Si exceptuamos las promesas electorales propias de quien no tiene intención de hacer nada y las sandeces en las que se apoyan para magnificar su propia mentira, la realidad de las tierras sitas en una de las zonas más prósperas de nuestra ciudad, según la clase política desde luego, es de auténtica ruina. Hoy y también mañana, porque nadie crea que la creación de suelo industrial se limita a la firma de una resolución municipal y mañana, como si de un milagro se tratara, entran y salen los vehículos de los movimientos de tierras por cientos. El asunto es mucho más complicado, y más cuando se ha querido sacar tajada de ello, ya que hasta que la primera empresa llega a instalarse y a comenzar sus tareas, deben pasar muchos meses si no años, tantos como los que hacen falta para urbanizar la zona dedicada para ese menester, que en nuestro caso, por aquello de querer ser únicos, ambiciosos si no imbéciles, dijimos que nada de trescientos o cuatrocientos mil metros, que era lo aconsejable y viable; que lo nuestro debía ser mucho más, y para eso libramos nada menos que un millón y medio de metros cuadrados. ¡Ahí queda eso! Claro que si tenemos en cuenta, tal y como nos dice siempre que tiene oportunidad el señor Fernández de Moya, a la sazón presidente del Partido Popular en la provincia, qué menos se merecen unas tierras que cuentan hasta con fibra óptica en sus entrañas. Es verdad que eso se lo escuchábamos decir cuando se refería a que en esos mismos terrenos pudo instalarse Eurocópter, pero suponemos que si antes lo había, ahora también.
Luego, cuando la realidad te da un par de bofetones y te echa de espaldas tu propia mentira, compruebas que esas tierras a lo más que han llegado ha sido a ser generosas con quienes las labraron y plantaron en ellas, porque ni por allí pasa la fibra óptica ni por el momento se intuye que esto ocurra en muchos años. Antes debe llegar el ferrocarril, para lo que, por cierto, se ha desplazado nuestra primera autoridad a la capital de España en varias ocasiones. También la preparación a fondo de la totalidad del espacio acotado para evitar que las aguas de lluvia, que suelen ser intensas, entren y salgan, por ejemplo, del hotel, o de la gran superficie comercial, o del pabellón de deportes o hiera de muerte los trescientos mil metros dedicados a jardines y zonas de recreo; y el puente sobre la autovía que debe construirse para comunicar con el parque tecnológico, teniendo en cuenta que en esas mismas tierras está prevista la construcción de una plataforma intermodal.
Por ahora, como pueden observar, si se ha realizado alguna obra de mejora o de acomodación de los terrenos, está claro que la han enterrado con interés, porque verse, lo que se dice verse, no se ve. Aquello no pasa de ser un erial con escaso futuro, ahora repleto de lagunas y en tiempo seco un desierto junto al Guadalquivir. Por lo tanto, todo lo que nos quieran decir, vengan de fuera o sean de dentro, son mentiras. Y lo que más duele es que se hacen con fines eminentemente electoralistas y conscientes de que la viabilidad de esos terrenos es de tal complejidad y necesita de tanto dinero, que para empezar es mejor dejarlo como está. Y todo porque alguien dimensionó mal sus palabras y actuó de manera desproporcionada y peligrosa, ya que no se nos debe olvidar que esos terrenos, exceptuando cuatrocientos mil metros que son municipales, son de propiedad particular, y la olla a presión en la que se cuece el futuro de estos propietarios está a punto de explotar y echar por tierra el castillo de naipes en el que se ha construido la mayor mentira jamás contada en nuestra ciudad.
Por el momento, ahora lo que toca es volverlo a usar para mantener calientes las esperanzas de unos y de otros, y nada mejor que hasta nosotros acudan los que huelen poder a corto plazo para seguir alimentado a la bestia en la que han convertido a Innonvandújar. Luego, ya se sabe, que si hay que perimetrar el terreno, que si hay que dejarlo para época más próspera, que si… Es decir, dejar pasar el tiempo hasta que se nos olviden sus promesas, que eso debe parecerse mucho a como si prescribiera el delito. Mientras, Andújar cuenta con espacio de sobra para que hasta aquí vengan empresas decididas a instalarse y no vienen. Y si no, recorran el polígono Ave María. Comprobarán que no les engañamos.