión pública le ha ido demandando, confirma, primero, que no existe voluntad por su parte de atender las quejas ciudadanas, y por otra, que su conocimiento de la circulación en general y de nuestra ciudad en particular es nulo.

Nuestra posición con respecto a esta estrecha vía de la ciudad, como al resto del cambio de circulación que se hizo en su día, justo después de las obras de las calles Ibáñez Marín, Doctor Montoso y Doce de Agosto, fue muy clara: no era lógica, incrementaba el peligro para los peatones, obligaba a los conductores a recorrer con sus vehículos un entramado de calles estrechas y repletas de peligro y, finalmente, les obligaba a dar una gran vuelta para volver al punto de partida. Modestamente, ofrecimos ideas, dimos consejos cuando nos los pidieron y participamos con el colectivo ciudadano que se oponía a este cambio de circulación. Hasta hoy. De nada ha servido. Es evidente que no pretendíamos erigirnos en técnicos de nada y menos en verdugos de quienes no aceptaron ni una de las sugerencias que les llegaron. La realidad del tráfico en nuestra ciudad ahora es realmente complicada, generando en las calles más céntricas atascos casi a todas horas y obligando a las partes enfrentadas, peatones y conductores, a una crítica feroz y justificada.

Lo de la calle Corta, ya lo hemos dicho, fue un parche. Primero, se quiso quedar bien ante los vecinos de esta vía pública, y se les colocó una señal justo a la entrada, que prohibía expresamente el paso de vehículos, excepto los que se dirigieran a las cocheras. Luego, con el aumento de las quejas, se colocó otra a la salida de la calle Quintería en la que expresamente se prohíbe el giro a la izquierda, detalle que sólo le vino bien a quienes a quienes la quieren ver, porque es evidente, y a las quejas vecinales nos remitimos, que el paso de vehículos sigue como siempre. De si debe mantenerse una vigilancia policial estricta, al menos durante el horario comercial, que es cuando más conductores hacen caso omiso de las señales, o de si debe habilitarse cualquier otro sistema que denuncie y obligue a los usuarios a dirigirse a Juego de Pelotas, está claro que la competencia directa es del concejal-delegado y, de acuerdo con el tiempo en que este fenómeno se produce en esta calle, es evidente que no ha ejercido esta vigilancia en ningún momento.

Lo preocupante de este tema es que por una vía de poco más de tres metros circulan vehículos de gran tamaño, como es el caso de voluminosas furgonetas, turismos y motocicletas, y que cualquiera de ellos ocasiona un peligro real y directo sobre los vecinos y las personas que, por cientos, circulan diariamente por ella. Y si esta información no es suficiente para que, en el despacho en donde se decide qué funciones deben dársele a la policía local, se le dedique un poco de atención a este peligroso asunto, pues ya nos dirán ustedes qué es lo que tiene que ocurrir para que estos vecinos y vecinas sean atendidas como sin duda merecen, porque lo indudable es que sobre ellos y ellas ha caído una especial de maldición que tiene su inicio justo cuando se puso en marcha la renovación de la solería de la calle Ibáñez Marín. Eso sí, recibieron una carta firmada por nuestra primera autoridad en la que se leía que se trataba de una medida circunstancial y siempre ligada a la duración de las obras de esta calle, pero que, inmediatamente que fueran terminadas, todo volvería a la normalidad, es decir, que dejarían de pasar vehículos por la calle Corta. Y hasta hoy.