Los organismos que tienen que ver con el agua en situaciones de bonanza como las actuales, con lluvia a diario y en cantidades más que respetables, deben de estar de enhorabuena. Entre otras cosas, porque no tienen que vérselas con las habituales demandas de agua para el consumo humano y para el riego del campo, algo propio de las estaciones secas y que les obliga, lógicamente, a una distribución muy calculada y anteponiendo al ser humano a cualquier otra necesidad. Sin embargo, no todos los pantanos y presas han alcanzado los niveles que les permiten o les obligan, como es el caso de algunos situados en las regiones del Norte de España, a abrir sus compuertas para desembalsar el agua que les sobra. Cerca de nosotros, en Zocueca, junto a Bailén, el Rumblar es el pantano que nos proporciona agua para beber y también para el riego de nuestros campos, y no estamos solos en la apropiación del líquido que nos mantiene vivos, ya que lo compartimos con al menos trece ciudades más, dos de ellas de la cercana Córdoba. Su nivel, al menos hasta el lunes pasado, superaba el treinta por ciento con alguna dificultad, lo que nos avisa de que debemos mantener la misma cautela que hasta ahora en el uso que hacemos del agua.
Como rezan algunas frases publicitarias, el agua es un bien escaso y debemos cuidarla como algo perecedero y de complicada y costosa obtención si no a través de la lluvia. Los organismos a los que hacíamos referencia al principio, no siempre andan prestos a la información y los consejos; al contrario, debemos obtenerlos exigiéndoselos, reclamando su ayuda para que la población asuma el importantísimo papel que tiene con respeto al agua, y no sólo cuando la necesidad lo justifica. Si es verdad que la ciudadanía acaba aceptando la información que le llega desde los medios de comunicación y la comparte de buena gana, que se olviden de recordarnos que en tiempos de vacas gordas también se debe cuidar el agua, no creemos que les suponga un gran esfuerzo. Y más teniendo en cuenta que en nuestro país no llueve en todas las regiones por igual.
Por otra parte, el papel de los ayuntamientos en el uso del agua es de gran trascendencia, puesto que su ejemplo acaba formando parte de los hábitos de la mayoría de los ciudadanos. Así, si observan que los jardines de su ciudad son regados con agua potable cuando puede hacerse con agua de pozos y fuentes públicas, asumirán pronto que ellos también pueden hacerlo y de nada servirán consejos ni recomendaciones. Y lo mismo ocurre con el regado de las calles, que debería realizarse exclusivamente con agua no potable y que así se pudiera leer en el camión que cumple con esta tarea, para evitar malos entendidos. Por otro lado, las roturas de la red general, entre nosotros algo muy habitual, debían ser abortadas casi al instante si de verdad el agua escasea y su pérdida es tan importante como nos dicen, porque cuando comprobamos que pasan horas hasta que se controla el escape y que nadie hace nada por evitarlo, suponer que no existe coordinación ni interés entre los responsables, es la conclusión mayoritariamente compartida por la población.
Resumiendo, que pese a la lluvia ingente que cae desde hace unos meses y que ha superado en unos litros la cifra del año hidrológico, que nadie se duerma en los laureles y que cada uno cumpla con el papel que tiene encomendado, porque sabemos de antemano cómo se las gasta la meteorología y lo más probable es que pronto deje de llover y comience una época de pertinaz sequía, como la que sufrimos desde hace unos años. Guardar para cuando nos haga falta, seguir cerrando el grifo cuando no la necesitemos, ducharnos en vez de bañarnos y demás trucos que hemos aprendido en tiempos de escasez, sin duda que es una buena decisión y un mejor comportamiento, porque muestra solidaridad e inteligencia para con nosotros mismos. Con la llegada del verano, cuando la necesidad del agua va más allá del simple hecho de beberla, cuando las piscinas, los jardines y el campo la demandan insaciables, quizá nos arrepentimos por no haber sabido usarla adecuadamente.
Como rezan algunas frases publicitarias, el agua es un bien escaso y debemos cuidarla como algo perecedero y de complicada y costosa obtención si no a través de la lluvia. Los organismos a los que hacíamos referencia al principio, no siempre andan prestos a la información y los consejos; al contrario, debemos obtenerlos exigiéndoselos, reclamando su ayuda para que la población asuma el importantísimo papel que tiene con respeto al agua, y no sólo cuando la necesidad lo justifica. Si es verdad que la ciudadanía acaba aceptando la información que le llega desde los medios de comunicación y la comparte de buena gana, que se olviden de recordarnos que en tiempos de vacas gordas también se debe cuidar el agua, no creemos que les suponga un gran esfuerzo. Y más teniendo en cuenta que en nuestro país no llueve en todas las regiones por igual.
Por otra parte, el papel de los ayuntamientos en el uso del agua es de gran trascendencia, puesto que su ejemplo acaba formando parte de los hábitos de la mayoría de los ciudadanos. Así, si observan que los jardines de su ciudad son regados con agua potable cuando puede hacerse con agua de pozos y fuentes públicas, asumirán pronto que ellos también pueden hacerlo y de nada servirán consejos ni recomendaciones. Y lo mismo ocurre con el regado de las calles, que debería realizarse exclusivamente con agua no potable y que así se pudiera leer en el camión que cumple con esta tarea, para evitar malos entendidos. Por otro lado, las roturas de la red general, entre nosotros algo muy habitual, debían ser abortadas casi al instante si de verdad el agua escasea y su pérdida es tan importante como nos dicen, porque cuando comprobamos que pasan horas hasta que se controla el escape y que nadie hace nada por evitarlo, suponer que no existe coordinación ni interés entre los responsables, es la conclusión mayoritariamente compartida por la población.
Resumiendo, que pese a la lluvia ingente que cae desde hace unos meses y que ha superado en unos litros la cifra del año hidrológico, que nadie se duerma en los laureles y que cada uno cumpla con el papel que tiene encomendado, porque sabemos de antemano cómo se las gasta la meteorología y lo más probable es que pronto deje de llover y comience una época de pertinaz sequía, como la que sufrimos desde hace unos años. Guardar para cuando nos haga falta, seguir cerrando el grifo cuando no la necesitemos, ducharnos en vez de bañarnos y demás trucos que hemos aprendido en tiempos de escasez, sin duda que es una buena decisión y un mejor comportamiento, porque muestra solidaridad e inteligencia para con nosotros mismos. Con la llegada del verano, cuando la necesidad del agua va más allá del simple hecho de beberla, cuando las piscinas, los jardines y el campo la demandan insaciables, quizá nos arrepentimos por no haber sabido usarla adecuadamente.
