El próximo lunes se cumplirá justamente un mes desde que, con todo boato y solemnidad, se aseguró que se iniciarían las obras de demolición y construcción de las nuevas instalaciones de las cámaras frigoríficas del mercado de abastos y en el transcurso de una presentación al uso, es decir, con la presencia del alcalde y demás personas imprescindibles para que el acto tuviera algo de credibilidad. Así lo pudimos ver y leer en los medios de comunicación locales y así se lo contamos también nosotros. Tal era la urgencia y la seguridad de lo que se dijo por parte de la autoridad, que se dio aviso a los usuarios del aparcamiento de la calle Quintería, a los transportistas que vienen a surtir a los profesionales del mercado y a todos los vendedores del recinto que depositan a diario sus mercancías en las actuales cámaras frigoríficas, de que a partir del lunes siguiente al acto del anuncio oficial, es decir, el día 21 de febrero, se limitarían sus movimientos y debían estar atentos a las normas que les fueran dictando los gestores de la obra. Y en esas estamos, después de un mes, esperando a que comiencen tal como se anunció y bien que fue aprovechado este anuncio por todos los que quisieron salir en la foto de rigor, que no pusieron en duda lo que se hizo público En realidad, no es que nos extrañe, porque después de ver lo ocurrido con Innovandújar, sabemos que cualquier cosa puede pasar. Pero sí nos duele y molesta que se eche mano de lo que sea con tal de aparecer ante el resto del mundo como el único, el más grande y el salvador de todos nuestros males quien luego, en la práctica, cada vez tiene más difícil justificar su gestión.
Estamos de acuerdo en que el protagonista puede decir lo que le venga en gana y desde luego que sus seguidores pueden actuar de la misma forma y nosotros también, pero con la diferencia de que la realidad avala nuestra opinión mientras la de ellos queda cuando menos en entredicho. Y es que jugar con las ilusiones y los sentimientos de la ciudadanía, y en el caso que nos ocupa especialmente con los de los comerciantes de la plaza de abastos, nos parece desproporcionado e injusto, y evitable, porque se pudo y se debió esperar a que, efectivamente, al día siguiente se iniciaran las obras de remodelación del recinto y no hubiera pasado nada, o al menos que se hubiera dicho la verdad. Claro que cuando se sabe que las obras es posible que ni se inicien aún en bastante tiempo y que incluso no las puedan usar como infalible arma electoral entre los comerciantes, se entiende la oportunidad de acudir al recinto en busca de notoriedad y aparecer como únicos valedores de las exigencias y necesidades del mercado, de las que, por cierto, ya las prometían en el año 2003, y han permitido que transcurran nada menos que casi ocho años y seguimos a la espera. Y ya veremos, porque conociendo el expediente de incumplimientos que han acumulado a lo largo de estos años, todo puede ocurrir.
Mientras, el día a día de los profesionales que están obligados a usar las cámaras frigoríficas para controlar sus productos es muy complicado. Por espacio, por estrechez, por el mal estado en que se encuentran, por la falta de higiene que se percibe incluso desde fuera, porque ni de lejos se merecen este maltrato de sus representantes municipales, estas instalaciones debieron ser renovadas justo cuando el actual alcalde lo anunció, corriendo el año 2003 y recién llegado a la Alcaldía-Presidencia, y que quedó reflejado en el decálogo que dio a conocer a la ciudadanía. No obstante, como nos decían los auténticos protagonistas de esta desagradable historia, si las obras las hacen ahora, bienvenidas sean. Y eso mismo decimos nosotros, que estamos deseando que comiencen sin más dilación y contratiempos.