No sabemos si definitivamente o no, pero la realidad es que a algunos políticos en el poder municipal le han comenzado a crecer los enanos. A unos, porque ni ahora ni nunca han hecho los deberes y se han limitado a concurrir exclusivamente allá donde olía a votos, y se entiende lógico y justo el castigo; a otros, porque no saben o no contestan, opción extremadamente confortable y, por tanto, muy compartida, y es donde suelen estar los que medran y trepan en busca de carguillos de los que obtener prebendas ciudadanas, y, finalmente, los que quedan, que están donde están porque sí y que andan a la espera del momento adecuado que les permita una honrosa huida en busca de la paz que siempre les ha proporcionado el trabajo y la familia. Y es que la política es muy caprichosa y tiene estas cosas: que cuando menos te lo esperas te llaman a capítulo, y no precisamente desde tu partido, para recordarte que la ciudad no es tuya por mucho que te empeñes en creértelo y que cualquier decisión que tomes en contra de un funcionario o un ciudadano, amén del dinero público, que debe manejarse con cautela y exquisitez si no quieres vértelas con procesos judiciales e inhabilitaciones de años que te corten de un tajo tu meteórica carrera, acabará pasándote factura.
Aunque no hace mucho que conocemos palabras como prevaricación o cohecho, información privilegiada o enchufismo, hoy ya forman parte de nuestro vocabulario y también del de los fiscales y los jueces, que andan a la caza y captura de los que se han excedido en el uso y disfrute de sus cargos para que den con sus huesos en la cárcel. Sin duda, el de mayor repercusión mediática ha sido el de Marbella, que ha dado la vuelta al mundo y que ha conseguido que nombres como el de Julián Muñoz sean conocidos por el mundo mundial. Pero todo se andará y quizá no tardemos en aprendernos de memoria algunos otros nombres de alcaldes que acabarán haciéndose famosos por obra y gracia de sus excesos y sus decisiones, además de porque en sus respectivos partidos resultan ser los tuertos entre los ciegos y acaban creyéndose gigantes entre enanos, y esta situación suele tener una fecha de caducidad muy corta.
Hasta ahora, la lentitud de la Justicia, que, no obstante, es una excelente y excepcional apisonadora, ha permitido que muchos de estos abusadores y hagoloquemedalaganaporqueaquímandoyo disfruten sin complejos ni límites de lo que sus cargos les proporcionan, aunque algunos no vayan más allá de aceptar todas las invitaciones que les llegan en donde al final se reparta algún canapé. Lo que menos les interesa a estos remilgados ediles es la ciudad a la que representan, por la que no apuestan ni trabajan, que para esa tarea no les faltan plumas que engañen por ellos. Lo suyo es el escaparate, el beso a tiempo y la sonrisa siempre presta, sin limitaciones ni retrancas; sin miedo y sin control. Lo de echarse a las espaldas proyectos (si los hubiere), planes industriales, posibilidades ecológicas y de mejoras para la ciudad, y recorrer el mundo en busca de apoyos para las diferentes causas de los ciudadanos a los que representa, no va con ellos. Esa tarea casi siempre la depositan en manos de la oposición, a la que suelen culpar de todos los males que acontecen en sus respectivas ciudades y de los que esperan que les resuelvan los problemas que sencillamente ni siquiera entienden.
Buscar al alcalde perfecto, que a su vez sea acompañado por un equipo de personas decididas y capaces, no es tarea sencilla. No crean ustedes que suele estar al alcance de la mano; al contrario, son necesarias varias legislaturas para que aparezca un ejemplar que reúna características de líder y que sea capaz de enfrentarse con la complicada tarea de solventar los problemas de su ciudad y, por si fuera poco, íntegro, es decir, incapaz de aprovecharse del cargo para beneficiar a los suyos, y menos echar mano del dinero público para incrementar su patrimonio. Como han podido comprobar, lo de encontrar personas capaces de enfrentarse consigo mismas y con sus vicios y defectos para que la ciudadanía confíe en ellas depositándoles poder desde el que regir los destinos de la ciudad, es muy complicado. Eso sí, no faltan los mediocres, y sólo hay que echar un vistazo para comprobarlo.
Aunque no hace mucho que conocemos palabras como prevaricación o cohecho, información privilegiada o enchufismo, hoy ya forman parte de nuestro vocabulario y también del de los fiscales y los jueces, que andan a la caza y captura de los que se han excedido en el uso y disfrute de sus cargos para que den con sus huesos en la cárcel. Sin duda, el de mayor repercusión mediática ha sido el de Marbella, que ha dado la vuelta al mundo y que ha conseguido que nombres como el de Julián Muñoz sean conocidos por el mundo mundial. Pero todo se andará y quizá no tardemos en aprendernos de memoria algunos otros nombres de alcaldes que acabarán haciéndose famosos por obra y gracia de sus excesos y sus decisiones, además de porque en sus respectivos partidos resultan ser los tuertos entre los ciegos y acaban creyéndose gigantes entre enanos, y esta situación suele tener una fecha de caducidad muy corta.
Hasta ahora, la lentitud de la Justicia, que, no obstante, es una excelente y excepcional apisonadora, ha permitido que muchos de estos abusadores y hagoloquemedalaganaporqueaquímandoyo disfruten sin complejos ni límites de lo que sus cargos les proporcionan, aunque algunos no vayan más allá de aceptar todas las invitaciones que les llegan en donde al final se reparta algún canapé. Lo que menos les interesa a estos remilgados ediles es la ciudad a la que representan, por la que no apuestan ni trabajan, que para esa tarea no les faltan plumas que engañen por ellos. Lo suyo es el escaparate, el beso a tiempo y la sonrisa siempre presta, sin limitaciones ni retrancas; sin miedo y sin control. Lo de echarse a las espaldas proyectos (si los hubiere), planes industriales, posibilidades ecológicas y de mejoras para la ciudad, y recorrer el mundo en busca de apoyos para las diferentes causas de los ciudadanos a los que representa, no va con ellos. Esa tarea casi siempre la depositan en manos de la oposición, a la que suelen culpar de todos los males que acontecen en sus respectivas ciudades y de los que esperan que les resuelvan los problemas que sencillamente ni siquiera entienden.
Buscar al alcalde perfecto, que a su vez sea acompañado por un equipo de personas decididas y capaces, no es tarea sencilla. No crean ustedes que suele estar al alcance de la mano; al contrario, son necesarias varias legislaturas para que aparezca un ejemplar que reúna características de líder y que sea capaz de enfrentarse con la complicada tarea de solventar los problemas de su ciudad y, por si fuera poco, íntegro, es decir, incapaz de aprovecharse del cargo para beneficiar a los suyos, y menos echar mano del dinero público para incrementar su patrimonio. Como han podido comprobar, lo de encontrar personas capaces de enfrentarse consigo mismas y con sus vicios y defectos para que la ciudadanía confíe en ellas depositándoles poder desde el que regir los destinos de la ciudad, es muy complicado. Eso sí, no faltan los mediocres, y sólo hay que echar un vistazo para comprobarlo.