Imprimir
Simplemente por comparar, por conocer lo que ocurre dentro y fuera de Europa con respecto a las velocidades que los países de la Comunidad Económica adoptan, quizá sea bueno o interesante saber de ellas, porque lo que debemos aceptar de antemano es que cada país marca un límite que varía desde los 100 kilómetros por hora hasta algunos tramos de autopista donde no existe limitación formal. En Europa, Inglaterra, Irlanda, Suecia o Dinamarca tienen límites muy parecidos a los españoles, aunque en Suecia, por ejemplo, el límite asciende a 130 kilómetros por hora sólo durante los meses de verano. Algo parecido ocurre en Luxemburgo, donde el límite habitual, que también es de 130, se reduce a 110 cuando la climatología es adversa. Noruega y Chipre tienen límites inferiores al español: ya que es de sólo 100 kilómetros por hora. Y este es el límite máximo en Finlandia o Letonia durante los meses de invierno. El caso alemán es particular y conduce a ciertas confusiones puesto que solemos escuchar que en ese país no existe límite de velocidad en sus conocidas autopistas y, sin embargo, no faltan los límites locales y ambientales y una recomendación oficial de no sobrepasar los 130 kilómetros por hora. El caso extremo es Italia, donde se plantean elevar a 150 kilómetros el límite en sus autopistas, donde ahora no se pueden sobrepasar los 130. En Estados Unidos los límites son aún más estrictos y las 80 y 90 millas son sagradas, aunque en la mayoría de las carreteras del país las 60 millas son las más habituales.
Por el momento, la negativa de los conductores españoles a aceptar de buena gana esta medida es aplastante. Y, claro, ante una posibilidad más de dañar la imagen del Gobierno, el Partido Popular ha echado mano de su maquinaria electoral para recriminar esta decisión. El problema es que, como antes no han tenido en cuenta sus errores como partido o los cometidos por algunos de sus dirigentes, le han puesto fáciles las respuestas a sus contrincantes políticos, que les han recordado que mientras a los conductores españoles se les denuncia si no se abrochan el cinturón de seguridad en carretera, su líder se muestra en un vídeo en la parte de atrás de un automóvil sin ponérselo. Tampoco se han olvidado del ex presidente Aznar cuando, en la inauguración de una bodega de vino en La Rioja, dejó claro que él no aceptaba límites de velocidad ni obligaciones de usar el cinturón, y menos de quienes le limitaban las copas de vino que podía tomarse. Es decir, que donde las dan las toman., y más cuando de lo que se trata es de ahorrar en la factura que España paga por el petróleo que importa y no de un capricho del Gobierno de turno.
En general, lo que se detecta entre la ciudadanía es una elemental falta de información. De otra forma no se entiende que la negativa esté siendo tan contundente y que, por otra parte, también una gran mayoría está convencida de que se trata de una medida recaudatoria. Sin embargo, se nos olvida que sólo cuando nos excedamos del los límites de velocidad seremos denunciados y luego sancionados, y nunca cuando se le ocurra al agente de turno o al radar que se cruce en nuestro camino. Quizá por eso la mejor decisión sea la de controlar la velocidad, ya que así evitaremos que el Estado nos empobrezca aún más mientras él se enriquece a nuestra costa. Como han podido ver, en el resto del mundo las limitaciones son muy parecidas a las nuestras y son muy pocos las que no las aceptan de buena gana. Si acaso la diferencia reside en que en el resto de Europa y del mundo los partidos opositores no se las gastan algunos partidos políticos en España.
Nuestro consejo, si ustedes nos lo permiten, es que huyan de polémicas que no conducen a nada y que sólo benefician a unos cuantos faltos de escrúpulos que usan de cualquier arma para hacer daño. Sepan que sus quejas o críticas van a servir de bien poco y que a lo más que llegarán es a dañar su salud. La velocidad máxima en autopistas y autovías se ha establecido en 110 kilómetros por hora y debemos aceptarlo si no queremos aumentar los ingresos del Estado en el apartado de las sanciones económicas por denuncias de tráfico.
Por el momento, la negativa de los conductores españoles a aceptar de buena gana esta medida es aplastante. Y, claro, ante una posibilidad más de dañar la imagen del Gobierno, el Partido Popular ha echado mano de su maquinaria electoral para recriminar esta decisión. El problema es que, como antes no han tenido en cuenta sus errores como partido o los cometidos por algunos de sus dirigentes, le han puesto fáciles las respuestas a sus contrincantes políticos, que les han recordado que mientras a los conductores españoles se les denuncia si no se abrochan el cinturón de seguridad en carretera, su líder se muestra en un vídeo en la parte de atrás de un automóvil sin ponérselo. Tampoco se han olvidado del ex presidente Aznar cuando, en la inauguración de una bodega de vino en La Rioja, dejó claro que él no aceptaba límites de velocidad ni obligaciones de usar el cinturón, y menos de quienes le limitaban las copas de vino que podía tomarse. Es decir, que donde las dan las toman., y más cuando de lo que se trata es de ahorrar en la factura que España paga por el petróleo que importa y no de un capricho del Gobierno de turno.
En general, lo que se detecta entre la ciudadanía es una elemental falta de información. De otra forma no se entiende que la negativa esté siendo tan contundente y que, por otra parte, también una gran mayoría está convencida de que se trata de una medida recaudatoria. Sin embargo, se nos olvida que sólo cuando nos excedamos del los límites de velocidad seremos denunciados y luego sancionados, y nunca cuando se le ocurra al agente de turno o al radar que se cruce en nuestro camino. Quizá por eso la mejor decisión sea la de controlar la velocidad, ya que así evitaremos que el Estado nos empobrezca aún más mientras él se enriquece a nuestra costa. Como han podido ver, en el resto del mundo las limitaciones son muy parecidas a las nuestras y son muy pocos las que no las aceptan de buena gana. Si acaso la diferencia reside en que en el resto de Europa y del mundo los partidos opositores no se las gastan algunos partidos políticos en España.
Nuestro consejo, si ustedes nos lo permiten, es que huyan de polémicas que no conducen a nada y que sólo benefician a unos cuantos faltos de escrúpulos que usan de cualquier arma para hacer daño. Sepan que sus quejas o críticas van a servir de bien poco y que a lo más que llegarán es a dañar su salud. La velocidad máxima en autopistas y autovías se ha establecido en 110 kilómetros por hora y debemos aceptarlo si no queremos aumentar los ingresos del Estado en el apartado de las sanciones económicas por denuncias de tráfico.