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Aprender a criticar es una de las asignaturas pendientes que más compartimos los españoles. Y estamos de acuerdo. Entre otras razones, porque la costumbre más extendida entre nosotros, cuando tenemos un problema, sea local o nacional, es la de criticar en público, y muy especialmente en el bar. Sin embargo, se nos olvida que la queja la debe conocer en primer lugar el funcionario o político municipal al que le corresponda. Luego, si efectivamente no nos atienden, si vemos que pasa el tiempo y el problema no se soluciona, nada mejor que buscar en la oposición municipal el cauce ideal para llevar nuestra demanda ante las instancias adecuadas y esperar un tiempo prudencial. Finalmente, con estos pormenores recorridos, quizá sea el momento de sacar esta deficiencia a la calle en busca de apoyo vecinal o de las propias amistades. Esto o hacer partícipes a los medios de comunicación de nuestra exigencia o necesidad, que la proyectarán a la ciudadanía con la finalidad de que encuentre apoyos en el camino, y cuantos más mejor.
Una vez situado el asunto en el frente de la prensa, ya sea escrita, vista u oída, convénzanse de que habrán dado un gran paso, sobre todo si lo comparan con los niveles de popularidad que conseguirían haciéndola en el bar de la esquina. Por eso les decíamos antes que aprender a criticar, si no es un arte en la compleja sociedad en la que nos desenvolvemos, al menos lo podemos considerar como una necesidad urgente teniendo en cuenta la contrastada incompetencia de nuestros políticos. En cuanto a la importancia que debemos darle al apoyo de nuestros vecinos, lo entendemos imprescindible por cuanto al político de turno, especialmente en época electoral municipal, huye despavorido de todo lo que pueda suponer la pérdida de un solo voto. Entre nosotros, si todos los que andamos quejosos y con problemas por resolver, formáramos una caravana de exigentes ciudadanos en busca de solución a nuestras demandas, el número de damnificados sería inmenso En realidad, cosas pequeñas, detalles intrascendentes y todo lo que ustedes quieran, pero necesitados de alguien que desde la municipalidad tenga capacidad para solventarlos.
De hecho, comprobada la dejadez con la que tratan lo nuestro, la desidia con la que nos observan y la falta de originalidad que muestran cuando tratan de justificarse, o mucho cambia el panorama político o mucho nos tememos que seguiremos cayendo en picado en busca de un lugar en el que, en el inevitable golpe que nos daremos, no nos hagamos mucho daño. Y es que, al mismo tiempo que les decíamos que la crítica necesita de aprendizaje, también demanda nuestra implicación política, y no sirve aquello de que no sabemos ni queremos saber nada de política, puesto que desde el momento en el que nos obligan a compartir los gastos que suponen los sueldos de nuestros políticos y los edificios en los que supuestamente desarrollan su trabajos, las tasas que nos cobran hasta por respirar y también por aguantarnos, la verdad es que, lo queramos o no, estamos metidos hasta el cuello.
Sumados todos los detalles que hemos compartido hasta ahora en este comentario, nada mejor que echar mano del sentido común y entender que, si no es ahora, es decir, si no nos atienden ahora que nos encontramos a dos meses de las elecciones municipales, no esperen ustedes que lo hagan una vez pasadas éstas. No será la primera vez que hemos escuchado que lo ideal sería que las elecciones se convocaran anualmente, porque estamos convencidos de que otro sería el color de la ciudad en la que vivimos y desde luego que otros también quienes la dirijan.
En final, aprendan a controlar en público sus impulsos ante lo que les parece injusto y acepten que la crítica tiene sus pasos, sus detalles, sus exigencias y que pasa inevitablemente por saberlas plantear y, más aún, por hacerlas saber en el lugar y ante las personas idóneas. Todo lo demás, sintiéndolo mucho, no sirve para nada.
Sumados todos los detalles que hemos compartido hasta ahora en este comentario, nada mejor que echar mano del sentido común y entender que, si no es ahora, es decir, si no nos atienden ahora que nos encontramos a dos meses de las elecciones municipales, no esperen ustedes que lo hagan una vez pasadas éstas. No será la primera vez que hemos escuchado que lo ideal sería que las elecciones se convocaran anualmente, porque estamos convencidos de que otro sería el color de la ciudad en la que vivimos y desde luego que otros también quienes la dirijan.
En final, aprendan a controlar en público sus impulsos ante lo que les parece injusto y acepten que la crítica tiene sus pasos, sus detalles, sus exigencias y que pasa inevitablemente por saberlas plantear y, más aún, por hacerlas saber en el lugar y ante las personas idóneas. Todo lo demás, sintiéndolo mucho, no sirve para nada.