
Conforme conocemos casos de corrupción protagonizados por políticos y personas de su alrededor, nos convencemos más de que algunos de ellos creyeron a pies juntillas que la sociedad entera anda siempre mirando para otro lado y que podían hacer y deshacer como les viniera en gana. Por asuntos de los que ahora tenemos alguna noción, incluso debieron creer que hasta la Justicia hacía lo propio, pero se equivocaron en sus apreciaciones. Afortunadamente para nuestro estado de derecho, se tarda en descubrirlo, es cierto, pero al final caen, y eso es lo que de verdad nos importa a los ciudadanos de a pie, comprobar que el paso del tiempo nunca es en vano y sí imprescindible para cazar a quienes se han enriquecido de forma fraudulenta y siempre con cargo al bolsillo de los mismos, o sea, al de ustedes y nosotros. Y es que aunque les parezca que un caso de prevaricación y cohecho que ha sido detectado en la otra punta del país les queda lejos para que les salpique económicamente, se equivocan, ya que al final todo pasa por el mismo canal y éste, sépanlo, lo mantenemos entre todos.
Los ahora cazados con las manos en la masa, algunos con los trajes recién hechos, recurren invariable y cansinamente a su honestidad y dedicación al trabajo, como si el resto de los humanos no pudiéramos presumir de lo mismo y sólo fueran ellos los que pudieran enarbolar banderas de este tipo. Enfrente, y teniendo en cuenta que la política en nuestro país no tiene precisamente buena prensa, admiramos a los que, inmersos en un mundo en el que las influencias, las posibilidades de echar mano de dinero que no es suyo, de un continuo ir y venir de sobres cerrados repletos de dinero, de presiones y de nepotismo, de enchufismo y maledicencia, se mantienen al margen y caminan con seguridad entre tanta trampa. Y los hay, que conste. Los que no han podido huir de la tentación y han caído en lo más bajo que se puede, teniendo en cuenta que sus fraudulentas actuaciones son una forma de robar a la sociedad que les mantiene, pagan ahora sus ansias de riqueza a costa de los demás. Unos, simplemente convirtiendo el suelo rústico en urbano, algo aparentemente sin trascendencia, pero que a ellos les reporta pingües beneficios cuando lo hacen a espaldas y sin el consentimiento del resto de partidos representados en los ayuntamientos; otros, autorizando construcciones que no estaban aprobadas por el PGOU de la ciudad, y tampoco faltan los que se han aprovechado del cargo siempre que han podido y también cuando no, que es cuando son detectados y controlados por la Justicia.
Sin embargo, dimitan o no de sus respectivos cargos, su discurso siempre es el mismo: inocentes de las acusaciones y, como añadido invariable, que se trata de una operación política por parte de quienes dirigen a los jueces en nuestro país. En esto se parecen y mucho a los etarras cuando son detenidos, porque, en sus libros de formación, el primer punto es denunciar torturas de la policía durante la detención y los interrogatorios para obligar a jueces y fiscales a iniciar una investigación paralela para encontrar la verdad, y lo hacen todos y todas, sin excepción. Y es que algunos partidos políticos sólo cuando las decisiones de los jueces les favorecen, respetan y piden respeto para ellos, todo lo contrario que protagonizan cuando son ellos los encontrados culpables. Afortunadamente para la imagen del país y la tranquilidad de la ciudadanía, personas de tan baja calaña y peores principios, cuanto antes estén entre rejas, mejor para todos. Aunque debía inventarse una fórmula desde la que acceder con más celeridad a los abusos que cometen algunos representantes públicos, ya sea los que gestionan ayuntamientos o las instancias superiores del Estado, evitando de esta forma que algunos de ellos incluso hasta puedan obtener dinero de programas del corazón que emiten algunas televisiones.
Los ahora cazados con las manos en la masa, algunos con los trajes recién hechos, recurren invariable y cansinamente a su honestidad y dedicación al trabajo, como si el resto de los humanos no pudiéramos presumir de lo mismo y sólo fueran ellos los que pudieran enarbolar banderas de este tipo. Enfrente, y teniendo en cuenta que la política en nuestro país no tiene precisamente buena prensa, admiramos a los que, inmersos en un mundo en el que las influencias, las posibilidades de echar mano de dinero que no es suyo, de un continuo ir y venir de sobres cerrados repletos de dinero, de presiones y de nepotismo, de enchufismo y maledicencia, se mantienen al margen y caminan con seguridad entre tanta trampa. Y los hay, que conste. Los que no han podido huir de la tentación y han caído en lo más bajo que se puede, teniendo en cuenta que sus fraudulentas actuaciones son una forma de robar a la sociedad que les mantiene, pagan ahora sus ansias de riqueza a costa de los demás. Unos, simplemente convirtiendo el suelo rústico en urbano, algo aparentemente sin trascendencia, pero que a ellos les reporta pingües beneficios cuando lo hacen a espaldas y sin el consentimiento del resto de partidos representados en los ayuntamientos; otros, autorizando construcciones que no estaban aprobadas por el PGOU de la ciudad, y tampoco faltan los que se han aprovechado del cargo siempre que han podido y también cuando no, que es cuando son detectados y controlados por la Justicia.
Sin embargo, dimitan o no de sus respectivos cargos, su discurso siempre es el mismo: inocentes de las acusaciones y, como añadido invariable, que se trata de una operación política por parte de quienes dirigen a los jueces en nuestro país. En esto se parecen y mucho a los etarras cuando son detenidos, porque, en sus libros de formación, el primer punto es denunciar torturas de la policía durante la detención y los interrogatorios para obligar a jueces y fiscales a iniciar una investigación paralela para encontrar la verdad, y lo hacen todos y todas, sin excepción. Y es que algunos partidos políticos sólo cuando las decisiones de los jueces les favorecen, respetan y piden respeto para ellos, todo lo contrario que protagonizan cuando son ellos los encontrados culpables. Afortunadamente para la imagen del país y la tranquilidad de la ciudadanía, personas de tan baja calaña y peores principios, cuanto antes estén entre rejas, mejor para todos. Aunque debía inventarse una fórmula desde la que acceder con más celeridad a los abusos que cometen algunos representantes públicos, ya sea los que gestionan ayuntamientos o las instancias superiores del Estado, evitando de esta forma que algunos de ellos incluso hasta puedan obtener dinero de programas del corazón que emiten algunas televisiones.
Nos alegramos de que la Justicia haya sido capaz de controlar primero y de encarcelar e imputar después a los cabecillas de las tramas que han obtenido dinero de forma fraudulenta. Sin duda, es la mejor tarjeta de visita que puede exhibir orgullosa ante la preocupada y cansada ciudadanía.