La fiebre de las inauguraciones, de los pactos, de los mensajes alentadores que nos llegan desde la clase política, nos confirman que estamos en tiempo electoral. Los partidos políticos y los hombres y las mujeres que los representan han pisado por fin el acelerador del vehículo que les llevará, o no, hasta el sillón de las Casas Consistoriales que les otorga poder y que es conocido en la calle como la poltrona. Por lo tanto y resumiendo, tendremos que acostumbrarnos durante unas semanas a escuchar beneplácitos y críticas sobre la actuación de unos y de otros, y promesas, muchas promesas. Los que llevan años gobernando tienen un problema sin resolver si no han sido capaces de cumplir con lo que prometieron en las anteriores elecciones, ya que les debe suponer un lastre verse obligados a repetir las mismas consignas y esperar a conseguir con ellas los mismos resultados. Los que esperan obtener sus objetivos por primera vez pensamos que lo tienen más sencillo, puesto que sólo tendrán que convencer a los posibles votantes de que serán capaces de ejecutar lo que prometen en su programa, por lo que sólo deberán pedir confianza. Los que vienen rigiéndonos, por su parte, volverán a echar mano de los mismos manuscritos de siempre, en lo que debe quedar claro que todo lo que han podido hacer en los últimos cuatro años se debe exclusivamente a su capacidad de trabajo, de su visón municipal y la distribución que han realizado del dinero de todos. Ya lo dejó claro el señor Arenas en su última visita a nuestra ciudad, cuando dijo que todo lo que se había hecho en Andújar se debía a la impecable gestión del alcalde, no del grupo de gobierno, que para todas estas cosas cuenta bien poco. Por supuesto, por aquello de no perder la oportunidad de criticar con inquina y mala intención, no se olvidó de recordarnos que, además, teniendo a la Junta de Andalucía y el Estado en su contra, porque no habían aportado ni un solo euro para la mejora y el equipamiento de la ciudad. Que decimos nosotros que o no se ha informado bien, o no tiene memoria o simplemente se trata de hacer daño sin más.
Y en esas estamos, es decir, en tiempos de mentir más que de repartir, de engañar sin miedo a represalias, de momentos culminantes para comprobar que entre nosotros se ganan las elecciones sin necesidad de exponer. Sólo es necesario criticar y cuidar el nido, porque la trampa ya está hecha. Naturalmente, como de lo que se trata es de superar a los demás en número de votos, el trabajo se circunscribe a esta tarea y de ahí que las posibilidades de conseguirlo sean muchas. Otra cosa sería si lo que de verdad interesara fuera el futuro de los ciudadanos, la industrialización del término municipal, la mejora de las condiciones de vida de una inmensa mayoría y otras justificadísimas actuaciones por desarrollar, pero como eso no interesa a los miles de vecinos y vecinas que ya disfrutan de un buen patrimonio y no necesitan de nada, y lo que de verdad les importa en realidad no tiene nada que ver con la política y sí con el rechazo a todo lo que huela a progreso, el trabajo por desarrollar es ímprobo y de resultado incierto.
Luego, con el circo bien adornado, hasta nosotros vendrán titiriteros de gran rango y renombre prestos a destacar en el ruedo de las mentiras, esos que nos dijeron que sus intereses pasaban inexcusablemente por el futuro de la ciudad, a la que, sin sonrojarse, siempre ponían por delante de cualquier otro interés personal o partidista. Lo extraño, lo miremos por donde lo miremos, es que les sirvió de mucho, porque nunca como en esos gloriosos años tuvieron tanto poder e hicieron tanto daño a la ciudad. A todo esto, como se suele decir entre el pueblo, pocos barrenderos en la calle para tanto que limpiar, porque no sólo se trata de limpiar por fuera; por dentro se ha quedado demasiada basura, demasiada mentira engendrando más mentira. Y no estaría de más que pronto escucháramos voces autorizadas que nos hablaran de auditorias que sirvieran para aclarar las inversiones millonarias que se han hecho en la ciudad. Mientras llega o no llega el momento en el que nos anticipemos a la sorpresa, mientras unos y otros se deciden a inventarse nuevas formas de aproximación a la ciudadanía, nosotros nos quedamos a la espera de noticias que compartir con todos ustedes.