viernes, 20 de febrero de 2009

PROPICIO FIN DE SEMANA PARA DISFRUTARLO AL AIRE LIBRE



De nuevo fin de semana y parece que con meteorología propicia para quienes gustan de echar mano de familia y coche y ponerse en camino. Y como normalmente este espacio lo dedicamos los viernes a recordarles que, cuando ponemos en marcha nuestro vehículo, debemos hacerlo conscientes de que entraremos de lleno en una dinámica harto complicada en donde desenvolverse es muy peligroso, y que toda la precaución que nos procuremos será poca. El buen tiempo tiene como particularidad objetiva entre muchos de nosotros un gran poder de atracción que nos invita a disfrutar con intensidad el descanso semanal, y no otra cosa hacemos mayoritariamente: irnos a donde sea con tal de dejar a un lado lo habitual, lo que nos cansa, y buscar nuevos paisajes en los que encontrar la paz y el descanso que tanto necesitamos. La cultura en su dimensión arquitectónica o urbana, la gastronomía, la sierra o la playa suelen ser los objetivos más compartidos, aunque en nuestro caso se da también la visita obligada a la viña para controlar su estado y su mantenimiento.

En todos los casos, como ven, la mediación del coche se hace imprescindible, y no tendría mayor trascendencia este detalle si no fuera porque no todos los que usan de él lo hacen desde perspectivas adecuadas, es decir, que durante el recorrido no faltarán los que se exceden en todo, los que han consumido alcohol y/o drogas, los que llevan a sus espaldas demasiados kilómetros sin descansar, los que gustan de superar la velocidad permitida siempre que les es posible, los que andan escasos de sueño… Resumiendo: todo un abanico de posibilidades de que se produzca un accidente y que nosotros nos veamos involucrados en él, aunque, como siempre, no hayamos participado en el desarrollo ni en la consecución de éste, pero así es desgraciadamente para muchas de las personas que han perdido la vida en la carretera. Es cierto que los automóviles de hoy ofrecen a los usuarios infinidad de posibilidades técnicas para amortiguar las consecuencias que se derivan de un accidente, pero lo que no han conseguido aún es que sigan siendo máquinas de matar, perfectas, es cierto, pero siguen en manos de quienes los manejan inadecuadamente.

La evolución técnica y, más aún, la incorporación a los vehículos de infinidad de elementos de seguridad que, en caso de accidente, reducen sensiblemente las consecuencias que se derivan de éste, han sido fundamentales para la reducción del número de fallecidos en las carreteras en los últimos años. Recordemos que hace sólo diez años, el número anual de muertos superaba los cinco mil y que actualmente no alcanzan los tres mil, y se equivocan los que unen estas cifras exclusivamente a la implantación del carné por puntos o, en general, con las nuevas normas de tráfico en vigor. Si comprobamos el número de accidentes, vemos que han seguido aumentando a lo largo de estos años en la misma proporción anterior, y se entiende lógico porque también lo ha hecho, y muy significativamente por cierto, el parque automovilístico nacional. Lo que sí ha retrocedido, como hemos dicho, han sido las consecuencias de éstos y esto se debe en gran parte al equipamiento en seguridad activa y pasiva que hoy poseen los coches. De hecho, cuando se analiza un accidente y se buscan las razones de las nefastas consecuencias que han resultado, las personas que han perdido la vida en él casi siempre lo han sido porque no hacían uso de los cinturones o porque no estaban sentadas como exige el fabricante para que surtan efecto los elementos del equipamiento de seguridad del coche.

No se entiende que sistemas tan eficientes, de resultados contrastados y que tienen un costo importante en el total del vehículo, para algunos usuarios sean simples adornos. Debía ser obligatorio, para los que acceden a las pruebas para la obtención del permiso de conducir, saber de ellos y los beneficios directos que les proporcionan, evitando de esta forma, primero, su menosprecio, y, posteriormente, saben utilizarlos, porque les podemos asegurar que su desconocimiento también puede producir la muerte, por ejemplo, a quienes, sentados junto al conductor, gustan de poner los pies sobre la guantera. Si en ese momento saltara el “airbag”, como mínimo le causaría una lesión de columna de resultado incierto, pero no habría sido el primero que lo habría pagado con su vida.

Como siempre, hagan uso de su vehículo como mejor les parezca, faltaría más, pero tengan en cuenta que no viajan solos. La prudencia, unida a la atención y el interés por hacer las cosas bien, salva muchas vidas.