
Sin duda, el popular rechazo a la programación de la feria de septiembre ha sido lo más compartido entre quienes tuvieron la idea de visitar el recinto. Lo de menos ahora es lo que piensan y digan el resto de partidos políticos o colectivos ciudadanos; lo que a nosotros nos importa es conocer las verdaderas intenciones de este equipo de gobierno con respecto a lo que hasta hace sólo unos años era la gran feria de septiembre, referencia en toda la provincia y también en las colindantes, con una gran capacidad de convocatoria y, por tanto, con una facturación más que aceptable para los puestos de feria y para todos aquellos que organizaban actos y saraos. Las quejas y denuncias han sido variadas y numerosas, y un grupo especialmente dolido con la concejalía correspondiente y su gestor son las casetas, que han comprobado en sus propias carnes la importancia que tiene una organización meticulosa y trabajada. Desde el año pasado, cinco han sido las que han decidido no acudir a la cita por las mismas causas y suponemos que la próxima convocatoria desaparecerán algunas más.
Entrevistada nuestra primera autoridad con este motivo de fondo, en su habitual papel y con su mono de trabajo, achacó parte del fracaso a la crisis económica que vivimos y al resto de los humanos que por allí pasaban en ese momento, porque él y los suyos no sólo no tienen nada que ver con que la feria de septiembre de este año haya sido un desastre, sino que la confeccionaron convencidos de que la programación era la adecuada. Lo que hayamos hecho nosotros con ella es cosa nuestra y dejó claro que no estaba dispuesto a recibir quejas de nadie. Es más, todas las que le llegaran responderían a una programada actuación de los partidos políticos en la oposición. Y tan pancho.
Por cierto, que cuando el señor alcalde hizo referencia a la crisis económica que padecemos, suponemos que se referirá a la de los ciudadanos y no a la suya, porque le recordamos que la empresa que representa y de la que cobra un sustancioso sueldo la sustentamos entre todos los contribuyentes. Sólo faltaría que ahora intentara escabullir su responsabilidad con respecto al pago de los miles de millones de pesetas que debe el Ayuntamiento usando la crisis como única causante. Por si le sirve de algo, de entre las frases que escuchamos al presidente del Partido Popular, don Mariano Rajo y, en la sesión plenaria del Congreso de los Diputados que inauguraba el ejercicio político, hay una de ellas que queremos hacer nuestra, porque nos viene como anillo al dedo. Y es que, dirigiéndose al presidente del Gobierno, le aseguró que “mientras usted sólo mira al INEM para solucionar esta crisis, yo, el Partido Popular, observa con preocupación a la pequeña y mediana empresa, que es la que mantiene gran parte de los puestos de trabajo de nuestro país y la única que podía sacarnos del mal momento que atravesamos”. Y ahí fue donde nos dio justo en la diana y donde más nos duele, ya que un empleado o compañero suyo, concretamente el señor alcalde de Andújar, desde hace cinco años, mantiene con las pequeñas y medianas empresas de la ciudad una deuda que actualmente alcanza miles de millones de las antiguas pesetas. ¿Debemos entender, pues, que se trató de una habitual puesta en escena o, por el contrario, que en el resto del país, allí donde gobierna su partido, ya sean ayuntamientos o comunidades autónomas, lo primero que se hace es pagar las facturas a las pequeñas y medianas empresas?
Es evidente que el pago de las facturas adeudadas por parte de quienes tienen como única obligación la de gestionar el dinero público de forma que en ningún caso nadie, ni empresa ni particular, resultase dañado por sugestión, debía ser un compromiso cuyo incumplimiento, por sí mismo, supusiera la salida inmediata de la política, y además por la puerta de atrás, del gestor o la gestora que sólo perseguía usar de la política para prosperar y vivir de ella mientras se lo permitiéramos. La necesidad de plantearse seriamente la lucha por la regeneración democrática de nuestra ciudad y de su clase política nos parece justificada y urgente, porque el deterioro ha alcanzado unos niveles excesivos y peligrosos, con personajes que no representan a nadie y, sin embargo, están encaramados en puestos de responsabilidad sin tener que dar cuentas a nadie. Tampoco carecemos de representantes de partidos políticos que se autoproclaman, al menos en público, como decididos salvadores de Andújar (porque ella, dicen, es lo primero), y luego, cuando llega la ocasión de demostrarlo, cuando toda una ciudad espera expectante y no menos ilusionada su apoyo a la causa, optan por el continuismo de una política municipal que nos hunde sin remisión en un pozo sin fondo y a la que ellos ayudaron, y mucho, a su construcción y, ahora, a su consolidación…