Imprimir
Desde el momento en que la noticia sobre el exceso de recaudación que obtuvo el año pasado el Ayuntamiento en el apartado denuncias de tráfico ha sido conocida en la calle, la verdad es que no caído nada bien y se ha generado una polémica entre los usuarios de dudoso final. Y se entiende si tenemos en cuenta que se anunció que las previsiones serían de cincuenta mil euros y éstas han superado con creces los doscientos mil. En una ciudad normal, con un tráfico normal, con unas calles preparadas y en condiciones para ser transitadas, con un equipamiento de señalización vertical, horizontal y óptica adecuadas y normalizadas de acuerdo con las exigencias de la Dirección General de Tráfico, quizá este tipo de recaudación tendría una justificación política aceptable, pero cuando todo está manga por hombro, cuando el esfuerzo inversor que hace esta Concejalía es mínimo, cuando el seguimiento que desarrolla con respecto a los abusos de los conductores pasa inevitablemente por la denuncia primero y luego, sin remisión ni pliego de descargo que valga, la sanción económica, cuando, en fin, la falta de profesionalidad con la que algunos agentes se muestran ante la ciudadanía, que tu ayuntamiento recaude nada menos que doscientos mil euros nos parece una cantidad excesiva y desde luego nada compensatoria si la comparamos con el escaso esfuerzo que se hace para mejorar la circulación.
Se entiende, por lo tanto, que los usuarios no estén de acuerdo con lo que aseguran es una persecución policial en toda regla, que queda confirmada precisamente al conocerse el dinero que ha obtenido en un año la Delegación de Tráfico del apartado multas. Nosotros lo venimos diciendo de forma reiterativa, y lo hacemos basándonos en que el esfuerzo de unos no se puede comparar con el de los otros, es decir, que mientras el usuario está obligado, por ejemplo, a dar la vuelta a la ciudad para entrar a determinadas zonas de ésta, siempre en pésimas condiciones de asfaltado y señalización, y no digamos nada sobre la fluidez, que sencillamente no existe, parece pactada una programada y siempre activa dedicación de los policías locales a perseguir los excesos de un conductor confuso, alterado por la presión ambiental desde la que debe decidir y la falta de zonas en donde aparcar su vehículo. Si tenemos que aceptar la tesis de aquellos que propugnan que el uso del coche debe hacerse sólo en situaciones extremas porque la ciudad, ni por sus dimensiones ni por su distribución, necesita del automóvil para recorrerla, creemos que previamente deberían promover campañas informativas y formativas antes de echar mano del bloc de denuncias. Pero, claro, cuando la rentabilidad es tan alta y con tan poco esfuerzo, debemos entender que para qué arreglar lo que bien está.
Sin embargo, más de doscientos mil euros distribuidos entre los poco más de veinte mil vehículos de nuestro parque automovilístico lo creemos excesivo. Y más si tenemos en cuenta que cientos de ellos no discurren por nuestras calles, otros tantos no se mueven a diario de sus aparcamientos o garajes y el resto no siempre comete errores por los que debe pagar. Esto quiere decir que sólo unos cuantos propietarios han empobrecido sensiblemente su patrimonio por esta causa y, lo que es peor, sin que nadie desde la municipalidad pueda justificar esta situación. Lo pueden intentar, evidentemente, pero no conseguirán convencer a quienes sufren en donde más les duele el manifiesto abuso con el que los tratan. Y no digamos nada de quienes desde la comarca u otras provincias nos visitan, porque entramos de lleno en la situación crítica por la que pasan muchos de nuestros comerciantes y empresarios, que ven cómo sus habituales clientes han decidido no visitar más Andújar porque siempre se vuelven a casa con una denuncia en el bolsillo.
Sin duda, ardua tarea la que tienen por delante las asociaciones empresariales que representan al comercio y a la industria en general, que deberán convencer a quien todo lo puede en nuestra ciudad de que no es la mejor política a seguir ni por supuesto el mejor momento.
Se entiende, por lo tanto, que los usuarios no estén de acuerdo con lo que aseguran es una persecución policial en toda regla, que queda confirmada precisamente al conocerse el dinero que ha obtenido en un año la Delegación de Tráfico del apartado multas. Nosotros lo venimos diciendo de forma reiterativa, y lo hacemos basándonos en que el esfuerzo de unos no se puede comparar con el de los otros, es decir, que mientras el usuario está obligado, por ejemplo, a dar la vuelta a la ciudad para entrar a determinadas zonas de ésta, siempre en pésimas condiciones de asfaltado y señalización, y no digamos nada sobre la fluidez, que sencillamente no existe, parece pactada una programada y siempre activa dedicación de los policías locales a perseguir los excesos de un conductor confuso, alterado por la presión ambiental desde la que debe decidir y la falta de zonas en donde aparcar su vehículo. Si tenemos que aceptar la tesis de aquellos que propugnan que el uso del coche debe hacerse sólo en situaciones extremas porque la ciudad, ni por sus dimensiones ni por su distribución, necesita del automóvil para recorrerla, creemos que previamente deberían promover campañas informativas y formativas antes de echar mano del bloc de denuncias. Pero, claro, cuando la rentabilidad es tan alta y con tan poco esfuerzo, debemos entender que para qué arreglar lo que bien está.
Sin embargo, más de doscientos mil euros distribuidos entre los poco más de veinte mil vehículos de nuestro parque automovilístico lo creemos excesivo. Y más si tenemos en cuenta que cientos de ellos no discurren por nuestras calles, otros tantos no se mueven a diario de sus aparcamientos o garajes y el resto no siempre comete errores por los que debe pagar. Esto quiere decir que sólo unos cuantos propietarios han empobrecido sensiblemente su patrimonio por esta causa y, lo que es peor, sin que nadie desde la municipalidad pueda justificar esta situación. Lo pueden intentar, evidentemente, pero no conseguirán convencer a quienes sufren en donde más les duele el manifiesto abuso con el que los tratan. Y no digamos nada de quienes desde la comarca u otras provincias nos visitan, porque entramos de lleno en la situación crítica por la que pasan muchos de nuestros comerciantes y empresarios, que ven cómo sus habituales clientes han decidido no visitar más Andújar porque siempre se vuelven a casa con una denuncia en el bolsillo.
Sin duda, ardua tarea la que tienen por delante las asociaciones empresariales que representan al comercio y a la industria en general, que deberán convencer a quien todo lo puede en nuestra ciudad de que no es la mejor política a seguir ni por supuesto el mejor momento.
